Vulgaridad y mugre

No me voy a perder en teorías. La superficialidad, la vulgaridad y algunas muestras de la mugre son bien visibles en esta tierra que pisamos y amamos. ¿En todos nuestros conciudadanos? Desde luego que no. Pero sí en un considerable contingente de personas o indefensas o atrapadas en unas redes de intereses que no miran precisamente a las alturas.Lejos de mí el desprecio horaciano, enemigo del vulgo ignorante. Al pueblo profundo le corresponde mucho más el amor que la mirada de superioridad o de desprecio. Y, por supuesto, siempre el respeto. Por ahí se puede entender en parte la sátira de mis versos.

SI HOY VIVIERA CERVANTES


Si hoy viviera Cervantes
o Tirso o Calderón,
si hoy Quevedo en sus versos acuñara,
su moneda inmortal de tan mortales,
o si Lope, en horas veinticuatro, etc., etc...,
sus llaves de pasión, talento y oro
no abrirían ningún informativo,
nadie comentaría
sus prosas o sus versos soberanos
ni en las peluquerías, ni en los bares,
ni aturdiendo
en gritón y viscoso cotilleo
la luminosa mugre de las teles.
El Molina de Tirso sonaría
a ex-portero del Dépor.
En Calderón la fauna guiparía
a un mandamás defenestrado
de las alturas del real Madrid.
Si añades “de la Barca”,
lo verían tirado por la borda
a un futbolero piélago
de espumas procelosas.
Belén Esteban es
mil veces más famosa que Teresa de Ahumada.
Y Garcilaso, príncipe
en el amor, la guerra y en los versos,
no alcanzará ni a descalzar las botas
de Cristiano Ronaldo.


A un viejo amigo,
poeta que no nombro, aquí le aviso:
si escuchas tu apellido,
ni tan siquiera pase por tu frente, coronada de versos,
que tu nombre sonó.
Se tratará no más de un futbolista
recriado en un césped de Galicia, demorado
por un tiempo en Britania,
y ascendido a esplendor sobre la hierba
del Santiago Bernabeu, seleccionado invicto
que milita en “la Roja” ensangrentada.


Las trompas de la fama, oh genios vivos,
de carne y hueso aún,
arrecian sus clangores como nunca,
pero sólo en un golpe de fortuna
tocarán vuestros nombres
si por suerte sus sones coinciden
con el de un as de la legión del Barça,
el Valencia, el Sevilla,
o está en la rodadora nómina
de un Tour, un Giro o una Vuelta hispana,
o, en el caso peor, en la bazofia
de una televisión donde famosos
amantes o ex amantes de famosos,
gentes, si no de ruin, al menos
de dudoso vivir, exhiben sus entrañas purulentas
a golpe de talón, a cena o muerte.
Si les llenan su plato, no faltarán briosos periodistas
que suden buena tinta o mala baba
para contar, cantar y pregonar lo pútrido, escarbado
en el contenedor de la basura.


¿Y a qué llorar los nombres
mil veces coreados de políticos
de medio pelo, o calvos
como bombillas lisas y apagadas?


Mientras tanto, Cervantes,
o Tirso o Calderón, Lope, Teresa,
Juan Ruiz o Garcilaso
y quienes hoy heredan
la flor de sus laureles invisibles
se ríen de la chusma en risa floja
encaramados en la vieja,
regocijada cima del Parnaso.
Con dos copas de licor
y un vaso de ambrosía
les harían cantar un pareado
que hoy rima este criado de las letras:
Parnaso,
Parna, sopar, parné, parná, sopor y hedor supura
la dura costra de una España oscura
.


(Septiembre de 2009).
(De Apasionado adiós, Madrid, Vitruvio, 2013).
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