"Gracias, abogada Molina, su informe ya es parte de la historia de Nicaragua" El testimonio de la Iglesia frente al autoritarismo en Nicaragua
"Según el Diccionario de la Real Academia Española (RAE), la palabra 'mártir' proviene del griego, y significa 'testigo'"
"En esta sexta entrega del informe 'Nicaragua, una Iglesia perseguida', la abogada y activista católica por los derechos humanos, Martha Patricia Molina, propone al lector adentrarse en una de las páginas más oscuras de la historia nacional: La persecución religiosa"
"Como acredita el estudio de la abogada Molina, no existe una sola dimensión de la Iglesia que escape a la represión estatal"
"¿Cuál es el motivo de la persecución religiosa?"
"Como acredita el estudio de la abogada Molina, no existe una sola dimensión de la Iglesia que escape a la represión estatal"
"¿Cuál es el motivo de la persecución religiosa?"
| Israel González Espinoza, corresponsal en Centroamérica Israel González Espinoza (*)
Según el Diccionario de la Real Academia Española (RAE), la palabra “mártir” proviene del griego, y significa “testigo”. Hablar hoy sobre la Iglesia católica de Nicaragua es sinónimo de entrega, compromiso y fidelidad al Evangelio y al pueblo en medio de una situación de represión sistemática y constantes violaciones a los derechos humanos en uno de los peores regímenes autoritarios de la región.
En esta sexta entrega del informe “Nicaragua, una Iglesia perseguida”, la abogada y activista católica por los derechos humanos, Martha Patricia Molina, propone al lector adentrarse en una de las páginas más oscuras de la historia nacional, que a su vez, es una de las más luminosas de la historia de la Iglesia nicaragüense: La persecución religiosa.
A día de hoy, es innegable que el régimen orteguista, con toda la fuerza coercitiva que le brinda el aparato institucional del Estado nicaragüense, intenta borrar con todos los medios posibles la presencia pública del catolicismo en el país y replegar a los fieles al interior de los templos.
Como acredita el estudio de la abogada Molina, no existe una sola dimensión de la Iglesia que escape a la represión estatal. Tanto la piedad popular, pasando por la celebraciones eucarísticas y finalizando en las obras sociales, todas han sido trastocadas por el odio irracional de la pareja presidencial.
“¿Cuál es el motivo de la persecución religiosa?”, suele ser una pregunta que se realiza en otros países cuando uno cuenta la particular saña que el matrimonio Ortega-Murillo ha emprendido contra la Iglesia.
La respuesta a esta interrogante suele estar en el compromiso valiente y profético que asumió la Iglesia en la defensa de los derechos humanos al estallar la grave crisis sociopolítica que vive Nicaragua desde abril de 2018.
La Iglesia, en obediencia a la doctrina social católica y con un profundo sentido de vocación humanista, se posicionó al lado de aquellos que estaban siendo perseguidos, represaliados y hasta asesinados por el Estado nicaragüense por salir a protestar pidiendo una efectiva democratización del régimen, tras más de tres lustros de un creciente proceso de regresión autoritaria.
En las calles de Nicaragua, esa máxima del Papa Francisco como una iglesia hospital de campaña se hizo realidad. Cuando la población civil que salía a manifestarse y era atacada por personas armadas afines al régimen o por las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado nicaragüense, las puertas de las parroquias se abrían para resguardar la vida de aquellos que eran represaliados, para que pudieran ser atendidos tanto física como espiritualmente.
A la par de esta acción humanista, los obispos de Nicaragua fueron mediadores y testigos en un diálogo nacional entre el régimen y la oposición. La jerarquía católica tuvo una enorme altura de miras. No pidió nada para sí. La Iglesia propuso un adelanto electoral y una renovación completa en los distintos poderes del Estado para que las demandas de la población en las calles encontraran cauces democráticos e institucionales, evitando así una mayor espiral de violencia.
