Algo no se está haciendo bien.
Hay una agencia de la Conferencia Episcopal, SIC, de la que tomo la noticia. Hasta hace poco desconocía su existencia pero ha comenzado a enviarme un boletín diario, que le agradezco, con numerosas noticias de la Iglesia española. Entre ellas la de que en Burgos acaba de celebrarse un encuentro de familias católicas. Excelente iniciativa en estos momentos en los que la familia está siendo tan atacada. Pero...
Según la citada agencia acudieron al encuentro, procedentes de la capìtal y de la provincia, cerca de mil personas. Como contando son igual los buenos que los malos, los blancos que los negros y los creyentes que los ateos, pongamos ¿800? Me parece una cifra ridícula para los aproximadamente 350.000 católicos que debe haber en la diócesis. Algo así como el 0,25% de los mismos. Pues algo falla.
Y es que aquí nadie da un palo al agua. Y así nos va. Si los párrocos hubieran animado a la movilización en sus parroquias y los religiosos en sus colegios ese acto debía haber reunido por lo menos a 35.000 personas. Con lo que se habría demostrado que con los católicos había que contar. Y seguramente al menos un diez por ciento estarían dispuestos a desplazarse a Madrid el próximo 17 de octubre. Pero con esa capacidad de convocatoria no cabe esperar mejor trato del Gobierno.
Apenas doscientas familias, y ya me parecen muchas contando abuelos, padres e hijos, han respondido a la llamada del obispo. Pues algo hay que cambiar. Si no queremos que nos sigan tomando por el pito del sereno o el coño de la Bernarda.