Verdades y actitudes sobre la Biblia.

 Continuamos con lo manifestábamos ayer, que por no extendernos, algo quedó en el tintero respecto a lo que pensamos sobre los libros sagrados y el fundamentalismo.

Quede constancia de nuestra posición, que no por nuestra defendemos, sino porque es la opinión mayoritaria de cuantos desapasionada y científicamente han demostrado lo que es la Historia de Israel  --y del cristianismo como hijo bastardo--  y su libro de ruta, la Biblia.

Lo podemos resumir repitiéndonos cuantas veces sea menester:

1. La Biblia, como su nombre griego dice, es un conjunto de libros como los de otras religiones. ¿Inspirados por un dios? "Questio de verbis" si a la inspiración literaria y al poner por escrito leyendas transmitidas oralmente la llaman inspiración de Dios.

 2. Fueron escritos por autores diversos, incluso aquellos libros en los que sólo aparece un único nombre. Desde luego no fue Moisés el autor de los primeros textos.

 3. Responden a inquietudes, vivencias y hechos sucedidos en épocas y lugares muy distintos unos de otros. Y tienen una finalidad política clara, donde lo religioso está al servicio de fines territoriales, económicos y sociales.

 4. El contenido sustancial, es mítico, aunque no lo sean determinados hechos o lugares. Son libros de leyendas y tradiciones fantasiosas... en definitiva, mitos. Por citar dos mitos fundacionales:

          a) En Samuel, Reyes y Crónicas se incuba y relata el mito de David y sucesores, cuando se concreta en todo su esplendor la promesa del Sinaí: sus peripecias, su deslealtad al dios que les guía con el castigo subsiguiente, la dominación temporal ejercida sobre las tierras que refiere, el reino instaurado en Canaán… 

           b) El Nuevo Testamento, con sus evangelios, cartas, Hechos de los Apóstoles y la traca final, el Apocalipsis, relatan el mito de Cristo. Independientemente del discurso moral, es un mito hablar del Padre-Dios de Jesús; es un mito que su madre fuera virgen; es mito la narración de su nacimiento; son relatos míticos todos sus milagros (curar a un leproso o a mil, secar higueras, andar sobre las aguas, resucitar “lázaros”, morir en una cruz, volver transfigurado a la vida, venir al fin de los tiempos a juzgar al mundo); es un mito todo lo relacionado con la crucifixión como salvación de la humanidad…

Y diremos una y mil veces que nadie con un mínimo sentido común y con una postura racional ante la vida puede defender espejismos y entelequias tales, por más que estén adornadas con palabras, alegorías o representaciones cautivadoras.

Creer otra cosa es acomodar los deseos a la realidad, quedar encandilado con ficciones, someter la conducta al dictado de quienes les embaucan, apostar por sucedáneos o maravillarse ante relatos emocionantes.

Volver arriba