Desinfectar las iglesias, ¿un riesgo para el patrimonio histórico?

Ahora, como en los tiempos de la peste, las piedras serán testigos de un nuevo 'encalado', muy distinto al que ordenara en su día Carlos III y que borró muchas de las policromías de nuestro templos para luchar contra la 'Peste de Pasajes'

No se deben realizar desinfecciones con productos corrosivos, como la lejía o el amoniaco, ni con agua y jabón o pulverizaciones sobre bienes muebles, esculturas, retablos, pintura, marcos y orfebrería para proteger este patrimonio artístico

Desinfección de un templo en Irak Efe

Lejía, amoniaco, etanol, productos corrosivos... Buena parte de nuestras 23.000 parroquias son edificios con varios siglos de historia. Entre sus muros se han escrito buena parte de los hitos de lo que hoy consideramos España.

Ahora, como en los tiempos de la peste, las piedras serán testigos de un nuevo 'encalado', muy distinto al que ordenara en su día Carlos III y que borró muchas de las policromías de nuestro templos para luchar contra la 'Peste de Pasajes', que también vació de muertos los templos y supuso la creación de los cementerios civiles.

Y es que, en la Iglesia de la post-pandemia, los templos serán objeto de continuas desinfecciones para asegurar la limpieza de los mismos y minimizar los riesgos de contagio, lo que podría suponer un peligro para el patrimonio histórico-artístico de la Iglesia española. 

Protocolo de desinfección

Conscientes de ello, el departamento de patrimonio del Obispado de Málaga ha difundido unas directrices sobre las medidas de desinfección de los templos, en función de las fases de desescalada anunciadas por el Ejecutivo. Unas medidas que siguen las recomendaciones del  Instituto del Patrimonio Cultural Español, y que no aconseja realizar fumigaciones o pulverizaciones dentro de los templos porque, tras toda esta etapa sin cultos públicos, resulta "poco probable" la existencia del virus en el ambiente.

Operarios fumigan un templo católico en Italia

No obstante, sí pide que se limpien a conciencia los espacios en los que el sacerdote haya celebrado misa a puerta cerrada, para lo que se recomienda una pulverización controlada con ozono. ¿Con qué? "Preferentemente", apunta el Obispado, con etanol disuelto al 70% en agua,  puertas, bancos, reclinatorios, confesionarios o pilas de agua bendita, así como las zonas que hayan podido ser tocadas por los visitantes.

Un protocolo de limpieza que debe mantenerse "de forma  permanente, una vez que se vuelva a la normalidad, para evitar la difusión de cualquier patógeno", señala el documento, que incide especialmente en que no se deben realizar desinfecciones con productos corrosivos, como la lejía o el amoniaco, ni con agua y jabón o pulverizaciones sobre bienes muebles,  esculturas, retablos, pintura, marcos y orfebrería para proteger este patrimonio artístico. No obstante, sí pide extremar la limpieza de los objetos y las vestimentas que los sacerdotes utilizan en las misas.