Una traición que duró ocho siglos.

Ocho siglos de dominación musulmana y de implantación del Islam en lo que más tarde sería España. Si sumamos tiempos, al menos el reino de Granada ha sido durante siglos más musulmana que cristiana.

Esto nos hace rebuscar en las causas y, en lo que a nuestros propósitos dice, en el quién de tal advenimiento. Quizá la incultura de nuestros cerebros políticos dejara pasar un hecho de tanta importancia en las conmemoraciones festivas del año 2011, cuando se cumplían 1.300 años de tal vuelco histórico. O quizá el subconsciente cristianizado.

Regresemos a lo que dicen la fuentes --cronicones varios entre ellos la Crónica del año 754 a cuyos pormenores los historiadores no dan excesivo crédito-- de algo que sucedió en la década primera del siglo VIII, con la atención fija en un personaje relevante, dechado de traidores y modelo de corruptos.

En febrero del año 710 muere el rey Witiza --léase Vitiza-- a los treinta años de edad. Dicen que asesinado por el propio Don Rodrigo o quizá por partidarios suyos. Los familiares y fieles de Witiza pretendiendo continuar su línea sucesoria, nombran rey a su hijo Agila. El inconveniente es que Agila II apenas si tiene diez años de edad, por lo que la otra facción de la nobleza visigoda,concilio de nobles y prelados, reunida en la así llamada Aula Regia, en Toledo, eligen en marzo del 710 como rey --la monarquía visigoda era electiva-- al que era gobernador de la Bética, el conde Rodericus, don Rodrigo.

El bando witiziano se alza en armas contra el poder elegido. Entre ellos se encuentra nuestro traidor de referencia, hijo de Égica y hermanastro de Witiza. Son fuertes en las provincias Narbonense y Tarraconense, aunque sufren sucesivas derrotas. Para cambiar la suerte de la lucha buscan la alianza de anteriores colaboradores, los francos y los bizantinos, ayuda que no llega bien porque estuvieran sumidos en confrontaciones intestinas, bien por temor a perder alianzas futuras con el nuevo orden visigodo.

Es aquí donde entra en escena el famoso conde Don Julián, gobernador de Ceuta, partidario de Witiza y casado, dicen, con una hermanastra de Agila. Don Julián ya había rechazado las acometidas de Musa ben Nusayr, emir desde el 704 del Magreb, y conocía la fortaleza y empuje de las huestes islámicas que ya dominaban todo el Norte de África.

Nuestro personaje witizano, el que hoy nos trae aquí, acude a Don Julián para ver el modo de que el ejército musulmán se alíe con ellos para así restaurar en el trono al sucesor de Witiza. En su ceguera por el poder, creen que las huestes de Musa se mueven únicamente por el botín a conseguir y eso es lo que les ofrecen a cambio de su ayuda.

Las fuerzas del lugarteniendo de Musa, Tarik, cruzan en el verano de 711 el Estrecho y se apoderan de algunas plazas fuertes del sur de Hispania. Don Rodrigo, que en ese momento estaba sofocando la rebelión de Pamplona, acude con su ejército al Sur. No se explica bien el cómo, pero el ejército que se enfrentará en Guadalete al de Tarik lleva en sus flancos tropas mandadas por partidarios witizanos. Ésa fue, dicen, la causa detrminante de la derrota de Don Rodrigo, la defección de dichas tropas que en el fragor de la batalla abandonando a Don Rodrigo para pasar al bando contrario.

El resultado es bien conocido: derrota total de Don Rodrigo, campo abierto para el no muy numeroso ejército musulmán, sometimiento una tras otra de ciudades hasta ocupar la capital visigoda, Toledo. Dicen que nuestro personaje de marras ayudó a Tarik en su invasión de la península, acompañándole en la toma de Écija, Córdoba, Úbeda, Jaén, Consuegra y Toledo, donde fueron ejecutados los nobles partidarios de Rodrigo que se encontraban en la ciudad. En su momento se habló de un "iudicium Dei", por el estado generalizado de corrupción, pecado, miseria y desgobierno en que se encontraba la España visigoda.

Pero la consecuencia mayor, para ludibrio de quienes habían hecho de la religión cristiana la fuente y alimento de vida espiritual de la sociedad, fue la implantación de una nueva religión, el Islam, en toda Hispania durante ochocientos años.

[Punto de reflexión: si de religiones hablamos, ¿no debiera ser España más musulmana que cristiana? A fin de cuentas España es cristiana desde 1492]


Pero volvamos al personaje que hizo posible tal descalabro y tal vuelco histórico. Como hemos apuntado, pertenecía a la nobleza visigoda, era hermanastro del rey Witiza, ligado a los asuntos de Estado, dada su pertenencia a la casa real, gracias a la cual recibió algún nombramiento político importante, con el poder y la influencia correspondientes.

Previendo su caída en desgracia con don Rodrigo, desde su atalaya sevillana se movió en las sombras para favorecer a su sobrino Agila. Durante la batalla de Guadalete(711), el ala que estaba bajo su mando, a la señal convenida, cambió de bando y atacó a las tropas godas cristianas, traicionando así a su propio ejército y al bando cristiano.

Tal personaje se llamaba Don Oppas. Era arzobispo de Sevilla.
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