Te vi en televisión (a un político)
Después de 35 años han cambiado algo las cosas. No quizá mucho. El poder, el atractivo del poder produce en algunos fenómenos chocantes.
Comienzan las grandes batallas electorales. Perro muerde a perro. Mi sátira no lleva la sangre al río…
EPÍSTOLA MORTAL A MARIO
Te vi en televisión, Mario. Erguías
el busto triunfador por encima del agua.
Nimbaba tu cabeza
un zumbido abejuno de dorados cronistas
y en la solapa
condecoraba tu fragancia
un invisible edén de siemprevivas.
Antes de entrar en el objeto
preciso de mi pluma por el aire
me atrevo a interrogarte:
¿De dónde nace esa arrogancia erecta
que en Madrid aprendéis de las estatuas?
Hablas con resonancia de cazuela
-ay dolor, no de bóveda-,
persuadido
de que ascendéis y sois hijos del trueno
y un cuesco que os tiréis huele en la historia.
El peinado, la laca, el tremolante
penacho de tu pelo
clamaban a los palacios y jardines.
Piafaban en sus pedestales
los caballos de piedra.
Otros cagaban oro y demás residuos heroicos.
Te vi en televisión, Mario, y ahora
te digo con mi pluma agusanada
que no vas a morir:
por gracia de tu busto,
tu voz, tu pelo, tu arrogancia erecta
hoy yo con los gusanos decidimos
que dentro del cajón te reproduzcas
en propio ayuntamiento inmarcesible
y no se pierda raza tan egregia.
(1980.
De Pie en la cima de sombra, 1986).