NEGOCIO BAUTISMAL
La gravedad existente en la relación de los pecados “religiosos” con el dinero, en la pluralidad de versiones, -paganas o no-, es ciertamente descalificadora y denigrante. Diríase que imperdonable, aunque la “pobretonería”, escasez e insuficiencia en sus cantidades pudieran dar impresiones contrarias. “Manmón” –“ídolo de oro”- como “figura del diablo que esparce monedas en su alrededor y que atrae a los hombres hacia los placeres de este mundo, pero que los abandona a la hora de la muerte”, es el “dios del dinero” por antonomasia, al que se le rinde culto en multitud de ocasiones, y hasta de por vida., estableciendo con el verdadero Dios un pugilato, tal y como refiere san Lucas en su evangelio (16,13):”No podéis ser servidores de Dios y de Manmón”.
Y es precisamente el dinero “religioso” parte importante de estas reflexiones, aunque sus proporciones tacañas y cicateras den la impresión de no merecerlas, lo que agravaría la situación de sus adoradores. El sonido que con tanta frecuencia, y alrededor del altar, produce el dinero, es detestable por naturaleza, e invierte y descalifica cualquier signo o expresión que se pretenda enmarcar en los ámbitos de la relación con Dios, por motivos sagrados.
Tal y como me lo refirieron, con la discreción debida y ahorrándome parte de los comentarios, me limito a narrar y a dar fe de los hechos:
Se trata, en este caso, de la celebración del santo bautismo de una neófita en la parroquia de Madrid, acogida bajo la advocación de la Virgen de la Almudena, ubicada concretamente en su cripta. El padre y la madre de la criatura, y sus felices abuelos, “cristianos de toda la vida”, optaron por que la niña recibiera cuanto antes las aguas lustrales, y se encontraron con que, entre las primerísimas gestiones a cumplimentar, fue la de colocar dentro de un sobre con distintivos parroquiales, el estipendio debido, con la fórmula de “la voluntad”, aun cuando en el ambiente se hiciera circular que el “precio” de tal voluntad no debiera ser inferior a los cien euros, en números redondos.
En la misma ceremonia bautismal coincidieron en tal ocasión otros nueve neófitos más, con sus respectivos padres, abuelos y padrinos, por lo que la “redondez” de la cifra “voluntaria” prescrita, ascendió a mil, no superando, en tiempo, los sesenta minutos. (El gazofilacio del templo cuenta con días peores, pero hay que reconocer que también hay días mejores)
Por supuesto que cien euros, y en el contexto anterior y posterior a la obligada fiesta social y familiar como la del bautismo, puede no ser excesiva para algunos. Pero para otros sí que lo es, aun cuando hayan sido precisos hacer ya los correspondientes y elementales esfuerzos por comprender que la Iglesia, con cripta o sin ella, necesita de medios económicos para su mantenimiento y el de sus funcionarios o ministros…Con toda intención empleo la palabra “funcionario”, dado que, en fiel consonancia con lo que me fue referido, la impresión de la mayoría de las diez familias “neo-bautizadas”, en la hora empleada y en las gestiones anteriores, apenas si profesionalmente percibieron algo de “religioso”, sino más de burocracia y de comercial.
También en una ocasión bautismal de tanta importancia como esta en la religión cristiana, la reforma llama con urgencia y responsabilidad para su sacramentalización efectiva y veraz. Por todos es conocido que tal tarea no se improvisa y que lo sociológico ha primado, y prima, sobre lo religioso, de modo y manera que les causa impresión aún a los más incrédulos. Pero los tiempos han cambiado, y cambian, de tal forma que ya son, o están a punto de ser, otros bastante distintos.. Tener constancia de ello e intentar “aggiornarse” lo antes posible, es preceptiva medida de solidaridad y prudencia, es decir, de religiosidad de la buena.
Entre las familiares y amigos de los bautizandos, a algunos se les ocurrió la “peregrina” idea de comentar, con discreción no carente de cierta dosis de inocente “malignidad”, el por qué no se les acompañaban las facturas y los gastos litúrgicos de los ceremonias, y si el IVA habría de haberse hecho presente y activo en las mismas. con conciencia de que, privilegios e Iglesia, establecerá de por sí, y guste o no guste, una situación de indisolubilidad que a paso se diluye en el tiempo y en el espacio.
