”EMAILS” AL PAPA FRANCISCO (7)

El obispo de Girona se hace presente en los últimos tiempos en los medios de comunicación social, con puntualidad rigurosamente política y pastoral. Tal circunstancia le confiere aún más relieve a la grandiosidad del templo catedralicio, sede de la diócesis, depositario de tesoros arquitectónicos y culturales ciertamente únicos en el mundo. En todos los círculos noticiables, Mons. Francesc difundió su proclama relativa al compromiso de la participación de los catalanes con el “9-N”, y hace tan solo unos días volvió a insistir acerca de la necesidad de “escuchar al pueblo, suscitando el diálogo entre el gobierno español y el catalán, a la espera de ser este y sus reclamaciones atendidas por aquél”, por supuesto que con las fórmulas y modalidades independentistas propuestas. “Tal principio, puntualiza el obispo, es clave y habrá de ser respetado por quienes les compete la responsabilidad de gestionar el bien común, en coherencia con la voluntad del pueblo…”

Por lo novedoso y reiterativo de esta noticia, parte principal de la misma radica para muchos, catalanes o no, en el hecho de que la Iglesia oficial se muestre, en este caso, tan decidida, beligerante y empeñada en la defensa de comportamientos democráticos, cuando su doctrina sobre este sistema de gobierno estuvo anatematizada durante tantos siglos y su práctica y ejercicio dentro de la institución eclesiásticas son todavía inexistentes. ¿Por qué procedimientos fue nombrado el obispo de nuestra referencia? ¿Quién lo nombró y por qué precisamente de Girona?¿Intervino de alguna manera el pueblo en esta determinación? ¿Lo hicieron acaso también los sacerdotes y los movimientos católicos, destinatarios directos de su ulterior gestión pastoral? ¿Se enteraron unos y otros “por la prensa”, sin previa consulta y aún con la oposición de algunos sectores religiosos?

El pueblo, -y más el pueblo de Dios-, a la luz de la teología, aunque al margen de los cánones, DEMANDA PROCEDIMIENTOS DEMOCRÁTICOS DENTRO DE LA IGLESIA, de su administración y de su “aparato”. Algunos alentamos la esperanza de que el bendito y reparador afán adoctrinador de estos principios en los ámbitos políticos “autonómicos”, que en la noticia encarna el obispo de la sede del mártir san Narciso gerundense, - al igual que otros “hermanos” de la Conferencia Episcopal Tarraconense-, inicien tal proceder dentro de la propia Iglesia. Resulta ya indigestible lo de que ”una cosa es predicar y otra dar trigo”, al igual que aquello de “haced lo que os digan, pero no lo que hagan”, y menos “en el nombre de Dios, y no habiendo antes formulado, en este mismo sacrosanto nombre, denuestos y descalificaciones para tantas corrupciones como definen y mantienen repúblicas, monarquías y estados, también los autonómicos y pre- independientes.

Gracias sean dadas a Dios, y al Papa Francisco, porque se da ya impresión de que cuanto se relaciona con la democracia en la Iglesia, habrá de abrirse algún día caminos de re-fundación.
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