Hazaña de un chico con síndrome de Down

Mi amigo Genaro Aguinaga es un chico, ya un hombre, con síndrome de Down. Y ahora acaba de hacer una hazaña. Genaro es amigo mío y me siento muy orgulloso. No sé si él conoce su hazaña o no. Tampoco importa demasiado. Genaro hace cosas maravillosas como sin darse cuenta, con la mayor naturalidad. Hace felices y buenos a los que tiene a su alrededor sin enterarse. O sí se entera, el muy pillo. Porque celebra las cosas y se ríe como si fuera el dueño de la alegría. En su pequeño pueblo de Unzu (Navarra) lo quiere y respeta todo el mundo. Yo, que soy su cura, lo quiero y respeto, sin que ello me suponga ningún esfuerzo ni tenga ningún mérito. Cuando vino a este mundo, ante la sorpresa y el desconcierto de sus padres, un médico tocado de humanidad les auguró que aquel niño les iba a dar muchas satisfacciones, los iba a hacer felices. Y vaya si acertó. Porque Genaro es bueno a carta cabal, alegre, cariñoso, agradecido… Trabaja en Tasubinsa, una sociedad sin ánimo de lucro cuyo objetivo es la integración social y laboral de las personas con discapacidad intelectual. Sólo Dios sabe hasta qué punto lo quiere su familia. Y es, por lo menos, la mitad de su casa.
Pues bien, ahora, sin saberlo, por ser como es, acaba de hacer una hazaña preciosa. Hay un matrimonio joven sin descendencia, cercano a una de sus hermanas, que se ha decidido a adoptar a un niño y anda ya en los trámites previos. Después de meditarlo, marido y mujer optaron por la adopción de un bebé con síndrome de Down.¿Razones?Primera: ayudar a un niño especialmente necesitado de cuidados y de apoyo a muy largo plazo. Segunda: el espejo feliz de Genaro y su familia, cuyo trato frecuenta esa pareja, así como el de otras dos familias más en similares circunstancias de su entorno conocido. O sea, la muy positiva experiencia de un hijo con esta limitación.
Genaro es, pues, parte importante de este precioso milagro de amor de los nuevos padres, que ya visitan y adoran a un niño de pocos meses, a la espera de completar los trámites y llevarlo como hijo a su casa.
Y luego dicen algunos que el mundo es feo y cruel, y recuerdan aquello de que el hombre es un lobo para el hombre (Plauto, y después Hobbes). El mundo seguirá siendo, al menos en buena parte, hermoso, mientras haya chicos, personas, con la belleza interior de Genaro Aguinaga y de otros como él.
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