Lo bueno sería que no existieran ladrones. Pero ya que los hay no es malo que tengan miedo a la policía. Pues igual con el caso Pagola.
Mutatis mutandis
Hasta el momento silencio absoluto de los dos más implicados. El propio Pagola y el obispo que me parece se va a tragar su
nihil obstat. Porque debe obstar muchísimo. Sin duda estarán lamiéndose las heridas.
Después casi nadie. Algunos desconocidos o que, si no lo son, precautoriamente se ocultan tras un nick. Por si acaso. Y ciento once curas madrileños, según dicen ellos, que nadie sabe si son esos o la cuarta parte, si son madrileños o no, ni nada de nada. El valor hasta el momento sólo se les supone. A ver si se atreven a acreditarlo. Es muy fácil. No tienen más que decir: Soy el párroco de tal. Lo de que los obispos son unos imbéciles y que el bueno es Pagola ya lo han dicho. Pero, ¿quiénes?
Todos estamos deseando saber con quienes nos jugamos los cuartos. Pues, anímense. Si piensan igual que Pagola no es justo que sólo a él le toque bailar con la más fea. Un pasito al frente si tienen lo que hay que tener. Así nos enteraríamos todos.