Fumar es un placer… que decía el tango.

Fumar es perjudicial para la salud, está más que demostrado. Ahora bien, de ahí a que algunos digan (artículo en LD) que no se encuentra placer en el mismo... ¡"La Sara" ha dicho que sí! El cigarrillo en la "chaise longue", el flotar del humo tras el café de media mañana, el puro tras la comida de bodas o en el segundo toro de Las Ventas, un pitillo después de hora y media de coche...son hábitos tenidos por lo más placentero. Eso dicen los que fuman. Precisamente uno de los componentes más difíciles de erradicar es ese hábito contraído.

No me toca a mí hablar ni a favor ni en contra del tabaco y del fumador. Harto material hay en los archivos como para navegar por aguas que no son territoriales de RD. Pero sí hay aspectos añadidos o colaterales dignos de tenerse en cuenta, no tanto en el hecho de fumar sino en la ley que prohíbe hacerlo. ¿Una cortina de humo para ocultar siete años de lo que sea? Alguien lo ha dicho, pero no debe ser cierto.

Cuando la adversidad se cierne sobre la sociedad, se suelen dar muchos palos de ciego en la busca de remedios. Tenemos el caso de España: planes E que han empobrecido más al país; rescates que dejarían cautiva a la hacienda pública por lustros; culpabilizar al enemigo de fuera (¡si no sabremos eso los que "gozamos de la dictadura"!); distraer al personal con vergüenzas ajenas... y se busca un chivo expiatorio. O varios. El mayor porcentaje de accidentes de tráfico es debido a "distracciones", parece ser. Sin embargo el chivo expiatorio tiene que ser el alcohol. Dígase otro tanto del consumo de tabaco: no es que defendamos su uso, pero de ahí a la paranoia mostrada por sus detractores oficiales, va un abismo.

Tal prohibición tiene ya carácter de "ley". Por lo mismo, hay que acatarla y respetarla. Está tan enquistado el deber de acatar la ley que a muchos les afecta más el que alguien no haga caso a la misma que el hecho de que se fume en tal sitio prohibido. Ya no se afrenta al que fuma por el acto de fumar, se le demoniza por no acatar una ley. No hay proporción entre el daño --nulo-- que fumar produce y la inquietud, el malestar, el desasosiego que genera en quien ve que la ley es preterida.

Más prohibiciones por ley. Otra nueva ley restrictiva proveniente de este gobierno "de las libertades" (cuánta falsedad acumulada: ¿recuerdan aquel slogan de "Cien años de honradez" a la par que los Roldán y Cía. saludaban por la puerta? A los pobres lo último que les queda es la honradez, pero cuando su situación cambia, es lo que sucede). Es lo que tienen aquellos que ostentan poder sin autoridad, que propenden a dar el zapatazo en la mesa... o en el cogote del primero que pasa y no hace la venia.

Añadamos el componente sancionador. ¿Una sociedad se puede regir por el miedo? Mal va. Más efecto tiene la desaprobación social que la imposible implantación persecutoria de la ley: es de todo punto irrealizable el control gubernamental si una gran masa de establecimientos decidiera “ser permisiva” en esto del fumar “sólo” en tal momento… Pero, punto negativo de la ley, puede más el “cave canem” de la potencial sanción que la convicción acerca de los males que acarrea, ya no el consumo cuanto la contaminación por humo ajeno.

El consumo de tabaco incide en la Sanidad pública: bien está que la procuren, pero tan sano como el aire limpio sería respetar o preservar el psiquismo, fuente éste de tantas dolencias físicas. Cargas fiscales sin cuento, multas por doquier, acoso al automovilista, cámaras vigilantes, scaners para entrar en cualquier sitio, impuestos sobreañadidos para mantener a la camarilla política y sus dispendios, precariedad del puesto de trabajo, desprestigio de la familia, ninguneo de los educadores, educación sesgada, precariedad laboral, salarios de puro mantenimiento, imposibilidad de acceder a una vivienda… Pero el mal está en el tabaco.

Puestos a prohibir, cierren cualquier posibilidad de acceso al tabaco: Tabacalera, importaciones, estancos, plantaciones... Pero hete aquí que ésta es una vaca que todavía da leche, además del mercado subterráneo sinc control del Estado.

Consecuencia: una ley que debería unir a la sociedad, genera crispación, malestar y desunión. Añádase la delación alentada. Ésta sí es una aberración que socava la convivencia y destruye la articulación social.

¿Y qué dicen de los "afectados"? Parecen ajenos al asunto, porque, a fin de cuentas los fumadores seguirán fumando; los restaurantes perderán, como poco, las inversiones obligadas de hace dos años; el efecto benéfico real será nulo...

¿Para qué entonces una ley así? Quizá tal Ministerio deba justificar una legislatura. O tal ministra buscara expulsar sus demonios. O tal otra quisiera tener su milímetro de papel en los anales de la Sanidad.
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