Lumen Dei dejada de la mano de Dios.

Se han empeñado en el suicidio. Pues cuanto antes acaben, mejor.

Creo que hasta ahora había sido muy prudente en mis opiniones sobre la cuestión. Que prácticamente se limitaban a constatar que algo grave ocurría cuando Roma tomaba la decisión de intervenir la Pía Unión o lo que sea nombrando un comisario apostólico y destituyendo de sus cargos a los directivos de Lumen Dei.

Borré afirmaciones gravísimas que se escribieron en el Blog contra personas de la institución y comprobé el escasísimo nivel intelectual de no pocos de los defensores de la organización que parecían carecer hasta de los más elementales estudios primarios.

Pero ahora ya hay constancia de la reacción de los superiores ante la medida de Roma. No la reconocen y se niegan a colaborar, e incluso hasta hablar, con el comisario pontificio.

Primero alegaron irregularidades en el nombramiento. Y como ello no les valió de nada y el comisario sigue actuando, alegan ahora que todo se debe a una actuación anticanónica del cardenal Rodé hecha sin conocimiento y contra la voluntad del Santo Padre y del cardenal Bertone. A lo que se habría prestado Don Fernando Sebastián.

Todo es absurdo. El Papa, que seguramente ni sabe que existe Lumen Dei, debe hablar todos los días con ese señor Zavala para decirle lo malo que es el cardenal Rodé haciendo esas fechorías a sus espaldas y contradiciendo sus más declarados deseos. Don Fernando Sebastián un pobre bobo que, aburrido como emérito e ignorante de todo como es, acepta un nombramiento de alguien que no le puede nombrar. Menos mal que tienen al cardenal Bertone como su valedor y ya se encargará él de poner firmes a quienes tan abiertamente han hecho irrisión de la autoridad pontificia.

Todo es un sinsentido. Bertone no es el superior de Rodé y éste no tiene que consultar a aquel los asuntos propios de su Congregación. Que despacha con el Papa y no con el Secretario de Estado. Pero es que el Secretario de Estado también ha intervenido en contra de los refractarios por cuanto el nuncio de Su Santidad, monseñor Monteiro, que éste sí depende directamente del cardenal Secretario de Estado, avaló con su presencia el acto jurisdiccional de monseñor Sebastián al tomar posesión de su comisariado.

Vamos, que según estos genios del derecho canónico están en la cuerda floja, y a punto de ser fulminados por el Santo Padre, el prefecto de una Congregación romana, el comisario apostólico y el nuncio de Su Santidad.

Y ya ha salido a relucir la cuestión capital: los dineros de Lumen Dei. El malísimo comisario apostólico se ha apoderado de los mismos y unos pobres ancianitos ya no tienen que comer. Prueba clarísima de que monseñor Sebastián es la personificación del demonio.

Ellos mismos se han puesto la soga al cuello y han dado la patada al banco. Eso ya no tiene arreglo. Personas tan obedientes a Roma no tienen que ser echadas de la Iglesia. Se van ellas solas. Y cuanto antes mejor.

La cuestión se ha desorbitado porque no son más que un pequeño grupo sin trascendencia alguna. Desaparecen y la Iglesia ni se entera. El P. Molina hizo en América una muy buena labor asistencial pero también la hicieron muchas congregaciones religiosas que se han visto obligadas a cerrar muchas casas por la sequía vocacional sin que ocurriera nada importante.

Lumen Dei iba de capa caída por disensiones internas y por otros hechos que hoy están bajo análisis. Si no hubiera nada que ocultar no se habría producido tan radical negativa a la comisión pontificia. Estarían encantados con ella para que se aclarara que todo eran calumnias sin fundamento.

Parece que las cuentas corrientes, con indignación de quienes hasta el momento las manejaban, ya les han sido intervenidas. Y a ellas afluían las donaciones. Que supongo van a caer muchísimo con todo esto. Y a ver que católicos van a ir, de ahora en adelante a hacer ejercicios espirituales con sacerdotes de Lumen Dei. Como digo, se han empeñado en el suicidio. Lo único triste es que con ellos cerrarán colegios, asilos, comedores... que en América estaban haciendo una gran labor.

Estamos hablando, por otra parte, de un grupo muy reducido de personas que no se entiende como tiene tanto eco en los medios. Un centenar de consagrados y consagradas y unos mil seglares comprometidos deben ser todos sus efectivos. Y seguro que no todos ellos segurían a los destituidos si se empeñaran en constituirse en secta.

Por todo ello es de desear que cuanto antes se resuelva algo que está haciendo mucho más ruido que nueces tiene. Y unas cuantas de ellas podridas.
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