Disculpen. Por favor, no me esperen

Querid@s amig@s colaboradores y cooperantes en la lucha por un mundo mejor.


Nota.-El año 2009 os enviábamos este comentario en torno a la Navidad, y lamentablemente tenemos que volver a hacerlo porque no solo sigue de actualidad, sino que en algunos aspectos, bastantes, aun estamos peor, incluso mucho peor como el cambio climático, la emigración o la desigualdad.

Sí me esperen los que con el Hermano Francisco quieren y luchan por una Iglesia nueva, fiel a mi Evangelio, fiel al hombre y a la Madre Tierra, comprometida con la igual dignidad de todos los hombres y mujeres, y con la Madre de todas las madres, la Madre-Tierra


Soy Jesús de Nazaret y les quiero pedir disculpas porque estoy disgustado y no tengo ganas de celebrar la Navidad con ustedes. Por favor, no me esperen y:

Disculpen... porque gastan mucho en comidas y cenas mientras yo me estoy muriendo de hambre en el Congo, en Guinea, en Colombia, en Somalia, en Nicaragua, en Guatemala, en Sudán, en Honduras donde ando, día y noche, como un niño o una niña más, tirado en la calle abusado por todos y perseguido por la policía; y así en muchos más sitios como Brasil o Bugorbe en la R.D. del Congo donde abusan de mi ya en niñas de meses y menores de 10 años: mi vagina ya resulta imposible de reconstruir, si no me dejan ya muerta; y así seguirá sucediendo mientras las multinacionales de sus países ricos vengan a mi país a explotar el coltán para sus móviles, ordenadores y toda clase de aparatos (Ver Mundo Negro, noviembre de 2015). Mientras ustedes toman cava o champagne burbujeantes, más de la mitad de los que vivimos en Somalia, Guinea o el Congo (R.D.) no tenemos ni agua para beber.


Disculpen... porque gastan mucho en regalos innecesarios entre adultos y con niños, mientras que cada día que pasa yo me muero injustamente de hambre, de sed y de falta de vacunas en en millones de niños pobres, porque no me quieren vacunar: dicen, como el presidente de Ruanda, que así nos morimos primero y hay menos bocas que alimentar. Mi vida no vale nada.

Disculpen... porque sigo siendo ahora, como lo fui en Egipto con mis padres, extranjero y emigrante, intentando salir de la miseria, de la persecución, o de la guerra como o ahora en Siria, arriesgando mucho mi vida en pateras o escondido en camiones de doble fondo en México, o vagando campo a través, incluso atravesando desiertos como el de California o el Sahara, para unirme a ustedes, pero no me dejan entrar en sus países ricos, me ponen vallas y muros de hormigón, discuten entre ustedes a ver quien acoge menos, o se desentienden totalmente como los ingleses, y además hacen leyes para expulsarme.

Disculpen... porque en sus países desarrollados por Navidad organizan músicas, cenas, colectas, para ayudar a los pobres. Así ustedes ya se quedan tranquilos, pero a mi no me sacan de la pobreza, de la tristeza, de la desilusión por la vida; colocan luces muy bonitas por las calles pero yo duermo a oscuras: en Sudán solo 5 de cada 100 personas tenemos luz; en Tanzania no tengo ni 1 médico por 100.000 habitantes.

Disculpen... porque ustedes ponen nacimientos muy adornados, cantan villancicos, se disfrazan de reyes, organizan conciertos y desfiles de suntuosas carrozas, mientras yo en el Tercer Mundo no tengo ni un medico ni un hospital para nacer, sino tan solo una choza, una chabola o una covacha de palos y cartón en el basureo de Guatemala, o de Lima, o Colombia, y mi madre no tiene qué comer y sus pechos no producen leche y me paso el día y la noche llorando de hambre. Y me acabo muriendo, antes de los cuatro años, en la mayoría de esos niños.

