En contra o al margen: ¿descristianización o separación? – 3

En Europa se produce una efervescencia cultural y política como no se conocía desde los romanos. Hasta mediados del s. XV cada estado europeo solventaba sus problemas como mejor podía. El caso de España es un digno ejemplo de ello, con su cruzada particular de expulsar a los musulmanes y de lograr la unidad territorial. A partir de 1.500 los distintos estados de Europa salen de su encierro, buscando cada uno su espacio vital, chocando con los otros; se hacen más universales y no dejan de crecer, imponiendo cada uno de ellos su influencia o dictadura al resto del mundo conocido.

Pero la unidad religiosa y quizá también espiritual se rompe. Es la segunda quiebra de la cristiandad occidental, ésta mucho más traumática que la del Cisma. Reforma y Contrarreforma. Catarsis de lo sucedido, pero nadie da su brazo a torcer. Resulta curioso ver cómo el Concilio Vaticano II hizo suyos la mayor parte de los postulados de Martín Lutero, que tenía razón en sus tesis. Inasumible por Roma en ese tiempo.

Se postularon y realizaron reformas, por una y otra parte, pero el daño estaba hecho. La Caja de Pandora abierta esparció por el mundo demasiados demonios. La Reforma, la protestante, en sus líneas generales no hizo otra cosa que seguir la línea romana. Dejó las cosas a medias y no fue consecuente con la 95 tesis de Wittenberg o su defensa en Worm.

Lutero socava la autoridad de la católica Roma, arguyendo, con razón, contra la torticera predicación de las indulgencias, que no buscaban otra cosa que dinero para construir el Vaticano. Pero su doctrina se radicalizó de tal manera que Roma no tenía tragaderas para engullir lo que el agustino decía.

  1. La conciencia individual, incluso en asuntos de fe y costumbres, está por encima de la autoridad de la Iglesia. Lutero debería haber sido consecuente cuando se puso al lado de los príncipes en la revuelta sangrientamente reprimida de los campesinos. Pues no.
  2. Afirma también que la Tradición no es criterio válido para asunto de fe y conducta.
  3. La deriva de su doctrina echa por tierra la misma existencia de una Iglesia: sólo Dios, las Escrituras y la conciencia personal son lo que cuentan para regir la vida. Consecuencia, la multiplicidad de sectas que generó el protestantismo. ¿Fue o es esto mejor?
  4. Lógicamente y en asuntos de creer esto o lo otro, nadie puede decir o distinguir la verdad del error o el bien del mal, nadie tiene certeza de cuál sea la voluntad de Dios. El libre examen, abandonado a su propio discernimiento, es una fuerza destructiva que incluso arruinará la personalidad humana, la condición cristiana de los pueblos y la cohesión de las naciones, como así sucedió. Claro que, a todo esto, pusieron coto el mismo Lutero y los sucesivos “reformadores”.

La reacción de la Contrarreforma produjo sociedades más cerradas y más despóticas. Los mismos príncipes cristianos cayeron en la cuenta de la posible fragmentación de sus reinos y formaron piña con las autoridades religiosas: sublevaciones, guerras de religión, establecimiento de las diversas Inquisiciones... Sin embargo, el cáncer ya había entrado en el cuerpo creyente y ahí estaba esperando futuras metástasis.

Aunque la sociedad pareciera, en lo religioso, monolítica, no lo era tanto. El espíritu renacentista se ha secularizado, se centra más en lo humano, en el hombre en sus múltiples facetas. Fijémonos en la pintura o la escultura: la Iglesia se dotó de infinidad de obras pictóricas, pagaba bien. Sin embargo, lo que pintores y escultores reproducen no son iconos hieráticos o cristos espasmódicos, son rostros reconocibles, copia “del natural”. 

Una reflexión superficial sobre el Renacimiento llevaría a afirmar que la Iglesia salió reforzada de las distintas crisis, que depuró la religiosidad, que creció en influjo espiritual y en poder secular. Eso parece a la vista de iglesias y conventos, pero, a la par que cree, la sociedad civil más comulga con Maquiavelo que con san Pedro de Alcántara. Cuestión distinta es que se encuentre amordazada.

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