El Arzobispado de Madrid, “ante la inhumanidad de los sucesos de Melilla-Nador” “No siempre los cristianos estamos libres de aporofobia y racismo ante las personas que migran"
La Delegación Episcopal de Movilidad Humana advierte también contra "planteamientos ideológicos no acordes con el Dios que no quiere ‘que se pierda ni uno de estos pequeños’”
El comunicado recuerda el mensaje del papa Francisco para la próxima Jornada Mundial del Migrante y del Refugiado en el que señala que “construir el futuro con los migrantes y los refugiados significa también reconocer y valorar lo que cada uno de ellos puede aportar al proceso de edificación"
| RD/Infomadrid
“No siempre los cristianos de Madrid estamos libres de actitudes y hechos que muestran aporofobia, racismo, falta de fraternidad ante las personas que migran, y planteamientos ideológicos no acordes con el Dios que no quiere ‘que se pierda ni uno de estos pequeños’”.
Es el lamento de la Delegación Episcopal de Movilidad Humana del Arzobispado de Madrid ante los hechos ocurridos el pasado 24 de junio a uno y otro lado de la valla fronteriza entre Melilla y Nador, en el que fallecieron al menos 23 inmigrantes, y que “nos hace, una vez más, unir nuestro dolor a los de las personas fallecidas en tales hechos, que encomendamos al Abrazo del Buen Abba Dios”, según señala el texto, que lleva la firma del dejado Rufino García Antón, y cuyo título es un inequívoco “ante la inhumanidad de los sucesos de Melilla-Nador”.
Ser presencia viva del Evangelio
“Lamentamos también las heridas que han sufrido bastantes personas, sean de la etnia o nacionalidad que sean”, añade la nota, que recuerda a las comunidades cristianas que “estamos llamados a ser presencia viva del Evangelio del Reino” y que, en palabras del papa Francisco para la próxima Jornada Mundial del Migrante y del Refugiado (el 25 de septiembre), recuerda que “construir el futuro con los migrantes y los refugiados significa también reconocer y valorar lo que cada uno de ellos puede aportar al proceso de edificación. Me gusta ver este enfoque del fenómeno migratorio en una visión profética de Isaías, en la que los extranjeros no figuran como invasores y destructores, sino como trabajadores bien dispuestos que reconstruyen las murallas de la Nueva Jerusalén, la Jerusalén abierta a todos los pueblos”.
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