Y Francisco pidió perdón y Andrés Manuel aplaudió.

Sólo deseo que mis palabras le lleguen al argentino Bergoglio y no me importa que a López Obrador no, porque me parece que no sabe leer en español, debe hacerlo en alguna de las 62 variedades zapotecas o nahutl. 

Varias ideas me salen a borbotones cuando ese senil y tonto integral que reina en el Vaticano se lanza a pedir perdón por supuestos pecados cometidos hace 500 años por españoles en México. ¿Y nadie le contesta? Pues nadie, a no ser en foros escondidos que apenas si exudan decibelios desde el agujero de su nada. Francisco se ha convertido en el tonto útil del “populacherista” López Obrador, que no de los mejicanos ilustrados.

Pero a esas mis ideas se superpone la indignación, la ira, la rabia, el acaloro, las ganas de arañar en la cara a los Franciscos de turno. ¿Por qué se ha desatado esa ira iconoclasta contra todo lo que supuso España en los siglos XVI, XVII y XVIII? ¿Por qué contra España y no contra EE.UU., Francia, Inglaterra, Bélgica y demás saqueadores del pasado?

En fin, retornemos a las ideas, para ver si descerebrados como López Obrador salen del agujero de su ignorancia y se les quita de un plumazo el ansia que tienen por buscar enemigos donde no los hay.

1ª. Lo primero que dice cualquiera que piense, es que no se puede juzgar el pasado con criterios del presente. Ni pedir un perdón que ni se siente ni tiene modo de resarcimiento. Eso es caer en anacronismos, cosa de la que huye cualquier historiador que se precie. ¿Qué ven en los españoles de hoy al mirar siglos atrás? ¿Es que los españoles de hoy volverían a recrear ese pasado? ¿No ven, por otra parte, que quienes independizaron América eran hijos de españoles y que esos que hoy celebran su independencia son bisnietos o tataranietos de españoles?

2ª. La conquista –o liberación— llevada a cabo por Hernán Cortés se puede considerar una empresa también de mejicanos. Cortés fue ayudado decisivamente por los tlaxaltecas para vencer a los aztecas, que sojuzgaban al resto de los pueblos y estaban deseosos de que viniera algún caudillo, Hernán Cortés, a liberarlos.

3ª. Preguntábamos arriba el porqué de esa ola anti España que recorre los barrios bajos de la incultura. La respuesta es bien clara, al menos para mí: la debilidad del gobierno de España, de los gobiernos más bien, y el hecho de que los propios españoles se están asesinando entre sí y desintegrando su propio ser. ¿Por qué no han gritado a tiempo? ¿Por qué no han gastado dinero en propugnar un pasado del que cualquier país se gloriaría? ¿Por qué no les han gritado a la cara cuando todos esos fantasmas incultos han suscitado “populacherismos” baratos?

4ª. Pongámonos en su tesitura, la de pedir perdón sin hacer el ridículo. Cuando pidan perdón los romanos a los españoles por la destrucción de Numancia o Palenzuela (Pallantia), por la masacre de los cántabros y demás, entonces pediremos perdón nosotros. ¿Qué, que mueve esto a risa? Pues añadamos más elementos al jolgorio histórico: cuando los EE.UU. de hoy pidan perdón a los sioux, cheyenes, cherokees y arapajoes o cuando pidan perdón a los filipinos y a los cubanos, entonces lo haremos nosotros. Y no sigamos con los ingleses, que sojuzgaron y esquilmaron a medio mundo; o los belgas a los congoleños... ¿Van a pedir perdón? ¿Alguien se lo exige?

5ª. Pues, con la vista puesta en estos países tan civilizados, piensen los “lópeces-obradores” que, si no hubieran sido los españoles, habrían sido los franceses o ingleses los que habrían preservado sus inmensas riquezas... en sus propios bancos nacionales o en su British Museum, sin nada a cambio. Y estarían tan adelantados y tendrían tanta cultura, tantas catedrales, tantas universidades y tantos monumentos como los que ahora disfrutan los países africanos.

6ª. Insistiendo: ¿a los mandatarios vietnamitas, birmanos, indios de la India, chinos, iraquíes, palestinos, egipcios, congoleños, sudafricanos... se les ha ocurrido hacer la misma requisitoria, dirigida a los países colonizadores? Seguro que la carcajada habría circulado varias veces alrededor del mundo. Francisco, argentino prototipo, Andrés Manuel, atolondrado salvapatrias... dejen de hacer el ridículo.

7ª. Para terminar y volviendo a nuestro pasado romano… Lo mismo que España, Francia, Inglaterra, Rumanía, media Alemania, etc. se enorgullecen de su pasado romano, algo por el estilo podrían pensar “allá”. Los países sudamericanos salieron del Neolítico gracias a España y entraron de lleno en el Renacimiento. México, por ejemplo, era un conglomerado de naciones atrasadas, genocidas y enfrentadas entre sí. Gracias a Hernán Cortés es hoy una gran nación... si no fuera por la permisividad con que las autoridades dejan actuar a las mafias de todo tipo. Preocúpese, Sr. López, por esos problemas y no desvíe la atención por lo que son gilipolleces propias de un gilipollas, por más que gobierne un país.

Me permito las palabras gruesas porque más que un mensaje, esto es un desahogo.

A la par, maldigo esa manía de los españoles por no conocer nuestras propias glorias y defenderlas. Hernán Cortés está a la altura de Julio César o Alejandro Magno, con la diferencia de que el legado español duró más de tres siglos y el de Alejandro... nada. Estoy por poner porcentajes: el 90 % de los españoles no saben nada de Cortés ni de Núñez de Balboa ni de Cabeza de Vaca ni de Ponce de León ni de Junípero Serra ni de Pedro de Mendoza ni de Andrés de Urdaneta ni de Juan Sebastián Elcano... Así nos va en el mundo, que nos roen los zancajos, como Sancho decía.

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