CUANTO CUESTA UNA MISA
Aunque el término repiquetee mal, sobre todo por la procedencia militar mercenaria equivalente a “paga” o “soldada”, el hecho es que, en conformidad con la definición aportada por el diccionario de la RAE, “estipendio es la tasa pecuniaria fijada por la autoridad eclesiástica, que dan al sacerdote los fieles para que aplique la misa por una determinada intención”. Como “nadie es perfecto”, hay diócesis como la de Madrid en la que tal estipendio está establecido en siete euros, aunque esto no empece para que, en reciente confidencia de un familiar de difuntos `por los aplicación de la misa de aniversario una vez al mes, el “precio” de las doce del año se multiplique por quince, con constancia escrita de día y de hora en la epacta- añalejo- dietario existente en la sacristía.
. “Cobrar”, lo que se dice “cobrar” – recaudar por la celebración de una misa y aplicación de sus intenciones”, no parece muy religioso. Así le percibe, entiende y comenta el pueblo, aun comprendiendo que, para el mantenimiento del culto y clero y de las tareas de la Iglesia, los caminos de las colectas debieran desvincularse del que se identifique con la dispensación de los sacramentos y más tratándose del de la Eucaristía.
. Al principio de la historia eclesiástica no hubo estipendios.. El “ágape” –“convite de la caridad”-, “ad frangendum panem”, “ “Coena Domini”, “Eucharistía”, “Liturgia”, “Sacrificium”, “ Convivium”, “Actio “Sacramentum” no podían “valorarse”, y menos en bienes materiales y en sestercios o denarios. El nombre y concepto de “misa” tampoco rimó en sus orígenes monásticos con “parné”, monedas, limosnas, dineros o caudales, en su variedad de versiones comerciales.
. El paso del tiempo, y el desgaste del fervor, producidos sobre todo por los nefastos índices de institucionalizaciones eclesiásticas, contribuyeron a convertir las misas en negocios, hasta el punto de tener que limitarse el número de celebraciones a un máximo de cuatro al día, y aún más, con fórmulas tales como las de misas “secas” o “siccas”, es decir, sin Consagración y sin Comunión. Aberración tan “piadosa” fue posible gracias a la desaparición de las concelebraciones y a la multiplicación de altares laterales de los templos –basílicas- , desaparecida la norma de que con tan solo un altar - el Mayor- habrían de contar los templos y este servido por el respectivo obispo del lugar.
. Las misas se agruparon bien pronto en los apartados del tiempo, de los santos, del común de los santos, -con formularios de confesores y mártires-, y votivas. Sus categorías litúrgicas fueron, y son, ya desde antiguo, las de pontifical, cantada o solemne y privada o rezada, cada una de ellas con sus ceremonias y ritos y, por supuesto, con sus correspondientes emolumentos, lo mismo privados que colectivos, oficiales o institucionales.
. ¿Cómo reseñar con la mayor aproximación posible el sentido verazmente litúrgico de la presencia de los fieles en las misas, entre las fórmulas más frecuentes al uso? ¿Es correcta de la “ir a misa”? ¿Lo es la de “asistir a la misa” ¿Es acaso la de “estar en misa” o la de “cumplir con el precepto dominical”? ¿Lo es la de “participar en la misa” o la de “concelebrar”, de alguna manera, con conciencia de pueblo de Dios”? ¿Hasta cuando aguantarán los fieles la redacción del precepto pasivo de “asistir –u oír- misa con devoción, los domingos y fiestas de guardar”?
. ¿Hasta cuando, y hasta donde, resistirán las mujeres signo y señales de discriminación que perduran todavía en ceremonias y ritos relativos a las misas? ¿Hasta cuando los miembros y representantes de la jerarquía serán los únicos “protagonistas” de las celebraciones eucarísticas, haciendo uso además de lenguajes y gestos carentes de sentido religioso?
. De entre las intenciones por las que aplicaban, y aplican, las misas, destacaron, y destacan, las de los difuntos, acciones de gracia, “pro infirmo”, “pro iter facientibus”, ”in tempore belli”, a favor de la consecución de un trabajo, o superación de oposiciones y exámenes, celebraciones de bodas y Primeras Comuniones, Consagraciones Episcopales y Ordenaciones Sacerdotales…
. Por multitud de razones, destaco aquí y ahora algunas de las intenciones por las que los cristianos encargaron misas, y de las que dan expresa referencia los formularios oficiales del tiempo, como en los casos de “Contra iudices iniquos” y “Contra episcopos male agentes”.
. Sobran comentarios tanto en latín como en castellano, así como falta valor en curas, obispos y laicos para convocar la asamblea del pueblo de Dios para participar en misas que se celebren con la sacrosanta intención de que jueces y obispos ejerzan su profesión, ministerio y oficio, prescindiendo de intereses personales o de grupos, a veces disfrazados con la ayuda de códigos “democráticos” y de leyes “canónicas”.
