Declaración de amor

¿Vacaciones? Sí. Dejar tareas, abandonar quizá por un tiempo nuestro territorio habitual. Pero ya lo dijo el clásico: aunque nos cambiemos a tierras calentadas por otro sol, allá nos llevamos a nosotros mismos. Con nuestras limitaciones y con nuestros dones recibidos. Y adondequiera que vayamos, allí está Dios, su omnipresencia amorosa. El poema que ofrezco para la pausa vacacional de mi blog es una confesión de amor que, en un rapto de fe y feliz necesidad, quiere llegar a Dios en lo más bello y desatado de la naturaleza y de la vida, del pasado y del presente, traspasando todas las limitaciones del humilde orante.



No huimos de nosotros en vacaciones. No cambia nuestro Sol y nuestro Padre.



TE QUIERO




Te quiero, Dios, como a la tierra

el mar,

como la luz

al día,

como a la cordillera el huracán.

Te quiero

con el amor de todas las edades.

Te quiero con mi vida y te requiero

sin tregua ni descanso.

Con las olas te quiero, con la espuma,

con la marea alta, con el viento,

en el acantilado, sobre el dique,

contra el alto designio de la roca.

Te quiero todo luz y más que al día.

Con la aurora te quiero,

con la mañana en alza,

con ansia cenital al mediodía.

Como león te quiero.

Te quiero en el rugido, en la carrera,

en la fuerza, en la furia,

en el amor total.

En las edades primitivas

te quiero, con lo oscuro

de las cavernas, en la flecha,

en la veloz huida del bisonte,

en las fieras te quiero y en las aves

rapaces.

Y te quiero en la historia,

con pieles y con sedas,

con cabellera hirsuta,

con peluca te quiero,

con atuendos de todas

las épocas posibles.

Te quiero en el pasado y para siempre.

Te quiero con pasión y con dulzura.

Como niño te quiero,

en juventud y en ímpetu te quiero.

Y aún más y más te quiero

adulto ya y camino de la muerte.

Encanecido y casi viejo

te quiero.

Te quiero antes que todo, más que todo,

en todo y sobre todo.

Te quiero como siempre y como nunca.

Te quiero, Dios,

te quiero.



(De “Escribe por tu herida”,

Obra poética, Pamplona 2005, p. 544).

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