LOS REYES MAGOS SON -FUERON- LOS PADRES

Con la perspectiva de los días pasados desde la festividad de la Epifanía del Señor,-es decir, de los Reyes Magos-, aliento la esperanza de que las siguientes reflexiones puedan contribuir a poner las cosas en su sitio, y más las de tanta importancia, relieve y significación como las relacionadas con la educación integral, con explícita proyección en el aspecto religioso.

. Vaya por delante que los Reyes Magos son los padres. El mito comercial que en la actualidad los mantiene y fomenta, tal y como nos lo hacen vivir como parte integrante de la fe y del evangelio, carece de fundamento, y deseduca y arruina todo intento de religiosidad y de sentido común. La insistencia, con toda clase de argumentos humanos y divinos, de que misteriosa y “milagreramente”, a los “niños buenos” les obsequian los Reyes, de parte del Niño Jesús, con cuantos regalos les solicitaron, es irreligioso y anti -educador.

. Con mentiras, y más si estas son “piadosas”, no es posible educar a las personas, y menos si estas son o se consideran cristianos. Cuando pasado el tiempo de la niñez pastoril de los aspirantes a adolescentes y a adultos, se percaten de las mentirijillas y burdas engañifas que les fueron inculcadas como parte principal de la religión, sufrirán una de las crisis más graves del proceso de su educación, convencidos de que aún los dogmas más santos y esenciales no pasan de ser otras tantas falsedades y engañifas
con las que se les pretende manipular en esta vida y en la otra.

. Los Reyes Magos son los padres, los padrinos, los abuelos, vecinos y amigos. Los regalos de los que son portadores, desde tan lejanos y exóticos países. La infeliz coincidencia de que los de los pobres serán siempre menores y más baratos que los de los niños ricos, por ricos, son siempre los más favorecidos, desnortará el sentido y el contenido de lo esencial de cualquier religión, que es la igualdad entre todos. Descubrir que los ricos por ricos son los más favorecidos aún por los mismos mensajeros del Niño Jesús, pese al episodio de su nacimiento en el “portalito de Belén”, es una injusticia y una insensatez.

. La fiabilidad que proclaman, encarnan y evangelizan el Niño Jesús, los Reyes Magos y cuantos de alguna manera intervinieron en el Nacimiento, con el recuerdo para los pastores, la estrella y el mismísimo rey Herodes, junto con los Sumos Sacerdotes, la borriquita y el buey, se desflora y aja con todas sus deseducadoras e irreparables consecuencias.

. Al proceso de la educación, tanto integral, como religiosa, les sobran mentiras. Para que las mejores intenciones sirvan de instrumentos fiables en su difícil construcción y vivencia, no son justificables engaños de ningún tipo y procedencia. No es lícito, ni mínimamente sensato, que el referido proceso educativo les haya sudo encomendado a los responsables del marketing de las firmas comerciales, que no escatimarán medios publicitarios para crear indefinidas necesidades, e intentar satisfacerlas solo o fundamentalmente, con la adquisición de los productos de las propias firmas a las que sirven.

.. Además, por si algo faltara, y en rigurosa conformidad con los intérpretes de los santos evangelios, los Reyes Magos ni fueron “tres”, ni “reyes”, ni “magos, pese a que la “Santa Inquisición” interviniera inmisericordiosamente contra quienes aseveraran tal aserto, preparándoles procesos y encendiéndoles las correspondientes hogueras.

. La “desnaturalización”- desacralización de las fiestas religiosas, denunciada repetidamente por el papa Francisco, alcanza de lleno los alrededores de los Reyes Magos, en las cotas, grados y niveles más preocupantes. La supresión, o falta de insistencia, en que los ellos- los Magos- fueron nada más y nada menos que signos de la “fanérosis- epifanía”, es decir, “manifestación”, a los gentiles, además de al pueblo elegido de Dios, los judíos, es incuestionable y comprometida verdad en la Iglesia, necesitada de que constelaciones de estrellas iluminen los caminos, actividades y esperanzas de todos los pueblos, teniendo como meta la consecución de la paz nacida en Belén. Hasta el rey Herodes estaría incondicionalmente dispuesto, en esta ocasión, a ayudarnos a reencontrar la estrella perdida.

. Estos, y no otros, son los verdaderos “milagros” de los Reyes Magos, y no los de su imposible ubicuidad en todos los pueblos, ciudades y domicilios particulares de los “niños buenos”, en cabalgatas de camellos y dromedarios, siempre con la posibilidad generosa de tener asegurada en los Grandes Almacenes la devolución de los regalos de talla mayor o menor a la requerida.
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