La OMS ha calificado de “fatiga pandémica” la suma de sensaciones vividas durante estos 8 meses: confinamiento, miedo al contagio, pérdida de seres queridos, de trabajo, con la consecuente de sensación de estrés, depresión, pacientes desatendidos, dolientes traumatizados por el proceso final y la ausencia de ritos… La fatiga genera apatía, desmotivación, cansancio ante la incertidumbre, indefensión, tristeza, frustración, irritabilidad, preocupación
Entre las sugerencias ofrecidas se encuentran la de entender a la gente en esta desmotivación, promover la responsabilidad en la toma de decisiones, promover ritmos normales de vida evitando la culpabilización e implementando formas seguras de relación, promover la resiliencia.
Adaptarse a esta situación supone un auténtico desafío que comporta el cuidado el cuerpo, del sueño, limitar el consumo de noticias sobre la pandemia, hacer ejercicios de relajación, lectura, paseos, cultivar las relaciones sociales, fomentar el diálogo interno positivo, crear nuevas tradiciones…