EN EL MES DE LAS CRUCES
El de mayo era, por antonomasia, el “mes de las flores”. Los cándidos argumentos sobre los que se asentaba la educación religiosa del personal –niños y niñas- centraban la atención “virginal” en su dedicación a María, Madre de Dios y Madre nuestra, a la vez que “santo y seña” del fervoroso rejuvenecer ecológico que espejea la naturaleza con la generosidad de su colorido. El presunto crecimiento de la educación en la fe llevó posteriormente al descubrimiento y denominación de mayo como “el mes de las cruces”. La fiesta de la “Invención de la Santa Cruz”, adscrita por la devoción popular al nombre de santa Elena, madre del emperador Constantino I “el Grande”, quien venciera en la batalla sobre el Puente Milvio a su contrincante Majencio -“in hoc signo crucis, vinces”-, justificó en plenitud tan devoto recuerdo…
. Pero no son precisamente estas conmemoraciones las referencias de esta reflexión al apodar y distinguir como “el de las Cruces” al florido mes de mayo. Se trata de que, durante su vigencia en el calendario, junto con junio, es de obligado y sancionable cumplimiento cívico, cursar el documento oficial de la llamada “Declaración de la Renta”, en el que está establecido dejar constancia, con una cruz en una de sus casillas, de que el destino de parte de lo recaudado sea expresamente el del sostenimiento- mantenimiento de la Iglesia.
. Tan justo como necesario y explicable es tal requisito, que desde las altas instancias de la Conferencia Episcopal Española, se organizan campañas de sensibilización religiosa, con el fin de que el cómputo de las cruces del “presente año”, resulte ser siempre superior al del “año anterior”. Es una de las campañas publicitarias más efectivas, y seguramente más y mejor acondicionadas en conformidad con la técnica y los medios modernos de persuasión – evangelización.
. Los argumentos para su desarrollo, captación y convencimiento por parte de los potenciales contribuyentes, son ciertamente convincentes e ineludibles. El sentido de participación teológica y efectiva en la actividad religiosa –culto y clero-, el contenido social y cultural de muchas de las obras a las que se destinará parte del dinero, el sacrificio ascético y reparador que conlleva la donación- entrega- ofertorio, son, entre otras, razones capaces para estimular la presencia de la señal de la cruz en el citado documento oficial, y en tantas otras colectas y gazofilacios.
. A la condición de “cristiano, católico, apostólico y romano” le queda por recorrer en España todavía un largo camino para su presentación como efectivamente religioso. No son los ritos, los rezos, y las ceremonias lo que tornan y confiesan la autenticidad de la consistencia y del carácter creyente de quienes manifiestan su fe e incrementan el censo, sino la facilidad y disponibilidad de sus cuentas corrientes para atender las necesidades con las que está comprometida la Iglesia. El dinero –por aquello de que “obras son amores, que no buenas razones”- es lo que inesquivablemente “canta” en gregoriano el sentido y el contenido de la verdadera religiosidad.
. Exactamente es por eso por lo que “Cáritas”, y su difícil y no todavía tan bien valorada actividad en los tiempos recios de recortes y crisis en los que nos encontramos, resulte ser testimonio fehaciente, y convincente razón, de la buena aplicación y uso que favorece y fecunda la sombra de las cruces de las “Declaraciones de Hacienda” hasta superar los efectos “contantes y sonantes” de la misma campaña oficial.
Pese a datos, un tanto, o un mucho, henchidos, -aún con la mejor y más constructiva y ejemplarizante intención-, el número de cruces del bosque de las “Declaraciones de Hacienda”, no es creciente, sino ciertamente menguante. Muy recientemente, una persona dedicada, por oficio y por vocación, a la “obra de misericordia” de rellenar los datos a contribuyentes inexpertos, me aseguraba su extrañeza al comprobar que una considerable proporción de los mismos, expresamente le habían comunicado que en la de este año prescindiera del signo de la cruz en el apartado correspondiente a la Iglesia…
, ¿Alguna explicación…? Es posible que las noticias, con datos, pormenores y detalles, como los referidos a las instalaciones palaciegas del ex Arzobispo de Madrid, Cardenal, ex Presidente de la Conferencia Episcopal y “fac-totum” de la Iglesia española, al igual que tantas otras informaciones “ non sanctas” relacionadas con la jerarquía, motiven el descenso en el inventario de las cruces de la “Agencia Tributaria del Ministerio de Hacienda y Administraciones Públicas”.
