Los tiempos que corren significan también conquistas de palabras que, como todo, pueden convertirse en moda. Afirmarse a uno mismo, sin reprimirse, sin una actitud pasiva que pueda convertir a una persona en víctima, es saludable. Quizás en algunos tiempos era particularmente importante conquistar una autoafirmación por razones de género, vinculación laboral u otras.
Pero me pregunto si no es tiempo ya de madurez y adultez. Mantener la asertividad en un discurso que se convierte en lamentorrea, acusación de género sistemática, reivindicación laboral, como si todo fueran derechos, desacredita la relevancia de la asertividad misma, la infantiliza y, junto con ella, a la psicología que quiere representar.
Asertividad sí, madurez también. Psicología positiva sí, búsqueda de la humanización por la responsabilidad, también.