¿Quién es la monja que ha conseguido hacer viral su petición de abolir las mitras episcopales? Mercedes Loring: “Si pudiese cumplir mi sueño de ver al Papa, le diría que se quitase el sombrero y que se lo quite también a los obispos”
La hermana Mercedes Loring, de 95 años, dedicó la vida a promover a los pobres en Ecuador y en España
“Unos comunistas agresivos mataron a mi padre y mi madre se quedó viuda, a los 35 años, con cinco hijas y tres hijos. Pasamos a ser pobres y hasta a pasar hambre”
'Centro de Cultura Popular la Asunción” en Hospitalet, que todavía existe y ha homenajeado a su fundadora recientemente
“No le tengo miedo a la muerte y siempre le digo a Dios: 'Señor, ¿cuándo me vas a llevar?”.
“Lo que tiene que hacer la jerarquía de la Iglesia española es dejar de estar tan vinculada a la derecha y abandonar el poder, porque Cristo no lo quiere y la gente tampoco”.
Entre los políticos, le gustan Sánchez e Iglesias, porque “luchan contra la desigualdad”, pero no Casado “que sólo sabe insultar, sin hacer propuestas positivas”
'Centro de Cultura Popular la Asunción” en Hospitalet, que todavía existe y ha homenajeado a su fundadora recientemente
“No le tengo miedo a la muerte y siempre le digo a Dios: 'Señor, ¿cuándo me vas a llevar?”.
“Lo que tiene que hacer la jerarquía de la Iglesia española es dejar de estar tan vinculada a la derecha y abandonar el poder, porque Cristo no lo quiere y la gente tampoco”.
Entre los políticos, le gustan Sánchez e Iglesias, porque “luchan contra la desigualdad”, pero no Casado “que sólo sabe insultar, sin hacer propuestas positivas”
“Lo que tiene que hacer la jerarquía de la Iglesia española es dejar de estar tan vinculada a la derecha y abandonar el poder, porque Cristo no lo quiere y la gente tampoco”.
Entre los políticos, le gustan Sánchez e Iglesias, porque “luchan contra la desigualdad”, pero no Casado “que sólo sabe insultar, sin hacer propuestas positivas”
“¿Sería posible pedir al Papa que suprima esos 'sombreros' inútiles, que dan la impresión de 'alta categoría'? No me imagino a Jesús con esas pretensiones. Sus representantes deben dar testimonio de sencillez, y el solideo ya es suficiente”. Con este simple párrafo y otros dos más en los que nos pedía hacer llegar su petición a Francisco, la hermana Mercedes Loring ha conseguido, en plena pandemia, poner en marcha una campaña, que se está haciendo viral. Con miles de adhesiones de clérigos, teólogos y muchos fieles de España, Europa y América. El 'santo pueblo de Dios' responde a la llamada de esta religiosa, de 95 años. Pero, ¿quién es Mercedes Loring y porqué se le ocurrió esta petición?
“Desde siempre, las mitras episcopales me parecieron 'gorros ridículos'. Últimamente, con el confinamiento, asistí a muchas misas por Internet. En algunas, oficiaban distintos obispos, todos ellos con la consabida mitra. Y el antiguo malestar se me reprodujo. Ese quita y pon de la mitra me parece ridículo y, cuando lo hacen en pandilla varios obispos juntos, todavía más”. Indignada y sin pensárselo dos veces, Mercedes Loring se puso al ordenador (que maneja perfectamente a su edad) y nos mandó un email, pidiendo ayuda.
En ese mismo ordenador está escribiendo los recuerdos de toda una vida, porque se lo pidió una sobrina. “Ya he llegado al año 1920 y sigo escribiendo”, dice contenta por su 'hazaña'. Nada raro en una existencia repleta de llantos y risas, penas y alegrías. Y con un motor siempre fijo en el Evangelio de Jesús, al que se entregó como religiosa allá por el año 1945, a los 20 años.
Hija de una familia acomodada, el primer Loring vino a Málaga, procedente de Estados Unidos, y se dedicó a la exportación. Uno de sus hijos se casó con una hija de Manuel Agustín Heredia, dueño de minas, para el que trabajaban muchos gitanos. “Por eso, muchos gitanos se apellidan Heredia por mi tatarabuelo, al que todo el mundo quería mucho, porque durante la epidemia de cólera en Málaga, pagó a las farmacias para que diesen las medicinas gratis a la gente más pobre”.
Su padre, ingeniero de caminos, tenía una fábrica de aviones. “Nos llevaba en avión a Barcelona, porque mi madre era catalana”. Pero, en tiempos de la República, “unos comunistas agresivos mataron a mi padre y mi madre se quedó viuda, a los 35 años, con cinco hijas y tres hijos”.
Y sus vidas cambiaron por completo. “Pasamos a ser pobres y hasta a pasar hambre y nos pusimos en manos de la Providencia, que nos hizo muchos milagros. Fruto de eso, las cinco hermanas nos hicimos monjas. Y los dos hermanos, jesuitas”, recuerda y se le entrecorta la voz.
De las cinco hermanas, cuatro profesan en la congregación de las religiosas de la Asunción, fundadas en 1839, en París, por Anne-Eugenie Milleret de Brou (María Eugenia de Jesús,en la vida consagrada). Y los dos hermanos hacen lo propio en la Compañía de Jesús, donde llegaron a ser reconocidos: Jorge Loring, como escritor, conferenciante y director de Ejercicios Espirituales, y Jaime Loring, como fundador de ETEA, la matriz de lo que ahora es la Universidad Loyola.
Y a los 20 añitos, recién cumplidos, Mercedes se fue al convento y dejó atrás su vida de chica primero rica y, después, pobre, y su primera vocación: ser bailarina. “¡Me gustaba tanto bailar! Pero como los curas decían que era pecado, no podía hacerlo”.
