"No podemos continuar viviendo como si esta pandemia no existiese" El coronavirus: una oportunidad para cambiar de vida

Santidad en tiempos de coronavirus
Santidad en tiempos de coronavirus

"Después de un año conviviendo con el coronavirus, con la muerte de miles de españoles, continuamos, insensibles, como si nada. Un año después del inicio de esta pandemia continuamos centrados en el individualismo, que nos aísla de los demás, en buena parte por la falta de responsabilidad"

“Esta noche conquistamos un derecho fundamental que no nos será quitado: el derecho a la esperanza. Una esperanza nueva, viva, que viene de Dios”

Todas las crisis traen en ellas mismas una oportunidad, que si la sabemos aprovechar nos hace más fuertes y mejores. También la crisis provocada por el coronavirus nos ofrece una oportunidad para comenzar de nuevo.

Con el casi un año de pandemia que llevamos, hemos experimentado una serie de cambios en el día a día. Pero no hemos aprendido prácticamente nada de lo que podríamos haber aprendido con el coronavirus. Y es que, con urgencia, hace falta que cambiemos nuestro modelo de vida. No podemos continuar viviendo como si esta pandemia no existiese. Nos lo decía el papa Francisco en la oración en la plaza de San Pedro, el 27 de marzo del año pasado, en los primeros días de esta pandemia. El papa nos exhortaba a “elegir entre lo que cuenta verdaderamente y lo que pasa”, para de esta manera “separar lo que es necesario de lo que no lo es”.

Después de un año conviviendo con el coronavirus, con la muerte de miles de españoles, continuamos, insensibles, como si nada. Un año después del inicio de esta pandemia continuamos centrados en el individualismo, que nos aísla de los demás, en buena parte por la falta de responsabilidad.

En el último número de la revista Serra d’Or (febrero de 2021), mossèn Teodor Suau hace una reflexión sobre la irresponsabilidad de los que, en esta pandemia, no guardan las medidas sanitarias, hacen reuniones no permitidas, no llevan la mascarilla o incumplen las normativas. En su artículo, mossèn Suau se pregunta de qué se extrañan los que se escandalizan de estas actuaciones. “¿Por qué les viene de nuevo?”, continua mossèn Suau. Y añade aun: “Si durante años y más años el mensaje masivamente recibido y mínimamente contrastado ha sido: el único valor eres tú para tu mismo; solo el placer tiene garantías de no ser la invención ideológica de los que te quieren engañar; no creas en nadie ni en nada que te pida sacrificio, salida de tú mismo hacia el otro; el otro es el enemigo, aquel que ocupa el lugar que tú podrías ocupar y que te lo ha cogido; no des cuenta a nadie ni tengas en mente ninguna otra cosa que tú propio interés”.

Misioneros en tiempos de pandemia
Misioneros en tiempos de pandemia

Mossèn Teodor Suau destaca en su artículo, que “la única cosa que interesa al mundo globalizado, cada día más en manos de las corporaciones, es la ganancia”. Y por eso dice que “el credo oficial de nuestro universo cultural” es,“¿para qué tener en cuenta al otro? ¿Para qué renunciar a la mi voluntad de poder y de placer?”.  

Esta pandemia nos es una oportunidad, como lo fue para los discípulos de Jesús la primera Pascua. Por eso en la homilía de la Vigilia Pascual del año pasado, el papa nos decía: “Esta noche conquistamos un derecho fundamental que no nos será quitado: el derecho a la esperanza. Una esperanza nueva, viva, que viene de Dios”. El papa nos invitaba a no depositar “la esperanza debajo de una piedra”, ya que Jesús Resucitado “ilumina la oscuridad del sepulcro y hoy quiere llegar a los rincones más oscuros de la vida”. El papa nos invitaba también a“soñar, arriesgar y a comprometernos para cambiar el mundo”, porqué “el anuncio pascual es un anuncio de esperanza”, ya que “la oscuridad y la muerte no tienen la última palabra”.

