La contaminación religiosa.

La razón del hombre convive con la religión. Tal hecho es incuestionable. Cuidado, no se puede afirmar ni afirmamos que la religión sea algo racional, simplemente convive con la razón. Pero es un hecho que también la religión pretende coexistir con la racionalidad, es más, contiene elementos racionales, como que todas sus teologías caminan en ese sentido, cual es explicar racionalmente o hacer comprensible a la mente, el contenido de lo que se cree.  

Evidentemente la teología no tiene que ver nada con la esencia de la religión, porque ésta es mucho más, pero pretende erigir un "corpus" doctrinal fruto de elucubraciones racionales.

¿Cómo podemos amplia el ancho campo de lo que implica la religión, dentro de la humana psicología? Ya nos hemos referido al enorme entramado que constituye la teología, pero hay otro mundo. La emoción estética contiene muchas analogías y es un campo paralelo al del sentimiento religioso, a la creencia religiosa. Y en este sentido, tan difícil es explicar qué es el arte y el sentimiento artístico como la religión.

Lo mismo que con el arte, con la religión ha sucedido que aquellos que se han adentrado en sus profundidades y han “gustado” de sus mieles,  han contaminado su explicación por la imposibilidad de verse libres para juzgar lo que viven (religión como vivencia) ¿No dijo algo parecido Heisenberg respecto a la contaminación experimental? (para poder "ver" de algún modo el electrón es necesario que un fotón de luz choque con el electrón, con lo cual está modificando su posición y velocidad).   

Pongo un ejemplo de lo que tengo a mano. En 1965  Leonardo Ancona publicó un libro titulado “Cuestiones de Psicología”, ahí arrinconado porque está viciado. Ya es sospechoso que en la contraportada aparezca esto: “Nihil obstat: El censor, Joaquín Mª Aragó, S.I. Imprímase. Barcelona 10 de junio de 1965. Gregorio, Arzobispo de Barcelona”  

El capítulo “Aspectos religiosos de la personalidad” se inicia con estas palabras:  “[la religión]...representa la más alta y noble expresión de la actividad de la mente, la actividad mediante la cual se pone el hombre en relación con el Ser supremo, Dios trascendente y Creador suyo”. Tal petición de principio, Dios, hace que caiga por su base toda la disertación posterior: dando por supuesto el Ser supremo, el Dios trascendente, el Creador, ¿qué queda por investigar?  He aquí, pues, un ejemplo de contaminación religiosa.

La religión ha contaminado todo en la vida. Todo lo referido al Cosmos, Dios lo explica porque lo ha creado; todo lo que aqueja al hombre, el pecado; todo lo que puede producirle regeneración, la historia de la salvación; el supermercado, no sólo de pan vive el hombre… Así, desde el inicio de la vida hasta la muerte; desde el origen del Universo hasta el “próximo” Big-Bang.

La religión tiene mucho que ver con los anhelos más elevados del hombre, con experiencias raras que algunos llaman espirituales, con los deseos humanos, con las aspiraciones éticas… pero tales “sensaciones” no son extrapolables. Quiero decir que los afanes religiosos son unos y los humanos otros, y ambos pueden participar de esos anhelos elevados.  No hay reduccionismo necesario. Ni para lo bueno ni para lo malo.

Decimos para lo malo porque si bien la religión busca la felicidad y el bien del hombre, el libro por antonomasia de la religión católica, el libro de ruta, la Biblia, está llena de instrucciones para el genocidio, para la violación, para la destrucción de los pueblos, para el aniquilamiento de troncos familiares. Lo que se prohíbe como malo dentro de la propia tribu –asesinato, mentira, robo— se permite si se trata de otras.

La historia de todas las religiones está llena de lapidaciones, quemas de brujas, cruzadas, inquisiciones, guerras santas, fatwas, ataques suicidas, pistoleros entrando en clínicas abortivas, madres que ahogan a sus hijos para que se reúnan con ellos en el cielo y evitarles los males de este mundo... Son hechos que no se pueden ocultar. Y hechos presentes en nuestros días. Hechos que no se darían fuera del contexto religioso.  Los relatos sobre las atrocidades del GIA en Argelia hielan la sangre. Y eso sucedió “ayer”, muchos lo recordamos como noticias de todos los días.

Ya lo decía el muy cristiano Blaise Pascal: “Los hombres nunca obran el mal de una forma tan completa y aclamada como cuando lo hacen movidos por la convicción religiosa”.  Admítase la analogía: la leña destinada a alzar hermosos edificios, el fuego de la religión la consume para dar calor.

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