Vaya metedura de pata del Vaticano.

El nombramiento del nuevo arzobispo de Varsovia parece algo muy grave para la Iglesia en Polonia y, por tanto, para la universal. Yo aún no tengo claro que este obispo haya sido un delator al servicio del comunismo. Pero como lo hubiera sido no puede ser arzobispo de Varsovia. Va a tener tal rechazo de sus fieles que su misión pastoral será imposible.
Mañana el Vaticano puede nombrar a Masiá, o a Castillo, arzobispo de Madrid. A Tamayo, gracias a Dios, ya es imposible. Pero iban aviados esos señores si esperasen dócil acatamiento.
Si respecto a ese monseñor todo es una calumnia, cosa que es posible, adelante con los faroles. Pero si es cierto lo que se dice creo que dos dimisiones se imponen. La primera, como inútil, o en su caso malvado, la del nuncio en Polonia. No es normal la proliferación de nuncios imbéciles. Pero ya casi perece una epidemia.
La segunda es la del cardenal Re. Seguramente más por bobo que por submarino antieclesiástico. Pero ya tenemos demasiados memos en la Iglesia como para elevarlos a tan distinguido cargo.
He leído que alguien achacó la promoción al cardenal Bertone. Quiero suponer que no pasa de una maldad sin fundamento. Pero si Bertone hubiera tenido alguna influencia en ello es que es mucho más cretino de lo que yo me suponía. Siempre en el caso de que la noticia sea cierta.
Todo lo que he dicho hasta el momento es puramente condicional. En el caso de que lo que se dice sea verdadero y no una manipulación de los de siempre. Me resisto muchísimo a creer que el nuevo arzobispo de Varsovia haya sido un miserable canalla al servicio del comunismo. Un delator de sus hermanos. Un Judas. Pero, si así fuere, ese desgraciado no puede estar ni un momento más en tan importante cargo de la Iglesia en Polonia.