"Enséñanos a vivir la esperanza del dolor" Plegaria ante la catástrofe de Valencia
"Enséñanos a sentir con plena seguridad / que después del sufrimiento, /amaneceremos de nuevo a un mundo se nos presentará / empapado en claridad"
| Antonio Díaz Tortajada, sacerdote
Plegaria
Dios y Señor de todo este mundo transitorio
que te compadeces y nos das la vida y el amor:
escucha nuestras oraciones y que nuestros gritos lleguen a Ti;
lloramos con nuestro pueblo, de Valencia;
escucha tu los lamentos desconsolados de niños y de mayores,
y haznos sentir la amargura y desesperación
de quienes buscan a sus seres queridos entre el agua y el barro.
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Queremos ponernos en tus manos, Padre bueno,
para que nos cuides a todos y cada uno de nosotros.
Nos unimos en oración esperanzada
porque necesitamos de tu amparo y de tu protección,
pues sabemos que Tú todo lo haces posible
y que no nos dejas solos en ningún instante de nuestras vidas.
En medio de nuestra oración en estos momentos de dolor
nos hemos preguntado, ¿dónde te escondes, Señor, que no te vemos?
A veces nos gustaría tener una respuesta fácil,
saber dónde estás cuando pasan estas cosas,
pero nuestra relación contigo no es algo mágico.
Sabemos que no te escondes para no embarrarte,
ni estás mirando como ausente lo que estamos viviendo,
pero desde nuestro dolor y con nuestras manos manchadas
deseamos ver tu rostro Señor,
en medio de este acontecimiento como la DANA
que nos ha golpeado a todos muchísimo.
Permanece cerca de nosotros en estos momentos de angustia.
Conforta a todos aquellos cuyos hogares han sido arrasados.
Consuela y fortalece a todos los que han perdido a sus seres.
Llena con tu paz a los que esperan
en medio del miedo y la incertidumbre.
Que te veamos más allá de lo que nos está permitido,
que veamos el corazón humano cuando le inunda los temores y los miedos.
Y como no entendemos este misterio,
inevitablemente nos tenemos que hacer preguntas.
Te hemos visto pisando nuestras calles,
y entre papa y pala quitando el barro, llevando la esperanza,
de que Tú nos abrazas con tu Muerte y Resurrección,
aunque ahora no podamos entender nada.
Sabemos que Tú incluso comprendes la indignación
que nos causan estos hechos que nos desbordan,
oprimen y arrebatan las vidas de tantos seres queridos.
Estas calles cargadas de dolor, rabia y muerte
que encogen el corazón para soportar tanta angustia
que las manos de nuestros hermanos sean tus manos, Señor.
Queremos que ellas sean el lugar al que Tú acudes
para acompañarnos, cuando viene la hora de soledad en este destierro.
Señor, queremos sentirte muy cerca en estos momentos duros
en los que vemos que nuestro mundo se desvanecerse.
Y sabemos que Tú estás con nosotros
cubriendo con tus dos alas la soledad de nuestras alma,
la angustia de nuestro dolor, y la ausencia de nuestros seres queridos.
Y que sólo si es así, con nuestros huesos derrotados
y nuestra piel cubierta con la arcilla de este barro
aunque no te veamos es el fondo de este infierno humano el lugar,
donde Tú nos recoges y nos haces hijos de la Eternidad.
En estos momentos sólo queremos estar unidos a Ti
que eres el único que en medio de tanta oscuridad
puedes darnos la luz y la paz que tanto necesitamos.
Sabemos que este desastre también es producto
de nuestro descuido, y de nuestra indiferencia,
pues sabemos que Tú creaste todo lo existente,
pero fue la mano del hombre quien no cuidó la tierra
que Tú nos diste por hogar.
Por eso hoy, Señor, reconocemos las culpas
de lo que haya sido falta por nuestra responsabilidad,
y te pedimos perdón con un corazón arrepentido.
Enséñanos a vivir la esperanza del dolor.
Enséñanos a sentir con plena seguridad
que después del sufrimiento,
amaneceremos de nuevo a un mundo se nos presentará
empapado en claridad.
Oh, Virgen, Madre de los Desamparados,
te pedimos que intercedas con tu Hijo en favor nuestro,
para que, asumiendo esta tragedia humana
y animados con un verdadero espíritu de gratitud,
hacia los que han extendido su mano generosa ante tanta necesidad
sigamos los pasos de tu Hijo Jesucristo.
Amén.