¿Jubilan al cardenal Ruini?
Pues así como Juan Pablo II generalmente porrrogaba mucho la edad de jubilación y nombraba sustitutos mucho más jóvenes, Benedicto XVI acepta las renuncias con una velocidad sorprendente y nombra sustitutos que apenas son cinco o seis años más jóvenes que los sustituidos.
Yo no sé si mañana, como dicen, se aceptará la renuncia del cardenal Ruini. Ni si Bagnasco será su sucesor. De este último tengo poca noticia. Pero, habiendo sido Ruini un dignísimo cardenal de la SRE, no será fácil sustituirle con alguien que por lo menos esté a su nivel.
Y eso es lo que me preocupa de la nueva Curia del actual Pontífice. La que se está montando él. Porque Bertone no le llega a la suela de los zapatos de Sodano. Y Levada tal vez menos todavía respecto a su antecesor el cardenal Ratzinger. Hummes no resiste la comparación con Castrillón y no faltará quien piense que a un gran purpurado le sucedió un bobín. Y no pocos están convencidos que incluso mejora al Secretario de Estado. En lo que va de bobín a bobón.Quien creo que quien queda mejor es Dias. Pero, aun así, no mejora las capacidades de Sepe. Y el sustituto de Herranz aún tendrá que demostrar su superioridad sobre el cardenal del Opus Dei. Que siempre me pareció muy notable.
Ya en ámbitos menores, el jesuita Lombardi parece un mal aprendiz al lado de Navarro Valls. Y ya sólo faltaría que apareciera una corresponsal vaticana que todavía fuera peor que la Paloma, Palomita, Palomera. Hay dos casos en los que, nombren a quien nombren, es imposible que no mejoremos. La susodicha y Antonio Pelayo.
Que no estoy entusiasmado con las sustituciones no necesito decirlo más alto. Pero, dadas las perspectivas de vida, salvo que Dios disponga otra cosa, veré la sustitución de los sustitutos pues todos deben ser mayores que yo.
El Santo Padre es mucho más inteligente que yo y sabe de la Iglesia muchísimo más que yo. Igual Bertone, Hummes o Levada tienen unas potencialidades que yo he sido incapaz de descubrir y el Papa tiene clarísimas. O igual el Papa les conoce perfectamente y piensa que para regir la Iglesia se basta él, como así es, y no necesita más que unos conserjes discretitos.
Pues, lo que sea. Mi amor al Papa y mi admiración por él no está tocado en lo más mínimo. Sabe lo que hace o se equivoca. Pero, si esto último ocurriera, apenas se equivocaría en un nombramiento y no en su quehacer pontificio. Y los nombramientos como se hacen se deshacen.
No sé si mañana se aceptará la renuncia al cardenal Ruini. Si así fuere, mi agradecimiento, señor cardenal, por todos los servicios que prestó a la Iglesia. Y, si no, pues algún tiempo más desempeñando su cargo tan ejemplarmente como hasta hoy.