Gaspar García Laviana y el viacrucis de los empobrecidos de Nicaragua
¿Dónde están hoy los grandes profetas que teníamos en aquellos tiempos, como Oscar Romero, Gerardi, Ignacio Ellacuría, Rutilo Grande, Pere Casaldáliga…?
Porque siguen siendo imprescindibles. Francisco de Roma lo fue en la R.D. del Congo pero los grandes medios silenciaron su denuncia.
| Faustino Vilabrille
Gaspar García Laviana fue un sacerdote y misionero asturiano que vivió su fe y su compromiso cristiano en Nicaragua en tiempos de la férrea dictadura de Somoza, comprometido, como gran profeta, con los sectores más pobres y necesitados, como los campesinos, denunciando a sus opresores, como lo hace en el siguiente Viacrucis.
¿Dónde están hoy los profetas que teníamos en aquellos tiempos, como Oscar Romero, Gerardi, Ignacio Ellacuría, Rutilo Grande, Pere Casaldáliga…?
Este Viacrucis, compuesto por Gaspar y su compañero Pedro Regalado, fue procesionado el Viernes Santo 12 de abril de 1974, en las calles de las parroquias de Nicaragua que los dos atendían.
Jesús dice en el Evangelio que “nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos”. Los amigos de Gaspar fueron los pobres empobrecidos de Nicaragua, y por eso en este Viacrucis realizan una contundente, clara y plenamente comprometida denuncia de la situación de pobreza, explotación y dictadura somocista, apoyada por los Estados Unidos, que sufrían las gentes de sus parroquias, señalando hechos y realidades concretas que padecía el pueblo oprimido.
Testigos así de Jesucristo y su Mensaje, está necesitando con mucha urgencia el mundo actual.
Deseamos encarecidamente que su atenta lectura nos sirva de reflexión para este sábado santo de 2023:
Primera estación: Jesús condenado a muerte
¿Por quién y por qué es condenado a muerte?
Mateo 26, 3: los sumos sacerdotes, los senadores del pueblo, los letrados y fariseos, reunidos en casa del Sumo Sacerdote, deciden coger a Jesús a traición y darle muerte. Es fácil descubrir la causa. Estorba a sus intereses políticos, religiosos y sabre todo a sus intereses económicos. El amigo vende al Amigo. Treinta monedas es el precio. Compra una cuerda y amanece colgado de un árbol. El amigo colgado del árbol.
La madre vende a la hija por una cerda. Treinta monedas valía la cerda. La niña tiene solo nueve años. El ahora dueño, clavadas ventanas y puertas, deja encerrada a la niña todo el día. Nadie puede saber lo que hay dentro de su casa.
"No tengas miedo", le dice el nuevo amo. "Fuera hay dos mastines para que te protejan. No se te ocurra salir, pues a ti no te conocen".
La niña se llama Filomena Alvarado. Desde los nueve años esta encerrada en una cárcel. Es analfabeta, no ha recibido los sacramentos, está condenada a muerte.
"Lo que a uno de estos le hicisteis a mi me lo hicisteis".
Muchos niños están condenados a muerte antes de nacer. Aquí, en Nicaragua, el 50 % de los niños que nacen no llegan a los cinco años. "Cristos" condenados a muerte, sin médicos ni medicinas que los curen, sin maestros ni padres que los eduquen, desnudos de todos los derechos, sin comida, sin agua potable. cómo van a sobrevivir? Campesino, quien te ha condenado hoy a morir no es solo el sistema, son las personas avarientas que tienen lo tuyo y lo suyo.
Segunda estación: Jesús carga con la cruz
¡Que aguante! Veinte siglos cargando con la cruz pesada del campesino.
Cuatro hijos vivos y tres muertos tiene Maria. No tiene ni un pedacito de tierra para enterrar a sus muertos. Miles de hectáreas tiene el patrón. Tiene que venir a San Juan a enterrar a sus hijos, cruzando ríos y miles de peligros. Tiene que pasar, como manda la ley, por delante de la iglesia, que toca a muerto las campanas previo pago de un canon parroquial.
Campesino, eres el rostro sufriente de Jesús Nazareno! Todo lo que tenga que ver con Jesús tiene que ver con todos ustedes. Lo que tenga que ver con ustedes, tiene que ver con Jesús.
Tercera estación: Jesús cae por primera vez
Lucas 23, 34: un tropel de gente acude al espectáculo. Si, a pasárselo bien en el espectáculo público. El jolgorio, el griterío. Latigazo va, latigazo viene. A ver cómo cae, a ver cómo se levanta, cómo le clavan, cómo grita, cómo maldice, cómo se retuerce. Acuden también a ver la desnudez de esos tres hombres crucificados.
