A TI LEVANTO MIS OJOS
(Salmo 123)
A ti levanto mis ojos,
a ti mi corazón, a ti mis manos,
a ti todo mi ser, mi vida entera.
Seguro de tu amor en ti me quedo.
¿Dónde mejor que en ti, más dulcemente?
¿Dónde más amparado
frente a los enemigos que me acosan,
y frente al enemigo encarnizado
que va siempre conmigo?
Como los ojos de los niños cuelgan
del padre y de la madre,
así están nuestros ojos en el Señor,
esperando el amor, recibiendo la vida,
ensanchando el aliento,
seguros del perdón de quien nos ama,
esperando segura
su misericordia.
Misericordia, Señor, misericordia;
amor, Señor, amor,
que somos en amor menesterosos;
amor, Señor, amor,
amor porque venimos de la nada.
Misericordia, amor, el mismo abrazo
que sostiene a los tuyos
levantados a ti como pueblo de reyes,
herederos de Vida,
queridos como hijos.
(De Salmos de ayer y hoy, Estella, EVD, 2008).