Evitable, inevitable, acompañado, paliado, evitado… No, no es lo mismo el sufrimiento evitable que el inevitable, por supuesto. Hay sufrimiento en el ser humano que va de la mano del amor, del empeño por la justicia, de la frustración, de la libertad y limitación del ser humano y la naturaleza. Ejemplo paradigmático es el que vivimos en el duelo por la muerte de un ser querido.
Pero hay sufrimiento evitable, que hemos de ahorrárselo a la condición humana por la vía de una correcta conducta ética. Viejos planteamientos que invitaban a una pasiva resignación; o peor, a un uso mercantil -quizás con Dios- del sufrimiento como moneda de expiación de las propias culpas, o de las de otros, que han de quedar en el capítulo de focos deshumanizadores.
Nada más humanizador que evitar sufrimiento, aliviarlo, acompañarlo y, en el mejor de los casos, desentrañar dinámicas resilientes para hacer de él, oportunidad de crecimiento humano.