Se lo están pasando bien. El espectáculo es largo y gratuito.
Toda Judea ha venido a ver la ejecución de estos tres reos.
Nosotros no hemos venido hoy aquí como espectadores o como actores sufrientes, como reos que nos han condenado a muerte. Tu y yo somos los condenados a morir de hambre, de sed física y de injusticia. Estamos desnudos, con desnudez total, sin casa, sin esperanza, sin consuelo, sin paz, sin amor.
Cae aplastado por el peso de la cruz y por el peso del hambre que lleva encima. No puede con la carga que le hemos echado. De sol a sol con el machete, cuarenta grados de temperatura, un calabazo de agua (calabaza hueca para llevar agua) y cinco córdobas al día.
Cuarta estación: Jesús encuentra a su madre
Madre e hijo se miran a los ojos. Comparten el dolor.
Madres nicaragüenses, muchas de ustedes, padres y madres a la vez, enjugando el sufrimiento de vuestros hijos empanzados de parásitos, sin vacunas, sin escuela. Sois valientes y decididas, esperando como María el día de la resurrección. Os digo que ese día llegara muy pronto, que la resurrección de la nueva Nicaragua está ya muy próxima.
Quinta estación: El Cirineo ayuda a Jesús a llevar la cruz
Hermanos, eso pensamos Regalado y yo. Somos poca cosa y pocas fuerzas tenemos para ser vuestros cirineos, para ayudaros a llevar la pesada carga que os han echado encima. Sabéis que podéis contar con nosotros día y noche para quitar de vuestros hombros ese lastre, esa injusticia que os han cargado en vuestros débiles hombros.
Muchos sacerdotes, muchos letrados, muchos fariseos van en la comitiva. Ni una mano ponen en la cruz para ayudar a llevar la carga a Jesús. Cansado viene un campesino del duro trabajo del día. Es obligado por los de arriba a llevar la carga con Jesús. Al principio lo hace de mala gana. A los ojos le mira Jesús y cambió su vida. Cirineos necesitamos para llevar vuestra cruz, vuestra carga. Aliviar el peso que los de arriba han puesto sobre los hombros de Jesús campesino, que son vuestros hombros.
Sexta estación: la Verónica enjuga el rostro de Jesús
A medio camino, sin miedo a nada ni a nadie, una valiente mujer, una madre, sale de entre la multitud, a empujones se abre paso entre la soldadesca y la chusma y te enjuga el rostro, te abraza, te alivia el sufrimiento. Jesús, la bondad infinita, en su paño le dejo impresa su imagen. La Verónica ya la traía en su corazón.
Obligan a un hombre a compartir la carga con Jesús. Los amigos le han dejado solo. Una madre, dispuesta a dar la vida, sale a enjugar el rostro del Nazareno.
Hoy, también ustedes, mujeres de Nicaragua, enjugan el rostro de Cristo sufriente, abandonado en el asilo, en el hospital, en el hospicio, en la cárcel.
"Cirineos" enjugan por todo el mundo el rostro del Cristo sufriente, hambriento, abandonado.
Gracias a todas las "verónicas" de la parroquia, a todas las delegadas de la Palabra, a las "olguitas", a las "merceditas", a las monjas, a las maestras, que estáis aliviando el dolor de Cristo viviente que ya no puede con el peso de la cruz que le hemos echado a sus hombros.
Séptima estación: Jesús cae por segunda vez
El peso que lleva Jesús sobre sus hombros no es el del madero. El verdadero peso es el dolor que lleva el campesino metido en sus entrañas. A esta misma hora Jesús está siendo crucificado en Guatemala, en la Modelo de Managua, en el Salvador, en Guantánamo.
Hoy, Viernes Santo, nos afligimos al ver a Jesús colgado de un madero, pero pasamos de largo o miramos para otro lado, o nos escondemos como Pedro y sus amigos, cuando nos encontramos con el Cristo viviente caído en el camino. Entre todos, como a Jesús, le hemos tirado al suelo para que no levante cabeza, para que no se levante a reclamar sus derechos. Empanzado de parásitos, hambriento, enfermo, desnudo, cómo no va a tropezar y caer al suelo? Es grave el pecado de omisión. Te lavas las manos, como Pilatos, en señal de inocencia. Te callas las injusticias que estas viviendo cada día y te compunges al ver a Jesús caído en el suelo.
Octava estación: Jesús consuela a las mujeres
Un tropel de mujeres sigue a Jesús hasta la cruz. "No lloréis por mi". Voluntariamente he llegado hasta aquí, les dice Jesús. No os compadezcáis por mi, no quiero compasión, no he venido a este mundo a despertar compasión, sino pasión por la justicia y el amor.