Ya de monja, la congregación la mandó a Inglaterra a estudiar inglés y, después, como siempre le gustó lo social, se fue a Ecuador. Y en el Kilómetro cinco, uno de los barrios más pobres de Guayaquil, dirigió un colegio de la asociación de los jesuitas 'Fe y Alegría', en pleno cerro, que es como en Latinoamérica, llaman a las zonas de chabolas.
Con el paso del tiempo, el cerro se fue llenando de pobladores y los dueños de los terrenos los querían echar con policías y perros. “Fui a hablar con el Gobernador y conseguí que los dejasen quedarse e ir pagando muy poco a poco sus terrenitos”, recuerda la hermana Mercedes.
Evidentemente, el estar al lado de los más pobres le granjeó muchos amigos (“la gente responde, cuando te das”) y algunos enemigos dentro y fuera. “Algunas hermanas, pensando que me hacían un bien, me decían que me dedicase a los colegios de la congregación y a cosas religiosas. Pero Dios me ha llevado siempre a hacer lo que jamás pensé que podía hacer”.
Y de Guayaquil pasó a Barcelona y, en la Ciudad Condal, volvió a calcar su esquema vital: “En un barrio muy obrero, puse un centro de adultos y me dediqué a dar clases a las madres. Empecé con seis mujeres y terminé con 480 adultos”.
Un centro con buenos cimientos, porque todavía hoy existe el 'Centro de Cultura Popular la Asunción' en Hospitalet. De hecho, “las primera mujeres que comenzaron conmigo son ahora las directoras, a las que, por cierto, también enseñé a bailar”. Y su recuerdo permanece vivo.
Por eso, cuando cumplió los 95 años, “un sobrino pidió que me dejasen ir a Barcelona y fui a Hospitalet y me hicieron una fiesta grande, con banquete y placa, todo un homenaje”, que Mercedes agradeció con su sonrisa de siempre.
Y de Barcelona a Madrid, porque, como cualquier monja, la hermana Mercedes vivió toda su vida con la tienda a cuestas, pero para montarla siempre entre los necesitados. Hace ahora 20 años, llegó a Madrid y se enraizó en el barrio obrero de Tetuán, concretamente en la parroquia de San Antonio de los capuchinos. Y allí, a sus 75 años, comenzó de nuevo a “dar clases de inglés y de baile a los emigrantes”, que se apuntaban a sus clases, tanto de idioma como de baile, “a montones”, quizás porque se sentían queridos y valorados.
En Tetuán también rompió el círculo eclesiástico y se enroló en la asociación laica 'La Enredadera' y más en concreto en “el grupo de los Invisibles, que ayudan a todos y luchan por la renta básica, y no son de Iglesia”.
Ahora, ya requetejubilada, vive en la residencia que la congregación tiene para las hermanas ancianas en Navas de Riofrío (Segovia), donde sigue rezando, porque “la oración es la base” (sobre todo el oficio divino y la adoración al Santísimo) y trabajando. “Tengo una salud estupenda y eso me permite cuidar a las más jóvenes que yo”.
Y, aunque, en su propia residencia falleció alguna hermana al principio de la pandemia, Sor Mercedes no le tiene miedo al coronavirus: “Porque no le tengo miedo a la muerte y siempre le digo a Dios: 'Señor, ¿cuándo me vas a llevar?”.
Después de tanto años de monja, Mercedes Loring sigue enamorada de su vocación, aunque cree que “la vida religiosa tiene futuro, si cambia en profundidad; no va a morir, pero tiene que ser diferente y al estilo de la sociedad moderna”. Más aun, cree que, para atraer de nuevo a los jóvenes a la vida religiosa hay que “buscar nuevas formas de vivir en comunidad y quizás tenga que haber votos temporales, porque los perpetuos le asustan a los jóvenes de hoy que, sin embargo, siguen siendo generosos para responder a la llamada del Señor y a las necesidades de los más pobres”.
Desde su atalaya de los 95 años, la hermana Mercedes también está viviendo con preocupación la actual situación política española. Y, como en todos los demás ámbitos, también en éste dice lo que siente y lo que piensa abiertamente. “Tengo mucha confianza en Pedro Sánchez, que tiene voluntad y ganas de acabar con la desigualdad social que tanto ha crecido en tiempos de Mariano Rajoy”, dice.
También le gusta Pablo Iglesias, pero no el otro Pablo, Casado. “Pablo Iglesias me parece muy idealista, pero tiene buena voluntad, aunque a mucha gente no le guste. A mí, el que no me gusta nada es Pablo Casado, que sólo sabe insultar, sin hacer propuestas positivas y parece que lo único que quiere es quitar a Sánchez, para ponerse él”.
La religiosa también se muestra crítica con la jerarquía de la Iglesia española. “Lo que más me apena es que muchos obispos se identifican con la derecha. Aunque no todos. Por ejemplo, es una buena persona, dialogante y que intenta ser de todos”, dice. Y añade : “Lo que tiene que hacer la jerarquía de la Iglesia española es dejar de estar tan vinculada a la derecha y abandonar el poder, porque Cristo no lo quiere y la gente tampoco”.
Y se atreve, incluso, la hermana Mercedes a darles un consejo a los prelados: “que hagan lo que está haciendo el Papa Francisco, que es sencillo y humilde, y está con los pobres”. Por eso, le “encanta” y, si lo pudiese ver algún día (es uno de sus sueños) le diría, entre otras cosas: “Que se quitase el gorro y se lo quitase a los obispos. Porque, además, estoy segura de que, si el pueblo lo pide, Francisco estará encantado de suprimir las mitras”.