Oración para seguir siendo hermanos

Sí, a veces es necesario detenerse. La paz es lo primero. Comenzando por esa "paz de artesanía” de la que, hablaba la pasada Navidad el papa Francisco, el seguidor del de Asís. La que “se logra con el don de Dios, con la gracia que nos ha dado en Jesucristo”. La que hacemos cada uno en nuestro corazón y en nuestro personal entorno. Es un paso inicial para hacer guerra a la guerra y reclamar desde la bondad y la limpieza de corazón una paz universal.

Hoy, venía a mi blog agitado tras un pequeño roce con alguien querido. Y no se me ha ocurrido otra cosa que volver a una sencilla oración que dejé escrita tiempo atrás. Sus palabras, arrancadas de un salmo bíblico, son como piedras humildes para ir construyendo esa paz y ese orden interior que nos prepara para la armonía con los hermanos.

VED QUÉ DULZURA

(Salmo 133)


Ved qué dulzura, qué delicia
convivir los hermanos unidos
.


No hay ungüento que iguale a la concordia,
ni suavidad como el amor sincero.
Ruede, Señor, el trato entre nosotros
sin que chirríen gestos ni palabras.


Aromen la verdad y la franqueza
cuantas palabras pronunciemos todos.
Danos, oh Dios, tu amor como un perfume,
fragancia en nuestros rostros diferentes.


Danos anchura y corazón templado
para enfrentarnos al error del otro
sin derramar el odio o el desprecio.


La paciencia, el perdón son un rocío
que baja de tu monte,
y la sonrisa abierta hacia el hermano
tendrá la misma luz que tu sonrisa
y el mismo brillo que tus dulces ojos
cuando nos miras con amor de Padre.


Ved qué dulzura, qué delicia
convivir los hermanos unidos.


(De Salmos de ayer y hoy, Estella, EVD, 2008, p. 101).
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