Llorad por vosotras, mujeres valientes, honradas, mujeres nicaragüenses. Llorad por mis hijos encomendados a ustedes. En ellos sigo crucificado y con su cruz camino cada día.
Mujeres eran, igual que ustedes. No tienen miedo a la soldadesca, al populacho, a los sacerdotes y fariseos, a los jueces y letrados. Mujeres firmes y valientes ante el opresor, ante el régimen, ante el dictador.
Mujeres que seguís a Jesús dispuestas a dar a luz la nueva Nicaragua. Llegaran días en que se dirá: dichosas las estériles y los pechos que no han amamantado. Esos días ya han llegado. ¿Para qué parir hijos desnudos de todo, hambrientos, empanzados, esclavos del terrateniente, del dictador o de la señora, por nombrarla de alguna manera, del lujurioso, del traficante de órganos y de niños? Muchos de estos niños son metidos como hurones bajo la tierra para extraer el wolframio o las joyas que en la alfombra roja exhibirá la modelo de turno.
Novena estación: Jesús cae por tercera vez
La cruz de la novena estación esta puesta a la espalda de la casa del doctor Caldera.
Esta caída es más dolorosa. La injusticia viene de arriba. No pueden ver que sus hijos estén en pie. Pisoteados, con la bota encima, no se pueden levantar.
Es Cristo que cae con cada campesino explotado, sin tierra para sembrar su pan, sin casa para vivir su vida.
¡Id, malditos al fuego!, porque tuve hambre y me robasteis la tierra. Tuve sed y me envenenasteis los ríos con pesticidas. Terratenientes que amañáis las pesas y medidas para robar a los que cortan vuestros cañaverales y recogen vuestro preciado producto cafetalero.
Por si fuera poco, violan a vuestras hijas y a veces a vuestras esposas y todo queda en la impunidad.
Abogado, el campesino no tiene defensa. Por cuatro reales os dejáis sobornar por el poderoso.
¡Guardia Nacional!, mejor guardianes de los tiranos, de los dictadores. Sanguijuelas que hasta del pobre bicho de las niñas prostitutas os chupáis hasta la última gota de la sangre que les queda. Extorsionistas, serviles de un jefe más corrupto que todos ustedes.
Obispos, curas, frailes, que tenéis abiertas las puertas de vuestro palacio, de vuestros colegios, solo para los ricos, para los que no tienen hambre ni sed y mucho menos sed de justicia.
Médicos, que os aprovecháis de las pocas fuerzas que le quedan a la familia campesina, a la familia sin recursos. Sanguijuelas que chupáis hasta la última gota de sangre al Cristo campesino aplastado por el peso del madero.
Profesionales de la salud, vuestro trabajo es sanar enfermos, ayudar a que nazcan mis hijos. En vuestro provecho usáis los pocos conocimientos que habéis recibido. En vuestra farmacia vendéis a los enfermos las muestras gratuitas y caducadas. En especie cobráis la consulta y las medicinas que la niña campesina no puede pagar. Píldoras abortivas, preservativos, recetas que tu esposa empaqueta y vende en tu farmacia casera.
Este Cristo enfermo es mi hermano campesino, aplastado por el peso de la justicia. Id, malditos, al fuego, porque me estáis robando la poca salud que me queda.
Decima estación: Desnudado de sus vestiduras
Hasta la última prenda te hemos quitado, Jesús. Expuesto en cueros. Sin dignidad como persona. Tu madre y las santas mujeres sufren tus desvergüenzas. En cueros, sin casa, sin comida, sin escuelas, sin medicinas, muchas veces hasta sin padre, tirado en la calle te dejamos.
A la puerta de don Federico Kelly -padre de Frank Kelly- está puesta la cruz de esta estación. Por ahora Federico lleva en su cuenta desniñadas veinte niñas y jovencitas. Cifra corroborada por amigos. Una más se le resiste. La madre ha puesto hoy el precio muy alto. Han dejado sin dignidad, sin virginidad, a mis hijas.
Undécima estación: Es clavado en la cruz
Campesinos, prostitutas, pescadores y estibadores, no podéis bajar del madero al que estáis clavados con cuatro clavos de por vida.
Abogados y jueces os lo impiden, quitándoos la tierra con engaño y quemando vuestro rancho. Os dejaron esclavos del dueño. El obispo y el cura tienen clavado en la cruz, con su silencio, al pobre creyente.
Terratenientes, bien clavado me tenéis para disfrutar de vuestros caprichos. Me habéis dejado sin libertad para vivir mi vida.
