¿En contra o al margen? ¿Descristianización o separación? – 8

Secularismo

¿Y en qué situación nos encontramos hoy día? Los enunciados, principios y propuestas de la Ilustración no han caducado. Tampoco, lógicamente, los de la fe. La gran masa de creyentes sigue igual, aunque por el crecimiento demográfico de los últimos decenios sea mayor. Y si, ciertamente, están afectados por el virus o cáncer inoculado en épocas ya pasadas, no por ello dejan de titularse creyentes. Parece como si la Iglesia siguiera teniendo el mismo colchón de siglos pasados donde sestear. Ahora bien, si nos fijamos en esa gran masa de creyentes,¿cuál es la situación en que se encuentra en los países que han “sufrido” el virus inoculado durante dos siglos?

Ni más ni menos que en un estado de abandono práctico de la fe --inasistencia a los ritos y desconocimiento de la doctrina—. Es un nuevo contexto vital definido o caracterizado como secularismo. Y, considerado en toda su profundidad, esta situación es peor que el enfrentamiento visceral de épocas pasadas. Antes, los enemigos declarados de la Iglesia sentían interés por la religión para atacarla frontalmente. Hoy simplemente no interesa. A lo sumo es objeto de atención como elemento de discusión teórica o histórica, o de ataque contra determinadas prácticas escandalosas de los rectores de la fe, sea la pederastia, la acumulación de riquezas o escándalos puntuales como el del “obispo enamorado”.

Secularización, el nuevo demonio social al que hacer frente. Pues ahí tenemos a la Iglesia católica como el único credo en el mundo enfrentado en la práctica y en nuestros días a la secularización.  Secularización que parece ser el nuevo espíritu que anima  a sociedades avanzadas. Son ya muchos los países del mundo donde la clase obrera ha alcanzado niveles de clase media; sistemas políticos que pugnan por mantener un nivel de bienestar generalizado; naciones donde la instrucción y la educación llega a todas las capas sociales…

Ante este panorama, a la Iglesia le queda bien poco que ofrecer “en este mundo”.  El pueblo, incluso los creyentes, parecen no tener referencia alguna con que soñar; no hay cielo que construir, porque éste ya se está realizando en la propia vida. Las promesas del Evangelio se han hecho realidad gracias al impulso generado en épocas pasadas, en concreto, la Ilustración.

Lo que es lucha por encontrar ilusión entre los católicos, es pasividad que acepta los hechos como vienen entre los protestantes. Hasta entre los mismos católicos liberales parece darse un intento por neutralizar los esfuerzos de la jerarquía en superar la secularización.

Hemos citado a los protestantes. Por una parte, el pensamiento luterano establecía una separación infranqueable entre el Reino de Dios y los reinos humanos, pero por otra, el éxito en la vida era signo de la bendición de Dios. Esto conduce a que el pensamiento protestante acepte y hasta promueva la secularización total del orden temporal. 

De ahí que muchos pensadores afirmen que el secularismo liberal tiene su verdadero origen no sólo en las filosofías políticas del siglo XVIII sino mucho antes, en los primeros protestantes. Precisamente fue León XIII el que lo apuntó en su encíclica “Inmortale Dei”, nº 10.

Hemos citado a los protestantes. Por una parte, el pensamiento luterano establecía una separación infranqueable entre el Reino de Dios y los reinos humanos, pero por otra, el éxito en la vida era signo de la bendición de Dios. Esto conduce a que el pensamiento protestante acepte y hasta promueva la secularización total del orden temporal. 

De ahí que muchos pensadores afirmen que el secularismo liberal tiene su verdadero origen no sólo en las filosofías políticas del siglo XVIII sino mucho antes, que puede llegar hasta la doctrina de los primeros protestantes, tal como apunta Fabio Giardini en su libro Cristianismo y secularización en conflicto.

[según un protestante]...el cristiano debe cumplir la misión de custodiar al mundo en su esencial profanidad o secularidad, sin arrogarse de ningún modo la misión de salvarlo; cosa que sólo Dios puede hacer... 

Es el análisis que de todo ello hace León XIII en su encíclica “Inmortale Dei”, denostando el afán secularizador de las nuevas corrientes políticas, sociales y morales sin contar con Dios.

El pernicioso y deplorable afán de novedades promovido en el siglo XVI, después de turbar primeramente a la religión cristiana, vino a trastornar como consecuencia obligada la filosofía, y de ésta pasó a alterar todos los órdenes de la sociedad civil. A esta fuente hay que remontar el origen de los principios modernos de una libertad desenfrenada, inventados en la gran revolución del siglo pasado y propuestos como base y fundamento de un derecho nuevo, desconocido hasta entonces y contrario en muchas de sus tesis no solamente al derecho cristiano, sino incluso también al derecho natural...  ... Queda en silencio el dominio divino, como si Dios no existiese o no se preocupase del género humano, o como si los hombres, ya aislados, ya asociados, no debiesen nada a Dios, o como si fuera posible imaginar un poder político cuyo principio, fuerza y autoridad toda para gobernar no se apoyaran en Dios mismo [nº 10.]

Volver arriba