El arzobispo de Barcelona y el cardenalato

Ayer falleció en cardenal Adam Kozlowiecki. Jesuita polaco, arzobispo que fue de Lusaka. Tenía 96 años y era el segundo purpurado más anciano del Sacro Colegio. El decano por edad es el cardenal austriaco Alfons Maria Stickler, salesiano que tiene 97 años. Ha pasado a ocupar ese vicedecanato de edad el benedictino alemán Paul Augustín Mayer.

Kozlowiecki había sido creado cardenal por Juan Pablo II en 1998, cuando ya contaba 87 años y por tanto nunca gozó de derechos electores. Su pérdida es puramente personal y no altera para nada un eventual cónclave ni el próximo consistorio.

Si fue significativo, en cambio, el cumplimiento de los ochenta años el pasado 14 de septiembre por el cardenal norteamericano Szoka. Edad que alcanzará el 21 de noviembre el que fue Secretario de Estado Angelo Sodano. Con la pérdida de los derechos de ambos Benedicto XVI se encontrará con 17 vacantes cardenalicias. Que son seguramente los nombramientos que haga en un consistorio que se cree muy próximo.

El retrasarlo más no tiene el menor sentido porque 2008, salvo algún fallecimiento imprevisto, apenas va a aportar vacantes. El alemán Wetter en febrero y en junio el italiano Biffi y el japonés Shirayanagi.

Tampoco va a ser 2009 año de muchos huecos. Solamente cuatro. El tailandés Kitbunchu en enero, el italiano Marchisano en junio, el colombiano Castrilón en julio y el polaco Glemp en diciembre. Si cubre en 2007 las vacantes que hay concluirá 2009 y apenas habrá para siete nombramientos más. Tendría que esperar a finales de 2010 para tener una cifra notable de promociones que seguramente sería la más determinante para un próximo cónclave. Un consistorio celebrado en invierno de ese año sumaría a las siete vacantes de 2008 y 2009, doce más. Serían 19 nombramientos más algún otro porque siempre fallece algún cardenal de menos de ochenta años.

Con los principales cargos curiales y residenciales cubiertos por los diecisiete nombramientos de 2007 habría ya posibilidades de agraciar con la púrpura a algún arzobispo de los que no son cantados por su sede o su cargo. Podría llegarle entonces, en mi opinión, al barcelonés Martínez. Con setenta y tres años, muy próximos los setenta y cuatro. Le quedarían un par de ellos como cardenal en activo al frente de su diócesis y seis como cardenal elector. Si perdiera ese tren tal vez no sería el último pues a fines de 2012 podría convocar Benedicto XVI otro consistorio numeroso. Porque entre el año anterior y éste cumplirán ochenta años nada menos que veintiún cardenales. A Martínez le pillaría con la renuncia a Barcelona ya presentada pero posiblemente todavía sin serle admitida. Esa sería su última oportunidad.

Y debería pensar que tendría que aportar algún mérito además del escasísimo que supone ser un maestro en el arte de hacer la lapa sujetándose a la roca ante la embestida de las olas.

Con la diócesis destrozada hasta el punto de ser la más secularizada de España, el clero dividido, el seminario agonizante y la insurrección campando a sus anchas, no parece que Benedicto XVI pueda estar encantado con el arzobispo de Barcelona.

Yo pienso que en el consistorio de 2007 no sale. En el de 2010 tampoco. En el de 2012 y ya in articulo mortis tendría más posibilidades. Pero algo tendrá que hacer para ganarse el capelo. Sonreir y hacer la lapa no me parece suficiente.
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