. Pero, por favor, que no culpen del posible desaguisado económico a los profesionales de la información… Los verdaderos y únicos responsables son los fautores de los hechos y quienes los ocultaron o los consintieron.
. Pero no son precisamente estas conmemoraciones las referencias de esta reflexión al apodar y distinguir como “el de las Cruces” al florido mes de mayo. Se trata de que, durante su vigencia en el calendario, junto con junio, es de obligado y sancionable cumplimiento cívico, cursar el documento oficial de la llamada “Declaración de la Renta”, en el que está establecido dejar constancia, con una cruz en una de sus casillas, de que el destino de parte de lo recaudado sea expresamente el del sostenimiento- mantenimiento de la Iglesia.
. Tan justo como necesario y explicable es tal requisito, que desde las altas instancias de la Conferencia Episcopal Española, se organizan campañas de sensibilización religiosa, con el fin de que el cómputo de las cruces del “presente año”, resulte ser siempre superior al del “año anterior”. Es una de las campañas publicitarias más efectivas, y seguramente más y mejor acondicionadas en conformidad con la técnica y los medios modernos de persuasión – evangelización.
. Los argumentos para su desarrollo, captación y convencimiento por parte de los potenciales contribuyentes, son ciertamente convincentes e ineludibles. El sentido de participación teológica y efectiva en la actividad religiosa –culto y clero-, el contenido social y cultural de muchas de las obras a las que se destinará parte del dinero, el sacrificio ascético y reparador que conlleva la donación- entrega- ofertorio, son, entre otras, razones capaces para estimular la presencia de la señal de la cruz en el citado documento oficial, y en tantas otras colectas y gazofilacios.
. A la condición de “cristiano, católico, apostólico y romano” le queda por recorrer en España todavía un largo camino para su presentación como efectivamente religioso. No son los ritos, los rezos, y las ceremonias lo que tornan y confiesan la autenticidad de la consistencia y del carácter creyente de quienes manifiestan su fe e incrementan el censo, sino la facilidad y disponibilidad de sus cuentas corrientes para atender las necesidades con las que está comprometida la Iglesia. El dinero –por aquello de que “obras son amores, que no buenas razones”- es lo que inesquivablemente “canta” en gregoriano el sentido y el contenido de la verdadera religiosidad.
. Exactamente es por eso por lo que “Cáritas”, y su difícil y no todavía tan bien valorada actividad en los tiempos recios de recortes y crisis en los que nos encontramos, resulte ser testimonio fehaciente, y convincente razón, de la buena aplicación y uso que favorece y fecunda la sombra de las cruces de las “Declaraciones de Hacienda” hasta superar los efectos “contantes y sonantes” de la misma campaña oficial.
Pese a datos, un tanto, o un mucho, henchidos, -aún con la mejor y más constructiva y ejemplarizante intención-, el número de cruces del bosque de las “Declaraciones de Hacienda”, no es creciente, sino ciertamente menguante. Muy recientemente, una persona dedicada, por oficio y por vocación, a la “obra de misericordia” de rellenar los datos a contribuyentes inexpertos, me aseguraba su extrañeza al comprobar que una considerable proporción de los mismos, expresamente le habían comunicado que en la de este año prescindiera del signo de la cruz en el apartado correspondiente a la Iglesia…
, ¿Alguna explicación…? Es posible que las noticias, con datos, pormenores y detalles, como los referidos a las instalaciones palaciegas del ex Arzobispo de Madrid, Cardenal, ex Presidente de la Conferencia Episcopal y “fac-totum” de la Iglesia española, al igual que tantas otras informaciones “ non sanctas” relacionadas con la jerarquía, motiven el descenso en el inventario de las cruces de la “Agencia Tributaria del Ministerio de Hacienda y Administraciones Públicas”.
. Pero, por favor, que no culpen del posible desaguisado económico a los profesionales de la información… Los verdaderos y únicos responsables son los fautores de los hechos y quienes los ocultaron o los consintieron.