Disculpen... porque ustedes tienen mucho dinero para construir o renovar iglesias, pinturas, poner calefacciones, comprar cálices, custodias, sagrarios, manteles, mientras que a mi me dejan morir injustamente, fuera del templo, de hambre, de frío, de enfermedad, de abandono, de desamparo, de impotencia, o sangrando enganchado a las concertinas de las vallas de Ceuta y Melilla...

Disculpen... porque ustedes son ricos, algunos muy ricos, porque me quitaron antes y ahora, las materias primas de mi país para llevarlas a Europa, EE.UU. Canadá, China, Japón... Así ustedes son cada vez más ricos, y yo más pobre en los empobrecidos que ustedes producen. Ahora también me quitan la tierra en Africa, por millones de hectáreas, para producir alimentos para sus países y no me queda ni siquiera donde construir una chabola, y me convierten en emigrante sin rumbo, triste y desesperado.

Disculpen... porque ustedes, los países ricos del Norte gastan mucho en fabricar armas cada vez más destructoras para que maten en los países del Sur y tenernos dominados. Con tan solo 2 misiles me podrían construir un colegio, con 3 tanques un hospital, con un caza 25 colegios, y con un portaaviones como los de los EE.UU. 500 colegios o 50 hospitales. ¡No les de mucha pena gastar tanto para la muerte en vez de hacerlo para la vida!

Disculpen... porque ustedes piensan que en Somalia todos somos piratas para secuestrar sus barcos de pesca, pero se olvidan que ustedes, europeos, norteamericanos, chinos y japoneses sí fueron primero los verdaderos piratas, porque aprovechándose de nuestro débil gobierno, ya por los años 90, fueron a tirar sus residuos tóxicos delante de nuestras playas y costas, y así el año 2005 un tsunami sacó a flote los bidones corroídos y otras muchas inmundicias. Esta porquería nos causó úlceras, cánceres, malformaciones genéticas y muchas muertes. ¿Por qué no dejan esa basura en sus propios países y la traen a los nuestros? Esto es una gran ofensa, una horrible injusticia.

Disculpen... porque cuando agotaron las reservas de pesca en sus mares, se vinieron con sus potentes barcos y tecnología (más de 800) a pescar a nuestras aguas territoriales de Somalia, y así los que antes vivíamos de la pesca solo para nuestro consumo y conservábamos el equilibrio marino, ustedes lo están echado a perder. Y con sus armas modernas no vienen a cazar a nuestras reservas de Africa por necesidad, sino por lujo y diversión. Sus barcos y aviones vienen cargados de armas, y marchan de aquí con nuestras materias primas y nuestro pescado con destino a Europa, como los filetes de mero del lago Victoria, mientras aquí nos dejan las cabezas y las espinas, y en las pesquerías me tratan como esclavo, sin techo, sin seguro, sin sanidad, sin nada.

Disculpen... porque en lugar de darnos herramientas para cultivar la tierra, les venden armas a nuestros gobiernos y militares para tenernos dominados, que nos matemos unos a otros en guerras intestinas, y mientras tanto ustedes se hacen cada vez más dueños de nuestros bienes, e invierten cada año en gastos militares más de 1,5 billones de €. Con mucho menos que eso me quitaban para siempre el hambre, la sed, la incultura, el subdesarrollo...

Disculpen... porque esa que llaman iglesia no es mi iglesia, no es la iglesia de mi pueblo, porque muchos de los forman parte de ella o la dirigen y gobiernan no cuentan conmigo; anuncian su iglesia, pero no mi Reino, el Reino de Dios. Apenas me dejan participar algo, casi ni me escuchan, me discriminan en todo el género femenino, como si mi madre no hubiera sido una mujer. Incluso algunos a los que ustedes llaman purpurados, nombre que me ofende, se oponen al Hermano Francisco que quiere renovarla a ella y la fe de mi pueblo.

