"Los laicos no bendicen a la manera de los ministros ordenados ¿Cuál es la diferencia?" La bendición del diácono

La bendición del diácono
La bendición del diácono

"¿Cuál es la diferencia entre la bendición de un ministro, con la que dan los consagrados o los laicos?"

"A los diáconos les compete, sobre todo, aquellas bendiciones que afectan a la comunidad a la que prestan su servicio y la fórmula es distinta"

"Por supuesto pueden bendecir objetos utilizados en las devociones religiosa, el agua bendita, as viviendas particulares, coches, rosarios, mascotas y también personas… Donde especialmente debe hacerse presente la bendición del diácono es en su propia familia"

"Bueno, tal vez si tuviera que recordar el momento más entrañable en el que he bendecido sea alguna noche de frío invernal con las misioneras visitando a los pobres que viven en la calle"

Al finalizar la ceremonia de ordenación de un presbítero se tiene por costumbre que al ir a felicitarle por su nuevo ministerio se le besen las manos recién crismadas. Pues en el caso de la ordenación de un diácono es costumbre acercarse al recién ordenado y pedirle la bendición. 

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Las misioneras de la caridad de la Madre Teresa de Calcuta, tienen como costumbre que siempre que despiden a una misionera que ocupa cargos de responsabilidad, por ejemplo las superiores regionales, les piden la bendición y estas les ponen las manos sobre su cabeza y rezan.

Bendiciendo
Bendiciendo

Sin duda una venduta despedida, pero salta la pregunta de cuál es la diferencia entre la bendición de un ministro, con la que dan los consagrados o los laicos

Nos cuentan las crónicas que San francisco, por humildad rechazó ser ordenado presbítero, pero accedió a ser diácono para poder bendecir. ¿Y qué tiene de especial que esa bendición sea impartida por Francisco de Asís, diácono, respecto a la bendición que daba antes de ordenarse?

Pues cabría señalar que los laicos no bendicen a la manera de los ministros ordenados. Cuando «dirigen» o «guían» una celebración de la Palabra o una Asamblea dominical en ausencia del presbítero (o del diácono), no se dirigen a la Asamblea con el «vosotros«, sino que se incluyen en la solicitud de bendición, («sobre nosotros«), santiguándose y diciendo: «El Señor nos bendiga y nos guarde...» sin hacer la señal de la cruz sobe la asamblea.

Tampoco utilizan la fórmula bíblica «El Señor esté con vosotros«., ya que la respuesta «Y con tu espíritu» alude a la imposición de las manos que ha constituido una persona en ministro ordenado. Habría que señalar que la bendición, en la liturgia, es un ritual por el cual un ministro ordenado santifica a personas o cosas para el servicio divino o invoca el favor divino, como sinónimo de alabar (Cf. Salmo 33, 1), expresando el deseo de bienestar espiritual (Cf. Salmo 127, 2), o la santificación o dedicación de persona o cosa ( Cf. Mateo 26, 26). Cabe recalcar que las bendiciones son litúrgicamente hablando sacramentales, no son sacramentos por lo que no fueron instituidas por Cristo; no confieren gracia santificante; no producen su efecto en virtud del rito mismo ex opere operato. La bendición invoca el apoyo activo de Dios para el bienestar de la persona, habla del agradecimiento, implica salud, provisión y felicidad en la persona que recibe buenos deseos de nuestra parte.

Bendiciendo
Bendiciendo

El ministro ordenado que las imparte es representante de la Iglesia según sus distintos niveles: El diácono imparte la bendición al final de las celebraciones litúrgicas, y en muchas otras celebraciones, como la bendición nupcial, y casi todas las bendiciones sobre personas u objetos del Bendicional. A los diáconos les compete, sobre todo, aquellas bendiciones que afectan a la comunidad a la que prestan su servicio. Un diácono «sólo puede impartir aquellas bendiciones que están permitidas expresamente para él por la ley» (can. 1169 § 3). Por ejemplo, a los diáconos pueden dar bendiciones en todas las celebraciones litúrgicas que presidan (Bautismo, Bendición Nupcial, Liturgia de las Horas, Exposición del Santísimo con Bendición Solmene, exequias, celebración de la Palabra o la comunión fuera de la misa en iglesias o llevándola a los enfermos, etc).

Por supuesto pueden bendecir medallas, estatuillas crucifijos o imágenes que se mostrarán en una iglesia o capilla, escapularios, rosarios, u otros artículos utilizados en las devociones religiosas. Los diáconos también pueden bendecir el agua bendita, con el rito Novus Ordo, pero sólo fuera del contexto de la Santa Misa (obviamente en la Misa un sacerdote está presente). Los diáconos pueden bendecir las viviendas particulares, coches, rosarios, mascotas y también personas.

Donde especialmente debe hacerse presente la bendición del diácono esen su propia familia, qué entrañable es cuando el diácono, se acerca cada noche a la habitación de sus hijos para despedirles con una bendición y como cuando sus hijos se van haciendo mayores, estos acuden al padre para despedirse cada noche y le piden la bendición. También es importante si el diácono está rezando con su mujer, laudes o vísperas y acaba bendiciéndola a ella, como marca la liturgia de las horas presidida por un ministro. No en pocas ocasiones familiares amigos piden el diácono, que bendiga su hogar o su automóvil o mascotas. En mi caso, cuando me he reunido con muchos presbíteros, por ejemplo en reuniones de arciprestazgo, estos si hay comida, piden que sea yo como diácono, el que haga la bendición antes de comer.

Bueno, tal vez si tuviera que recordar el momento más entrañable en el que he bendecido sea alguna noche de frío invernal con las misioneras visitando a los pobres que viven en la calle, y estas acostumbran a regalar como hacía Santa Teresa de Calcuta, la medalla Milagrosa, y cuando aquella persona la recibe y les pide a ellas que la bendiga, estas le dicen  “mira aquí tenemos a un diácono, que te la bendiga él”, y yo ante el mismo Jesucristo que está en ese pobre entre los pobres, imparto aquella bendición del santo de Asís: “El Señor te bendiga y te guarde, te muestre su rostro y tenga misericordia de ti, te mire benignamente y te conceda la paz. El Señor te bendiga en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.”

Bendecir
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