En aquel proceso de diálogo, que no llegó a buen puerto por la negativa de la pareja presidencial a dejar el poder, la Iglesia trabajó con la mejor disposición para demostrar que los nicaragüenses eran capaces de resolver sus diferencias por vías pacíficas y racionales, atendiendo principalmente a que la historia de Nicaragua está plagada de cambios políticos violentos que a la postre generan más destrucción, atraso y pobreza.
La respuesta de Ortega, Murillo y la de todo el Estado nicaragüense bajo sus órdenes a la valiente actuación de la Iglesia han sido el ataque, descalificación, destierro, confiscación, cárcel injusta y apatridia para obispos, sacerdotes, religiosas y laicos comprometidos. La verborrea de la pareja presidencial ha soliviantado entre sus adeptos una retórica anti-clerical nunca vista en el país.
El panorama no puede ser más desolador si ponemos atención a la última reforma constitucional aprobada por el orteguismo a finales de noviembre de 2024. Entre los más de 90 artículos reformados, está el que consigna a Nicaragua como un Estado laico. La enmienda aprobada por una Asamblea Nacional obediente a la pareja presidencial manifiesta que las instituciones religiosas dentro del país “deben mantenerse libres de control extranjero” y que “ninguna persona u organización pueden realizar acciones que atenten contra el orden público” amparándose en la religión. Esto es una amenaza velada en contra de la Iglesia, puesto que eleva a nivel de iure la represión que de facto se viene realizando en el país en contra de los católicos.
Pese a todo, la Iglesia sigue siendo la única y última institución dentro de Nicaragua que se resiste a caer bajo el control autoritario del orteguismo. Como en la época del imperio Romano, los católicos de Nicaragua saben que la persecución religiosa es semilla de nuevos cristianos.
La fidelidad al Evangelio y el acompañamiento a una población que está siendo constantemente vulnerada en sus derechos humanos le han hecho pagar un precio muy alto a los católicos. La situación que hoy vive Nicaragua es una batalla por la vida frente a un autoritarismo que representa muerte, cárcel, exilio y represión a las libertades públicas. En esta lucha, los nicaragüenses pueden estar seguros que cuentan con el acompañamiento de la Iglesia.
Volviendo al presente informe “Nicaragua, una Iglesia perseguida”, invito cordialmente a los lectores a pensar en lo siguiente: Más allá de las cifras que se nos presentan (971 ataques contra los católicos desde abril de 2018, por citar un ejemplo), el texto está lleno de lo mejor que tiene la Iglesia de Nicaragua: Una jerarquía y clero valiente y profético, y un pueblo que sigue luchando desde su fe y la no-violencia activa frente al terror totalitario. Muestra de esto son las últimas intervenciones públicas en diciembre 2024 que han hecho los obispos Silvio Báez y Rolando Álvarez desde el exilio, así como la carta pastoral que escribió el Papa Francisco a los católicos nicaragüenses, animándoles a perseverar en la oración y el cultivo de la libertad interior, esa “que nadie nos puede arrebatar”.
Para finalizar, un recuerdo: En octubre de 2023, entrevisté a la abogada Molina para la Agencia FLAMA de Catalunya. Ella me compartió que no le gustaría seguir haciendo este informe porque le dolía “cada agresión al pueblo y los católicos”. Como periodista, nicaragüense y creyente, agradezco la existencia de “Nicaragua, una Iglesia perseguida”, puesto que es una de las primeras experiencias de construcción de memoria que se tiene en nuestro país.
En un país donde cada ciclo político violento suele cerrarse en falso con amnistía y olvido,“Nicaragua, una Iglesia perseguida” es un revulsivo de la conciencia nacional. No puede existir perdón ni reconciliación en la nueva Nicaragua sin verdad ni memoria. Y es, también, una valiosa recopilación del testimonio de fe que siguen brindando los católicos nicaragüenses de cara a futuras investigaciones sobre el brillante y profético papel que ha desempeñado la Iglesia en la búsqueda de un país más libre, justo y democrático.
Gracias, abogada Molina, por este esfuerzo continuado de documentar la persecución religiosa. Este informe ya es parte de la historia de Nicaragua y de la Iglesia nicaragüense.
(*) Periodista nicaragüense de información socio-religiosa exiliado en España. Twitter: @israeldej94