La familia sagrada (30.12.18)
. Jesús de Nazaret nació y vivió en una familia humana. Nosotros la calificamos con razón de “sagrada”, pero ese calificativo proporcionalmente vale para todas las familias como dinamismo de amor que madura en los conflictos. Sobre todo en cambios culturales rápidos y profundos como el que estamos viviendo. A veces en el mismo seno de las familias hay choques tan fuertes que la comunión de amor se rompe y la familia se pierde.
Según los evangelios, José. María y Jesús formaban una familia sencilla de Nazaret. Una comunidad de amor que fue creciendo en los conflictos. Ya cuando José y María estaban prometidos: María recibe el anuncia de que será madre del Mesías y se pregunta: “cómo puede ser esto si no conozco varón”. Mientras José, al ver encinta a su esposa sin haber convivido con ella, daba vueltas y no sabía qué hacer. Los dos sin embargo aceptaron la voluntad de Dios: acoger con amor y educar al niño. Todavía cuando María estaba gestando, un poderoso de turno, emperador de Roma, decidió hacer el censo para conocer bien hasta dónde llegaban sus dominios; la familia de José y María tuvieron que emigrar para censarse en su región de origen; y en esta familia de emigrantes nació Jesús. . Pero la cosa no acabó ahí. En cuanto Herodes, el mandatario de entonces, vio que con el nacimiento del niño peligraba su reinado, buscó la forma de eliminarlo; y otra vez una situación conflictiva para la familia que de nuevo tuvo que emigrar para proteger al hijo. Según el mismo evangelio que hoy escuchamos se ve una cierta discusión entre el adolescente que ya busca su camino y la madre que le da una regañina.
Sin duda los evangelistas quiere dejar bien claro que María y José son personas justas que se fían totalmente de Dios. También dejan entrever que las fuerzas de la muerte no pueden vencer al Dios de la vida que, por medio de sus ángeles o una estrella, burla los proyectos de muerte que traman los poderosos arrogantes. Pero el relato evangélico nos deja una enseñanza muy sencilla y práctica: la familia humana –“el dulce hogar”- se va forjando en medio de conflictos, provenientes de dentro y de fuera. Y los conflictos se van superando si escuchamos la voz de Dios que nos habla “en sueños”, es decir en la intimidad de nuestra propia conciencia, suscitando en nosotros sentimientos y prácticas de amor, de perdón y compromiso a favor de los otros en las relaciones dentro de la familia. Es importante celebrar esta fiesta en el marco de Navidad donde se ha manifestado la ternura de Dios a favor de toda la familia humana. que a su vez es la expresión histórica de esa ternura.
Según los evangelios, José. María y Jesús formaban una familia sencilla de Nazaret. Una comunidad de amor que fue creciendo en los conflictos. Ya cuando José y María estaban prometidos: María recibe el anuncia de que será madre del Mesías y se pregunta: “cómo puede ser esto si no conozco varón”. Mientras José, al ver encinta a su esposa sin haber convivido con ella, daba vueltas y no sabía qué hacer. Los dos sin embargo aceptaron la voluntad de Dios: acoger con amor y educar al niño. Todavía cuando María estaba gestando, un poderoso de turno, emperador de Roma, decidió hacer el censo para conocer bien hasta dónde llegaban sus dominios; la familia de José y María tuvieron que emigrar para censarse en su región de origen; y en esta familia de emigrantes nació Jesús. . Pero la cosa no acabó ahí. En cuanto Herodes, el mandatario de entonces, vio que con el nacimiento del niño peligraba su reinado, buscó la forma de eliminarlo; y otra vez una situación conflictiva para la familia que de nuevo tuvo que emigrar para proteger al hijo. Según el mismo evangelio que hoy escuchamos se ve una cierta discusión entre el adolescente que ya busca su camino y la madre que le da una regañina.
Sin duda los evangelistas quiere dejar bien claro que María y José son personas justas que se fían totalmente de Dios. También dejan entrever que las fuerzas de la muerte no pueden vencer al Dios de la vida que, por medio de sus ángeles o una estrella, burla los proyectos de muerte que traman los poderosos arrogantes. Pero el relato evangélico nos deja una enseñanza muy sencilla y práctica: la familia humana –“el dulce hogar”- se va forjando en medio de conflictos, provenientes de dentro y de fuera. Y los conflictos se van superando si escuchamos la voz de Dios que nos habla “en sueños”, es decir en la intimidad de nuestra propia conciencia, suscitando en nosotros sentimientos y prácticas de amor, de perdón y compromiso a favor de los otros en las relaciones dentro de la familia. Es importante celebrar esta fiesta en el marco de Navidad donde se ha manifestado la ternura de Dios a favor de toda la familia humana. que a su vez es la expresión histórica de esa ternura.