"Padre, perdónales, porque no saben lo que hacen". Pero tu y yo si que sabemos lo que están haciendo con estos campesinos. Aquellos pobres soldados eran unos mandados. Cumplían con su cargo, obedientes, sin preguntar. Tu, juez, si que sabes lo que estás haciendo. Quitas la tierra al campesino para dársela al que le sobra, al que te soborna.
El que no sabe lo que están haciendo con él es el campesino. Quinientos años hace que le quitaron su saber y le dejaron sin libertad y pensamiento.
Duodécima estación:muere en la cruz
Un hilito le queda en la vida. Despojado de todo, ha guardado para el último momento lo más valioso que tiene: su Madre. El único bien nos lo entrega en herencia a sus hijos. "¡Madre, ahí tienes a tus hijos! ¡Hijos, ahí tenéis a vuestra madre!". Desde hoy es vuestra madre para siempre.
Sin una madre no hay vida, no hay amor, no hay dulzura, no hay esperanza. Todo te puede fallar en la vida menos tu madre. Jesús nos hace hijos del mismo Padre, hermanos suyos y por madre, la mejor del mundo, su misma Madre.
Hijo, cuida a tu madre. Alíviala de los dolores que los hijastros la están causando.
En muchas ocasiones, como en Fátima o en Lourdes, nos recuerda que es nuestra Madre. Que está pendiente de nuestra vida, que nos tiene presentes ante su Hijo.
Calvario, agonía prolongada. Siglos y siglos agonizando clavado en la cruz. Sin "cirineos", sin "verónicas" a su lado. Sangrante por los caminos del pobre, del campesino, de la mujer objeto.
No pide perdón para los que si saben lo que están haciendo. Comandante, Herodes, Pilatos, escribas y fariseos, sumo sacerdote, dirigentes corruptos que con mentiras y engaños confunden al pueblo para que pida la muerte del inocente.
Decimotercera estación: es bajado de la Cruz y entregado a su madre
Nos trajo la Vida a este mundo y, sin vida, a la Vida le hemos entregado. A la mejor Madre le hemos causado el mayor dolor del mundo.
"Ahí tienes a tus hijos... ", y le quitamos la vida a su hijo.
El capitán reconoce: realmente este hombre era inocente.
Inocente. Aquí, hoy, estamos nosotros para gritar como el capitán: realmente estos campesinos, estas niñas, estos niños son inocentes condenados a muerte.
Hombres honrados, honestos, le bajan de la cruz. A todos nosotros nos pide ayuda para bajar de la Cruz a los "cristos" crucificados de hoy día. No está muy lejos el día que lo conseguiremos.
Decimocuarta estación: Jesús es sepultado
Jose de Arimatea, armado de valor, pide a Pilatos el cuerpo de Jesús para enterrarlo. Era hombre rico y prudente. Suplica a la máxima autoridad de Judea que le entregue a Jesús.
¿Cuántos hombres de los que estamos aquí tenemos agallas para pedir la vida de nuestros "cristos" agonizantes, muertos de por vida? Pilatos y sus esbirros no eran mejores ni peores que Somoza y su gente.
Hoy pedimos que bajen de la Cruz a nuestros cristos muertos de hambre y de sed de justicia.
Jesús no muere para cambiar el sistema, muere para cambiar los corazones, las conciencias. El tuyo y sobre todo el mío.
Su Reino no es de este mundo. Muere para implantar su Reino de amor, de justicia, de paz, para cambiar nuestro modo de pensar, nuestro modo de ser y de vivir. Jesús resucitara en nosotros y en nuestros hermanos pobres, en los campesinos.
NOTA.- Terminado este viacrucis, Emilio, el que llevaba la cruz le dice a Gaspar: “Hoy te la has jugado, no sé si este viacrucis quedará impune”.
Muchos campesinos, invitados por los delegados de la Palabra, participaron de este viacrucis, que en la mayoría de ellos quedó grabado para toda su vida. Se sintieron identificados con el "cirineo" que ayuda a sus hermanos de comunidad a llevar la carga de su cruz.
La dictadura actual de Nicaragua: La lamentable, injusta e indigna dirección política actual de Nicaragua, con la dictadura de Daniel Ortega y Rosario Murillo, haría hoy imposible realizar este viacrucis, pues han prohíbo en esta semana santa a todos los católicos del país realizar procesiones. Además tienen encarcelado al Obispo Rolando Alvarez por ser la voz más crítica de la Iglesia Católica de Nicaragua por criticar los desmanes de la política de Ortega.
Para más información sobre Gaspar García Laviana ver la página WEB del FORO DE CRISTIANOS GASPAR GARCIA LAVIANA
Os deseamos todo bien.-Faustino