"Quien dice a Belén, dice a la piedra viva" De regreso de Roma: "Esta vez, sí: el camino que nos ha llevado a Roma nos ha llevado a Belén"
"Me refiero a la visita que los obispos de Cataluña hicimos a Roma en la segunda semana de este enero para exponer la situación de nuestras diócesis, visitar los sepulcros de los apóstoles Pedro y Pablo y encontrarnos personalmente con el Santo Padre"
"Es en la teoría y lo fue en la práctica una visita motivada y enmarcada en la fe. Su jefe y pastor, el Santo Padre Francisco es quien ahora se convierte en la piedra visible de esta comunión y unidad"
"Recé por la fe de la Iglesia que está en Tarragona. Visité las diversas Congregaciones Romanas: el denominador común que encontré fue el de una gran proximidad frente a los diversos temas y problemas"
"El momento álgido de la visita, fue el encuentro con el papa Francisco. Un encuentro que se prolongó dos horas y media… Realmente, salimos reconfortados, así como fortalecidos en la fe y en nuestro ministerio"
"Recé por la fe de la Iglesia que está en Tarragona. Visité las diversas Congregaciones Romanas: el denominador común que encontré fue el de una gran proximidad frente a los diversos temas y problemas"
"El momento álgido de la visita, fue el encuentro con el papa Francisco. Un encuentro que se prolongó dos horas y media… Realmente, salimos reconfortados, así como fortalecidos en la fe y en nuestro ministerio"
Estimados y estimadas, «Todos los caminos llevan a Roma..., pero no van a Belén». Una frase repetida una y otra vez por nuestro poeta y que recordamos en Navidad. Pero esta vez, sí: el camino que nos ha llevado a Roma nos ha llevado a Belén. Me refiero a la visita que todos los obispos de Cataluña hicimos a Roma durante la segunda semana de este enero para exponer la situación de nuestras diócesis, visitar los sepulcros de los apóstoles Pedro y Pablo y encontrarnos personalmente con el Santo Padre. El camino... nos ha llevado a Belén. Quien dice a Belén, dice a la piedra viva sobre la que Cristo ha querido construir su Iglesia. «Sobre esta piedra edificaré mi Iglesia» (Mt 16,18). El domingo, día 16 de enero, al atardecer, volvía de la «Visita ad limina», que os anuncié el domingo anterior, cuando emprendía el viaje.
Es en la teoría y lo fue en la práctica una visita motivada y enmarcada en la fe, sin la que se hace difícil entender, que reafirma la comunión con la Iglesia de Roma, «la que preside toda la asamblea de la caridad», como afirmaba san Ignacio de Antioquía ya a principios del siglo II (Ad. Rom., inscr.: R 52). Su jefe y pastor, el Santo Padre Francisco es quien ahora se convierte en la piedra visible de esta comunión y unidad.
En la visita al sepulcro de san Pedro, tanto en el primer día de la visita en el que celebramos la Eucaristía, como en el último, recé por la fe de la Iglesia que está en Tarragona. Lo hice, asimismo, en las misas que los obispos de la Conferencia Episcopal Tarraconense, junto con los de Valencia y Mallorca celebramos con otros pocos acompañantes, en las basílicas de San Juan de Letrán, Santa María la Mayor y San Pablo Extramuros.
Visité las diversas Congregaciones Romanas que tiene el Papa para regir y seguir la vida de la Iglesia Universal: El Pontificio Consejo para la promoción de la Evangelización, la Congregación para los Obispos, la Doctrina de la Fe, la Secretaría de Estado, la Educación Católica, el Clero, la Liturgia y los Sacramentos, el Dicasterio para la Comunicación, el Dicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida, el dedicado al Servicio del desarrollo humano integral, la Congregación para la Vida Consagrada, y también, la Secretaría general del Sínodo de Obispos. Cabe decir que el denominador común que encontré fue el de una gran proximidad frente a los diversos temas y problemas, y con un excelente espíritu de servicio a las diócesis.
Como podéis pensar, el momento álgido de la visita, fue el encuentro con el papa Francisco, que tuvo lugar el viernes, día 14 de enero. Después de un breve saludo personal a cada uno de nosotros, nos reunimos con él en un encuentro que se prolongó dos horas y media. Hablamos de la evangelización y del testimonio de vida, del trabajo sinodal, del papel del obispo y de los sacerdotes, de los laicos y laicas y de la vida consagrada. Hablamos de las vocaciones, de los jóvenes, de la secularización y de la acción social de la Iglesia. Salieron temas más espinosos como el problema de los abusos a menores o la situación política en nuestro país. Realmente, salimos reconfortados, así como fortalecidos en la fe y en nuestro ministerio.
Etiquetas