¿Excesiva generosidad? (24.2.19)
Lo que dice hoy el evangelio está claro :”amad a vuestros enemigos, haced bien a los que os odian,orad por los que os injurian, al que te pegue en una mejilla, preséntale la otra”. Pero ¿no es demasiado pedir? En un curso de preparación para el matrimonio se hablaba de la vocación a compartir con todos incluidas las personas que nos hacen daño. Al escuchar esto, un joven con buen sentido cuestionó: “compartir, compartir ¿y quién comparte conmigo?”. Este radicalismo evangélico ¿no será una utopía ilusoria? ¿ no está pidiendo algo imposible? Lo más normal es hacer que el enemigo desaparezca del mapa y la justicia exige que quien la hace la pague .
Sobre esa invitación del evangelio hay distintas interpretaciones. Unos dicen que debe ser interpretada como cualquier otra ley según la cual todos seremos juzgados. Esa rigidez no pega con los sentimientos de Jesús: “venid a mí todos los que estáis agobiados y os aliviaré; mi yugo es suave y mi carga ligera”. Ante la imposibilidad de practicar ese radicalismo, concluyen otros que la invitación es solo par una élite pequeña. Pero Jesús proclamó el evangelio para la gente, no para un grupo de privilegiados; no hay cristianos de primera y cristianos de segunda. Entonces ¿cómo interpretar este radicalismo? ¿dónde puede estar la inspiración que haga posible llevarlo a la práctica?
El evangelio que hoy escuchamos es el juicio de Jesús sobre la existencia humana bien vivida; debería ser así. Un ideal que no se observa como una ley, sino que inspira caminar continuamente hacia él. En esa tensión apasionada y en el renovado empeño por hacer realidad histórica ese ideal consiste la vocación humana. ¿Cómo es posible responder a esta vocación? “Sed compasivos como vuestro Padre es compasivo”. Es posible un estilo de vida en esa generosidad ilimitada cuando la persona humana se abre incondicionalmente a Dios , compasión, ternura infinita; y siguiendo la conducta de Jesucristo, deja que Dios amor sea único absoluto de su existencia.