. Con el fin de excitar la generosidad de los fieles y acrecentar el dinero de la colecta a favor del mantenimiento de un colegio- seminario de cierta Orden Religiosa, recibo una comunicación- publicidad respecto a las misas. En ella se incluye un boletín- suscripción en el que, en euros, se determina que “el donativo para una misa es de ocho, para un novenario, de 81, y para las Gregorianas es de 300”. El envío pueden hacerlo por giro postal o por transferencia a la sucursal de una determinada entidad bancaria.
. “Cobrar”, lo que se dice “cobrar” – recaudar por la celebración de una misa y aplicación de sus intenciones”, no parece muy religioso. Así le percibe, entiende y comenta el pueblo, aun comprendiendo que, para el mantenimiento del culto y clero y de las tareas de la Iglesia, los caminos de las colectas debieran desvincularse del que se identifique con la dispensación de los sacramentos y más tratándose del de la Eucaristía.
. Al principio de la historia eclesiástica no hubo estipendios.. El “ágape” –“convite de la caridad”-, “ad frangendum panem”, “ “Coena Domini”, “Eucharistía”, “Liturgia”, “Sacrificium”, “ Convivium”, “Actio “Sacramentum” no podían “valorarse”, y menos en bienes materiales y en sestercios o denarios. El nombre y concepto de “misa” tampoco rimó en sus orígenes monásticos con “parné”, monedas, limosnas, dineros o caudales, en su variedad de versiones comerciales.
. El paso del tiempo, y el desgaste del fervor, producidos sobre todo por los nefastos índices de institucionalizaciones eclesiásticas, contribuyeron a convertir las misas en negocios, hasta el punto de tener que limitarse el número de celebraciones a un máximo de cuatro al día, y aún más, con fórmulas tales como las de misas “secas” o “siccas”, es decir, sin Consagración y sin Comunión. Aberración tan “piadosa” fue posible gracias a la desaparición de las concelebraciones y a la multiplicación de altares laterales de los templos –basílicas- , desaparecida la norma de que con tan solo un altar - el Mayor- habrían de contar los templos y este servido por el respectivo obispo del lugar.
. Las misas se agruparon bien pronto en los apartados del tiempo, de los santos, del común de los santos, -con formularios de confesores y mártires-, y votivas. Sus categorías litúrgicas fueron, y son, ya desde antiguo, las de pontifical, cantada o solemne y privada o rezada, cada una de ellas con sus ceremonias y ritos y, por supuesto, con sus correspondientes emolumentos, lo mismo privados que colectivos, oficiales o institucionales.
. ¿Cómo reseñar con la mayor aproximación posible el sentido verazmente litúrgico de la presencia de los fieles en las misas, entre las fórmulas más frecuentes al uso? ¿Es correcta de la “ir a misa”? ¿Lo es la de “asistir a la misa” ¿Es acaso la de “estar en misa” o la de “cumplir con el precepto dominical”? ¿Lo es la de “participar en la misa” o la de “concelebrar”, de alguna manera, con conciencia de pueblo de Dios”? ¿Hasta cuando aguantarán los fieles la redacción del precepto pasivo de “asistir –u oír- misa con devoción, los domingos y fiestas de guardar”?
. ¿Hasta cuando, y hasta donde, resistirán las mujeres signo y señales de discriminación que perduran todavía en ceremonias y ritos relativos a las misas? ¿Hasta cuando los miembros y representantes de la jerarquía serán los únicos “protagonistas” de las celebraciones eucarísticas, haciendo uso además de lenguajes y gestos carentes de sentido religioso?
. De entre las intenciones por las que aplicaban, y aplican, las misas, destacaron, y destacan, las de los difuntos, acciones de gracia, “pro infirmo”, “pro iter facientibus”, ”in tempore belli”, a favor de la consecución de un trabajo, o superación de oposiciones y exámenes, celebraciones de bodas y Primeras Comuniones, Consagraciones Episcopales y Ordenaciones Sacerdotales…
. Por multitud de razones, destaco aquí y ahora algunas de las intenciones por las que los cristianos encargaron misas, y de las que dan expresa referencia los formularios oficiales del tiempo, como en los casos de “Contra iudices iniquos” y “Contra episcopos male agentes”.
. Sobran comentarios tanto en latín como en castellano, así como falta valor en curas, obispos y laicos para convocar la asamblea del pueblo de Dios para participar en misas que se celebren con la sacrosanta intención de que jueces y obispos ejerzan su profesión, ministerio y oficio, prescindiendo de intereses personales o de grupos, a veces disfrazados con la ayuda de códigos “democráticos” y de leyes “canónicas”.
. Con el fin de excitar la generosidad de los fieles y acrecentar el dinero de la colecta a favor del mantenimiento de un colegio- seminario de cierta Orden Religiosa, recibo una comunicación- publicidad respecto a las misas. En ella se incluye un boletín- suscripción en el que, en euros, se determina que “el donativo para una misa es de ocho, para un novenario, de 81, y para las Gregorianas es de 300”. El envío pueden hacerlo por giro postal o por transferencia a la sucursal de una determinada entidad bancaria.