Disculpen... porque muchos de los llamados a servir a los más inocentes y necesitados, mis preferidos, como son los niños, en los cuales yo estoy presente, han abusado de mi en ellos; han gastado millones en pagar compensaciones de abusos, imposibles de resarcir con dinero, mientras miles de ellos se mueren cada día de hambre y de frío en Africa, América o la India. Ustedes tienen religión, pero no tienen fe. Gastan mucho en cosas no necesarias. Mi templo no son las iglesias, ni las catedrales, ni las cátedras, ni los santuarios, ni los Vaticanos, ni los monasterios. Mi verdadero templo, en el que yo estoy, son los pobres, los niños, los hambrientos, los desnudos, los emigrantes, los explotados, los oprimidos, los encarcelados, los desnudos, los enfermos

Disculpen... porque aprovechan cualquier pretexto, como celebración de centenarios, años de la misericordia como ahoral, años santos o jubileos para hacer excursiones (que ustedes llaman peregrinaciones), visitar santuarios que muy poco tienen de santos, en vez de venir a verme al Congo, a Benarés o Bangladés, a Sudán o Nigeria, para echarme una mano, acompañarme un poco, darme algo de agua o comida, defenderme de quienes me torturan hasta romperme las manos, los brazos o los pies para ponerme a pedir y así dé más pena y ustedes que van de turistas me den, de su riqueza, algo más de "limosna"; pero se marchan y no quieren recibirme en sus países ricos huyendo de la guerra de Siria, que ustedes alimentan con la venta de sus armas, y yo, inocente, soy la víctima menos culpable.

Disculpen... porque ustedes, los ricos y poderosos y quienes les siguen, están destruyendo la Madre Tierra, contaminándola, deforestándola, enfermándola, subiéndole la fiebre, esquilmándola con el consumismo y el despilfarro, pues tiran todos los días toneladas de comida y ropa a la basura. Es su Madre, y lo saben, pero ustedes son sus malos hijos porque no la cuidan, no la quieren como ella los quiere a ustedes, pues, aun así, enferma como está, produce de sobra para todos, pero algunos de ustedes lo acaparan casi todo, comen la tarta sobre la mesa, y así son cada vez más ricos, mientras que todos los demás están debajo de la mesa, y solo les quedan migajas . En París acaban de reunirse, como lo hicieron ya más veces, y dicen que está muy mal, que hay que cuidarla, que está enferma, que es urgente; firman compromisos pero no quieren comprometerse y ceden ante los intereses del dinero de los más ricos de los ricos, como las multinacionales y sus dueños, y todos se marchan a sus casas y la dejan sola y desamparada...


Pero sí me esperen:

-Los que luchan por la justicia, el amor, la igualdad entre todo el género humano y toda la creación, la solidaridad, la fraternidad, el respeto, la dignidad, la esperanza, la vida, la alegría, la paz...

Pero que sí me esperen:

-Los que desean con toda su fuerza el advenimiento de un mundo mejor, y luchan sin descanso por la plenitud integral del hombre y la naturaleza.

Pero sí me esperen:

-Los que están conmigo en los hambrientos; sedientos; enfermos; desnudos; emigrantes de Africa, de América o de Siria; encarcelados, llenos, sobre todo estos días de Navidad, de tristeza, de soledad, de vacío interior, y espeialmente los que estamos en las cárceles del Tercer Mundo, como los más de 5000 en Kigali, que solo comemos un poco de maíz cocido al día.

Pero sí me esperen:

-Los que entienden que me hice ser humano, esclavo entre esclavos, y luchan conmigo para que todos ustedes alcancen su libertad y su plenitud en este mundo y para siempre.

Pero sí me esperen:

-Los que viven comprometidos con todo esto, porque todo esto es el Reino de Dios.

Pero sí me esperen:

-Los que con el Hermano Francisco quieren y luchan por una Iglesia nueva, fiel a mi Evangelio, fiel al hombre y a la Madre Tierra, comprometida con la igual dignidad de todos los hombres y mujeres, y con la Madre de todas las madres, la Madre-Tierra.

Pero sí me esperen:

-Los que hacen de mi mandamiento del amor la ley de su vida, para amar a todos y a todo.

Estos no necesitan esperarme porque estoy siempre con ellos.

Para el año que viene espero estar con muchos/as más. Un cordial abrazo a todas/os.-Jesús de Nazaret.
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