Dinamismo de la fe: “escuchar, conocer y seguir” (12.5.19)
"Mis ovejas escuchan mi voz, yo las conozco y ellas me siguen"
Hasta hace unos años en algunas regiones rurales de Palestina, era frecuente ver al pastor caminado delante, y las ovejas siguiendo sus pasos. Entre el pastor y las ovejas hay una gran compenetración. El pastor sabe a dónde hay pasto abundante y camina con firmeza. Las ovejas confían el él, escuchan, entienden sus silbidos, y le siguen. En ese contexto cultural el cuarto evangelista se refiere a la fe cristiana como seguimiento de Jesús
En la primera lectura de esta celebración, de los Hechos de los Apóstoles, “la Palabra de Dios” sale cuatro veces. La Palabra se anuncia, se escucha, se rechaza, va cundiendo. Esa Palabra se deja oír en la intimidad de cada uno, y acabamos de proclamarla en el Evangelio. En el encuentro que llamamos fe, Dios tiene la iniciativa, pues continuamente está viniendo a nosotros. Por nuestra parte debemos “escucharla”; abrir nuestros oídos y nuestro corazón, para que encuentre buena tierra y pueda dar fruto.
Según la fe cristiana, la Palabra que es Jesucristo. Escuchar esa Palabra significa respirar los mismos sentimientos de Jesucristo, practicando su forma de vivir y de morir amando a los demás. Es el camino para vencer a la muerte. Que su empeño por erradicar el sufrimiento, su apasionamiento para que todos y todas vivan con la dignidad de personas, calen a fondo en nuestro corazón y fecundicen nuestra existencia. Esto significa seguir a Jesucristo. Escuchar, conocer y dejarnos transformar por la Palabra encarnada en la conducta de Jesús