Acción de gracias por mi coche
¿Por qué no? Hace años, junto a otras “Cien oraciones para respirar” (San Pablo, 1994), escribí una para dar las gracias por mi utilitario. También por otros diversos dones, como el agua, la taza de café, el arte y la belleza, etc., etc… Gozamos de tantas cosas buenas y hermosas sin apenas reparar en ellas… La acción de gracias es un noble modo de sentirnos felices por lo recibido.
Dos días he tenido averiado mi coche, Señor, y me he dado cuenta de que lo quiero casi como a un animal doméstico. Gracias, Señor, por mi coche, que me trae y me lleva a mi trabajo y me permite hacer tantas cosas en tu servicio y en el servicio de los demás.
Es pequeñito; nadie podrá pensar: “El dueño de este coche es un hombre rico”. Pero es suficiente. Ofrece comodidad y fuerza sobradas… Duerme en la calle, como millones de automóviles, sin techo.
Gracias, Padre, que hiciste bien todas las cosas. Si tu hijo Jesús hubiera venido hoy al mundo, seguramente habría conducido un pequeño utilitario. Si tu apóstol Pablo de Tarso, tan impaciente él y tan viajero, hubiera nacido veinte siglos después, ¡cómo habría pisado el acelerador de un coche proletario!
Gracias, Señor, por este coche mío, al que quiero como a un ser vivo y cercano, tan a mi lado y tan fiel. Y gracias por los coches de todos los hombres y mujeres cuando no son objeto de lujo, pieza de ostentación, postre o principio de vanidad, derroche desproporcionado y suntuosa hojalata. Gracias por los coches conducidos sin prepotencia, sin peligrosas audacias, con cortesía y buenos modos, con el debido respeto a la vida propia y a la ajena.
Gracias por este coche pequeñito mío, trotón y animoso, que me trae y me lleva y me acerca en un periquete a la gente que me aguarda.
Bendice al diseñador, que lo ha ideado tan bello y armónico en su sencillez, a los técnicos que han intervenido en su proceso de fabricación, a los obreros que lo han ido haciendo en la dureza implacable de un trabajo en cadena. Bendice a todos, Señor.
Y bendito seas tú por todos los coches útiles y bellos del mundo.
Amén.