VED QUÉ DULZURA
(Salmo 133)
Ved qué dulzura, qué delicia
convivir los hermanos unidos.
No hay ungüento que iguale a la concordia,
ni suavidad como el amor sincero.
Ruede, Señor, el trato entre nosotros
sin que chirríen gestos ni palabras.
Aromen la verdad y la franqueza
cuantas palabras pronunciemos todos.
Danos, oh Dios, tu amor como un perfume,
fragancia en nuestros rostros diferentes.
Danos anchura y corazón templado
para enfrentarnos al error del otro
sin derramar el odio o el desprecio.
La paciencia, el perdón son un rocío
que baja de tu monte,
y la sonrisa abierta hacia el hermano
tendrá la misma luz que tu sonrisa
y el mismo brillo que tus dulces ojos
cuando nos miras con amor de Padre.
Ved qué dulzura, qué delicia
convivir los hermanos unidos.
(De Salmos de ayer y hoy, Estella, EVD, 2008, p. 101).