Transvaloración de los valores: F. Nietzsche / 1


“¿Qué significa nihilismo? Que los valores supremos se subvierten” (F. Nietzsche)

El hombre libre en nada piensa menos que en la muerte, y su sabiduría es una meditación no sobre la muerte, sino sobre la vida” (B. Spinoza)


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En la filosofía de los valores, el pensamiento de Nietzsche representa un punto de inflexión, al dar el paso de la ontología (estudio del ser) a la axiología (estudio del valor).

La expresión alemana Umwertung, presente en varias de sus obras, suele verterse al español por transmutación, transvaloración, inversión o subversión de los valores.
En su obra póstuma La voluntad de poder trata de clarificar el significado del término nihilismo (del latín nihil= nada): “significa que se desvalorizan los más altos valores”. “Nietzsche llama nihilismo a la empresa de negar la vida, de despreciar la existencia; analiza las principales formas de nihilismo, resentimiento, mala conciencia, ideal ascético; denomina espíritu de venganza al conjunto del nihilismo y de sus formas” (G. Deleuze: Nietzsche y la filosofía).

El nihilismo representa la “lógica interna” y el destino de la civilización occidental, un movimiento decadente, que comienza con el racionalismo de Sócrates y el idealismo de la metafísica platónica, continúa con la religión y moral judeo-cristiana y culminará en la modernidad con la “muerte de Dios”.

Nihilismo es también el pesimismo de Schopenhauer, quien, influido por el budismo, sitúa el mal y el sufrimiento en el corazón del mundo, que él considera el peor de los mundos posibles. Lo que equivale a retomar la sentencia nihilista de Sileno dirigida al rey Midas: “lo mejor para el humano es no haber nacido y de haber nacido, lo segundo mejor es morir pronto”. Nietzsche, sin embargo, aun siendo irracionalista y voluntarista (la vida es voluntad de poder), defenderá un optimismo trágico de carácter estético.

La enfermedad del nihilismo (reactivo) consiste en negar el valor de la vida, del único mundo existente, inventando la fábula de “otro mundo”, sea el inteligible de las ideas platónicas o la vida eterna del cristianismo, pensado como el mundo “verdadero” frente al “aparente” o sensible.

Bajo el dualismo metafísico de Platón y continuado por el cristianismo (un “platonismo para la plebe”), Nietzsche sospecha que subyace desprecio, calumnia y resentimiento contra la vida.

Los valores e ideales supremos han sido devaluados, resultaron meras ficciones: el mundo suprasensible, El Bien, la Verdad, y especialmente el Dios cristiano, con sus atributos. La subversión no implica sólo decadencia de los grandes ideales, sino mutación en el modo de valorar.
En su obra Genealogía de la moral, Nietzsche distingue dos tipos básicos: una moral de señores, aristocrática y activa, favorecedora de la vida, propia de individuos superiores y una moral de esclavos, antinatural, reactiva contra la vida, propia de individuos inferiores, animales de rebaño.

En su origen dominaba la moral aristocrática, pero hubo una rebelión de los esclavos, provocando una inversión de los valores. Ello tuvo lugar con el pueblo judío y continuó con el cristianismo, dominando toda la moral occidental:

Fueron los judíos los que, siguiendo una lógica terrible, se atrevieron a invertir la identificación aristocrática de los valores (bueno= noble= poderoso= bello= feliz= amado de Dios)… inversión que conduce a sostener que “los miserables son los buenos; los pobres, los impotentes, los inferiores son los únicos buenos; los que sufren, los indigentes, los enfermos, los deformes, son asimismo los únicos piadosos, los únicos a quien bendice Dios” (Genealogía de la moral).

A éstos les espera la bienaventuranza eterna, mientras que a los nobles, malvados y ateos, les espera la maldición de la condenación. El triunfo de la moral de esclavos en occidente (la judeo-cristiana), predicada por el sacerdote, se origina en el resentimiento, espíritu de venganza contra la vida, hostilidad contra el mundo, que se manifiesta en la creación de un “trasmundo”, un mundo del más allá opuesto al más acá, y en la invención de Dios, antítesis de la vida.

El resentimiento se aplica a los enemigos de la fe cristiana: Tertuliano ansía ver el espectáculo de los paganos ardiendo en el fuego del infierno y Tomás de Aquino dice que los bienaventurados podrán disfrutar desde el cielo de ese espectáculo, siendo así más felices. De igual modo, el ideal ascético, que desprecia el cuerpo y exalta el alma es también nihilista.

Con la “muerte de Dios” desaparece el valor supremo y el nihilismo llega a su ocaso. Ahora, afirma Nietzsche, la vida es el valor supremo. En realidad, todas las ideas originales de Nietzsche son variaciones sobre un único “tema sinfónico”, el tema de la vida y el valor incondicional de la misma, en sus aspectos positivos y negativos, los contrarios de Heráclito reflejados en la metáfora de la parturienta.

Se requiere una “transvaloración de todos los valores” y crear nuevas tablas alternativas. Y es la tarea que le corresponde al “Superhombre”. Pero, es necesario clarificar estas dos metáforas: la muerte de Dios y el Superhombre.
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