Esta canción que realicé en el 2011 llevaba originalmente como título el mismo del lema de las líneas de fuerza de ese curso para los colegios jesuitas de España ("Luces Señales, Acción"). La grabamos de forma casera varios integrantes de "Hijos de Dios"; algunos, como podrán comprobar, todavía eran muy niñ@s, pero al escucharla de nuevo disfruto con las vocecitas y la inocencia tan preciosas que tenían. Me reactivan y señalan otra vez el camino. 

Hoy día suceden muchas cosas que no son de recibo, si hablamos todavía de un mundo democrático, donde reinen los derechos humanos y una ética de mínimos que garantice la justicia y la paz social. Nuestro querido Francisco se debilita físicamente, el único, prácticamente, de credibilidad universal que hace frente con valentía evangélica a la iniquidad y a la parálisis que el miedo carcome. Hace falta que todos espabilemos, especialmente los jóvenes, ¡qué hagan lío!  El mundo está pidiendo una revolución, algo así "como -un 15 M-" no partidista que ayude a gestionar esta sociedad de forma respetuosa, pero justa.

Una revolución del amor: que cambie las cosas de abajo arriba, sin obligar pero sin concesiones a los poderosos, que ayude a transformar las estructuras con acciones coherentes y consecuentes que no desconecten medios de fines, para no acabar creando nuevos totalitarismos. Incidiendo en lo local, en los barrios, distritos, en las parroquias, en los colegios y grupos de vida..., para generar una ola generosa de alegría y entusiasmo que solo los de corazón joven saben reconocer y poner en funcionamiento. ¡Qué solo por "efecto contagio" se haga global! Porque los jóvenes no son el futuro sino el presente. ¿También en nuestra Iglesia?