También entre familiares y amigos se llegó a comentar si era o no procedente y cristiano, el hecho de que por la administración de los sacramentos, comenzado por el bautismo, estaban establecidas y renovadas las tasas y los estipendios…
Y es precisamente el dinero “religioso” parte importante de estas reflexiones, aunque sus proporciones tacañas y cicateras den la impresión de no merecerlas, lo que agravaría la situación de sus adoradores. El sonido que con tanta frecuencia, y alrededor del altar, produce el dinero, es detestable por naturaleza, e invierte y descalifica cualquier signo o expresión que se pretenda enmarcar en los ámbitos de la relación con Dios, por motivos sagrados.
Tal y como me lo refirieron, con la discreción debida y ahorrándome parte de los comentarios, me limito a narrar y a dar fe de los hechos:
Se trata, en este caso, de la celebración del santo bautismo de una neófita en la parroquia de Madrid, acogida bajo la advocación de la Virgen de la Almudena, ubicada concretamente en su cripta. El padre y la madre de la criatura, y sus felices abuelos, “cristianos de toda la vida”, optaron por que la niña recibiera cuanto antes las aguas lustrales, y se encontraron con que, entre las primerísimas gestiones a cumplimentar, fue la de colocar dentro de un sobre con distintivos parroquiales, el estipendio debido, con la fórmula de “la voluntad”, aun cuando en el ambiente se hiciera circular que el “precio” de tal voluntad no debiera ser inferior a los cien euros, en números redondos.
En la misma ceremonia bautismal coincidieron en tal ocasión otros nueve neófitos más, con sus respectivos padres, abuelos y padrinos, por lo que la “redondez” de la cifra “voluntaria” prescrita, ascendió a mil, no superando, en tiempo, los sesenta minutos. (El gazofilacio del templo cuenta con días peores, pero hay que reconocer que también hay días mejores)
Por supuesto que cien euros, y en el contexto anterior y posterior a la obligada fiesta social y familiar como la del bautismo, puede no ser excesiva para algunos. Pero para otros sí que lo es, aun cuando hayan sido precisos hacer ya los correspondientes y elementales esfuerzos por comprender que la Iglesia, con cripta o sin ella, necesita de medios económicos para su mantenimiento y el de sus funcionarios o ministros…Con toda intención empleo la palabra “funcionario”, dado que, en fiel consonancia con lo que me fue referido, la impresión de la mayoría de las diez familias “neo-bautizadas”, en la hora empleada y en las gestiones anteriores, apenas si profesionalmente percibieron algo de “religioso”, sino más de burocracia y de comercial.
También en una ocasión bautismal de tanta importancia como esta en la religión cristiana, la reforma llama con urgencia y responsabilidad para su sacramentalización efectiva y veraz. Por todos es conocido que tal tarea no se improvisa y que lo sociológico ha primado, y prima, sobre lo religioso, de modo y manera que les causa impresión aún a los más incrédulos. Pero los tiempos han cambiado, y cambian, de tal forma que ya son, o están a punto de ser, otros bastante distintos.. Tener constancia de ello e intentar “aggiornarse” lo antes posible, es preceptiva medida de solidaridad y prudencia, es decir, de religiosidad de la buena.
Entre las familiares y amigos de los bautizandos, a algunos se les ocurrió la “peregrina” idea de comentar, con discreción no carente de cierta dosis de inocente “malignidad”, el por qué no se les acompañaban las facturas y los gastos litúrgicos de los ceremonias, y si el IVA habría de haberse hecho presente y activo en las mismas. con conciencia de que, privilegios e Iglesia, establecerá de por sí, y guste o no guste, una situación de indisolubilidad que a paso se diluye en el tiempo y en el espacio.
También entre familiares y amigos se llegó a comentar si era o no procedente y cristiano, el hecho de que por la administración de los sacramentos, comenzado por el bautismo, estaban establecidas y renovadas las tasas y los estipendios…