Cambiar el mundo y aprovechar esta crisis sanitaria y económica para comenzar de nuevo, es el reto que tenemos. Y es que hasta ahora, como nos recordaba el papa en la oración del 27 de marzo, “nos hemos dejado absorber por lo material y trastornar por la prisa”. Y así, anestesiados por la indiferencia, “no nos hemos despertado ante guerras e injusticias del mundo, ni hemos escuchado el grito de los pobres y de nuestro planeta, gravemente enfermo”. Por nuestro egoísmo nos hemos encerrado en nosotros mismos, ignorando el llanto de los desvalidos y el clamor de la tierra, herida por nuestra insensibilidad.

Cambiar nuestro modelo de vida es posible. Recuperar los valores de nuestros antepasados, que tenían tiempo para la familia y para compartir con los demás lo que eran y lo que tenían es el reto que hemos de hacer realidad. Ahora vivimos nerviosos, dominados por el dinero y por las prisas.

Esta pandemia nos habría de servir para cambiar nuestro modelo de vida, un modelo que es caduco e insostenible.

Via Crucis del Papa en San Pedro
Via Crucis del Papa en San Pedro

Solo un ejemplo de los muchos que hay para hacer un mundo más justo y más fraterno. Llevamos casi un año sin futbol presencial. Y no ha pasado nada. El virus se ha llevado miles y miles de españoles y ha dejado en la ruina a miles de personas que han tenido que cerrar sus negocios. Pero los jugadores continúan cobrando un sueldo astronómico. Como los políticos.

Ya sé que es un tema delicado porqué levanta pasiones y mueve muchas emociones. ¿Pero los contratos de Messi, de Sergio Ramos o de Cristiano Ronaldo (y de otros muchos otros futbolistas), podemos continuar pagándolos? El dinero que ganan estos jugadores, ¿no nos invita a cambiar de modelo de vida?

Estos días hemos conocido que la media por temporada que cobra Messi es de 138.809.404 euros. Son más de 74 millones limpios por temporada. Eso quiere decir que Messi cobra 202.739,726 euros cada día. Y por lo tanto, si no me he equivocado en las operaciones, Messi cobra (tanto si juega como si está durmiendo), 8.447,4 euros cada hora; 140,7 euros cada minuto i 2,3 euros cada segundo.

¿Podremos continuar, después de esta pandemia, como si no hubiese pasado nadares? ¿No aprenderemos a vivir de otra manera? ¿No cambiaremos el ritmo de nuestra vida para priorizar lo que es esencial y dejar de lado lo que es accesorio, como nos pedía el papa?

Mossèn Teodor Suau acababa su artículo en Serra d’Or, afirmando que “si no existe responsabilidad es porqué la pregunta a la cual se ha de responder está mal planteada. No es, “¿cómo yo y solo yo puedo hacer lo que quiero?”, sino, “¿cómo puedo colaborar en la realización del proyecto legítimo de felicidad de cada uno que viene a este mundo?”.  

Para darles de bofetadas
Para darles de bofetadas

La lección que, con responsabilidad, habríamos de aprender de estos meses con el coronavirus, nos habría de llevar a dejar de lado la indiferencia y la insolidaridad, para ser artesanos de esperanza, ya que como nos dijo el papa, “en Jesús Resucitado, la vida ha vencido a la muerte” y por eso “la fe pascual alimenta nuestra esperanza”.

Después de la Covid-19 hemos de levantarnos de nuevo para vivir una nueva vida, como fue nueva la vida de Jesús Resucitado. Una vida más fraterna, más humana y más solidaria y así “elegir entre lo que cuenta verdaderamente y lo que pasa” y “separar lo que es necesario de lo que no lo es”.

¿Seremos capaces de hacerlo? Hemos de saber que para hacer realidad este cambio de vida, solo lo podremos hacer unidos, porque como ha dicho el papa Francisco, “o somos hermanos o nos destruimos mutuamente” (Religión Digital, 4 de febrero de 2021).    

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