¿Tres o cuatro clavos?

Acabamos de celebrar la Semana Santa en la que hemos visto muchos Cristos clavados en la cruz. Lo más curioso es que algunos están clavados en las dos piernas y en otros sólo aparece un clavo porque están los pies superpuestos.

            He estado indagando sobre los métodos de crucifixión que llevaban a cabo los romanos y eran muy variados por circunstancias geográficas o costumbres particulares. De estos estudios no podemos sacar ninguna conclusión respecto al martirio de Jesucristo, pero me ha llegado un libro que ofrece algunas pistas de los cambios que se fueron introduciendo, al menos en la iconografía española

            Parece ser que el origen de los cuatro clavos proviene de Miguel Ángel que pertenecía a la secta de los espirituales, junto a su amiga la marquesa de Pescara, 1530/1540 que daban crédito a las visiones de Santa Brígida que aseguraba haber visto una imagen con estas características. No es de extrañar que por esta creencia Miguel Ángel, hiciera una imagen modelada en bronce y vaciada en Roma entre 1560-1570 en el taller de Guillermo della Porta, de un crucificado con cuatro clavos

            Una imagen donde el sentido de la muerte no se pudo hacer de forma más bella. Un cuerpo inerte, sin vida, imbuido de la más noble aceptación de la levedad del ser humano ante su destino. Su cabeza inclinada expresa una actitud de respeto y resignación ante la muerte, engarzándose en unos poderosos hombros que se ven proyectados hacia fuera por unos brazos abiertos que simbolizan la entrega y el sacrificio universal. El carácter inerte del cuerpo de Cristo viene dado por la forma como caen unas piernas alargadas, sin palpito de vida, bellísimas y cruzadas en su parte inferior. Nadie como Miguel Ángel podría expresar la quietud de la muerte de forma tan sublime, la unión entre lo divino y lo humano

            A España llegó esta imagen de la mano del platero, Juan Bautista Franconio en 1597, que inspiró a Juan Martínez Montañés en el diseño del Cristo de los cálices de 1603. Entre las copias más tempranas está el cuadro de Velázquez de sor Jerónima de la Fuente uno de cuyos retratos se encuentra en el museo del Prado y de la misma época está el que hizo Pacheco del que se guardan actualmente unos ejemplares en el palacio ducal de Gandía; en la catedral de Sevilla; en el palacio de Oriente y en la fundación Jiménez Acosta, vaciados todos ellos en torno al 1600

            Su llegada tuvo una gran resonancia tanto en España como en el Nuevo Mundo dando origen a los vaciados más importantes de este modelo que sirvió para la iconografía de figuras tan importantes para el arte hispánico como Fernández Montañés, Diego Velázquez con su famoso Cristo crucificado, Alonso Cano, Zurbarán, Rivera o Goya

            No había pensado nunca en los clavos que crucificaron a Cristo en la Cruz, pero creo que es más verosímil que las dos piernas fueran independientes. Si fue la imagen que vio Santa Brígida o el genio de Miguel Angel al que debemos esta iconografía merecen todo mi respeto

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