Sínodo, ¿para qué?
| Faustino Vilabrile
El Sínodo, ¿Para qué?
Esta semana nos legaron dos noticias contradictorias:
- - Por un lado, unas misioneras, que trabajan en una región de África en extrema pobreza, que nos piden 2500 euros para contratar a 7 trabajadores por un año para un centro de salud. Hechas unas simples cuentas: cada trabajador sale por menos de 1 euro al día, o sea, extrema pobreza: Así, en este mundo de la desigualdad y la injusticia, hay casi 1000 millones de personas en esa situación, mientras los grandes poderes económicos y políticos, y sus seguidores, culpables de esa pobreza, están conduciendo, a su vez, a este planeta a ser un pobre y enfermo más entre los empobrecidos y enfermos de este mundo, porque lo están explotando hasta la extenuación, y los empobrecidos las primeras víctimas.
- - Por otro lado, nos llega la noticia desde el Vaticano que el día 27 se va a clausurar el Sínodo de los “Obispos” y a celebrar al mismo tiempo la restauración del Baldaquino de la Basílica de san Pedro, la cual costó 700.000 euros, todo junto, clausura y restauración, con misa del Papa a las 10 horas.
Esperábamos que este Papa y este Sínodo supusiesen una renovación en profundidad de la Iglesia en coherencia directa con Jesucristo y su mensaje, para cuatro cosas:
-Poner las riquezas de la Iglesia al servicio de los empobrecidos de este mundo, porque los empobrecidos son los preferidos de Jesucristo.
-Dar acceso a la mujer en esa Iglesia renovada a los mismos servicios y facultades que tienen los hombres, en plena igualdad de todos.
-Dar una participación real a los creyentes en la elección o designación de las personas que deban ejercer toda función en la Iglesia.
-Acabar de una vez con el monopolio absoluto de poder en la Iglesia de papas, cardenales, obispos y sacerdotes, y dar el protagonismo real y verdadero el pueblo de Dios.
Pero la coincidencia de celebrar esa restauración tan costosa de 700.000 euros con la muerte de 20.000 personas por hambre cada día y los sueldos de miseria de esos 7 trabajadores, y con ellos de millones más, nos parece lo más absurdo y contradictorio con el hacer y enseñar de Jesucristo y su mensaje.
Con este Sínodo esperamos ver salir de sus palacios a obispos y cardenales, y caer al suelo las mitras, los capelos, los báculos, los anillos, los capisayos clericales, las suntuosidades de todo tipo que hay en la Iglesia, y ver renacer un poco la esperanza de los empobrecidos de este mundo y de este planeta martirizado, pero lamentablemente, “todo ese gozo en un pozo”.
Muchos dirán que el Baldaquino es una obra de arte maravillosa y hay que cuidarla. Sí, pero ahí no está Dios. Infinitamente más maravillosa es la obra de la Creación, que nos sostienes a todos en la vida, pero la estamos maltratando. En ella y en los empobrecidos del dundo, ahí sí está Dios
Se escribirán unas conclusiones muy bonitas del Sínodo, pero quedarán en el papel, porque los hechos, como en esta ocasión Sínodo y Baldaquino, serán su negación.
Hasta cuándo vamos a tardar en tomar en serio a Jesucristo y su mensaje para el bien y la felicidad de la Humanidad y la Creación, para que en este mundo habiten el amor, la justicia, la igualdad, la fraternidad, la paz, la esperanza y la vida plena para todos y para todo, y deje de haber tanto sufrimiento, tanta desesperación, tanta víctima de una muerte injusta y prematura, como lo fue el propio Jesucristo, que vino justamente para que todos tengamos vida y vida en abundancia.
Feliz domingo a tod@s.-Faustino