¿QUÉ PODEMOS ESPERAR EN LA VIDA?
01. EL FINAL.
La muerte, el final de la historia, el fin del mundo nos emplaza ante la pregunta que siempre ha estado presente en la conciencia del ser humano: ¿Qué me cabe esperar en la vida?, (Kant).
Qué puedo esperar en la vida, si es que me cabe esperar algo.
Y esta cuestión nos sitúa ante la esperanza.
02. ESPERANZA.
En la vida tenemos proyectos, esperanzas. Es bueno tener ilusiones en la vida, que nos muevan a trabajar, a crear, a vivir.
Habitualmente ponemos nuestra esperanza en la ciencia, en los logros tecnológicos, médicos, etc.
La ciencia puede contribuir mucho a la humanización del mundo y de la humanidad.
Los logros científicos, las buenas estructuras sociopolíticas ayudan, pero por sí solas no bastan.
El hombre nunca puede ser redimido por la ciencia, ni por la política, ni por lo eclesiástico, desde afuera. El hombre no puede ser redimido por medio de la ciencia. Es pedir demasiado a la ciencia. Esta esperanza es falaz.
Pero también la ciencia puede destruir al hombre y al mundo si no está orientada si no tiene su sentido, un horizonte que encauce sus éxitos.
Por otra parte, el progreso, en manos equivocadas, puede convertirse, y se ha convertido de hecho, en un progreso terrible en el mal. Si el progreso técnico no se corresponde con un progreso en la formación ética y humanista del hombre interior, no es progreso, sino una amenaza para el hombre y para el mundo.
Estos días se está proyectando la película “El fotógrafo de Mauthausen”. Basta evocar aquel infierno para caer en cuenta de que la ciencia y el progreso en mentes e ideologías siniestras no solamente no causan esperanza, sino más bien profunda desesperación.
03. EL AMOR GENERA ESPERANZA.
Quien ha sido tocado por el amor empieza a intuir lo que sería propiamente “vida”. Empieza a intuir qué quiere decir la palabra esperanza.
Cuando uno experimenta un gran amor en su vida, se trata de un momento de “redención” que da un nuevo sentido a su existencia.
La esperanza que nace del amor, nos redime. La ciencia no redime al hombre. El hombre es redimido por el amor.
La puerta oscura de la existencia, del tiempo, del futuro, ha sido abierta de par en par. Quien tiene esperanza vive de otra manera; se la ha dado una vida nueva.
04. LA GRAN ESPERANZA SOLAMENTE PUEDE SER DIOS.
En la vida necesitamos tener esperanzas y proyectos, que día a día nos mantienen en camino. Pero sin la gran esperanza, los proyectos y las esperanzas intramundanas, se vienen abajo. Dios es el fundamento de la esperanza absoluta.
En un mundo y en una existencia imperfecta, marginada, pisoteada, solamente puedo sobrevivir y esperar por el amor de Dios manifestado en los humanos: JesuCristo y las personas que me aman.
Dios que tiene rostro humano en JesuCristo y en el prójimo, nos ha amado hasta el extremo. Su reino está presente allí donde Él es amado y donde su amor nos alcanza.
02. EL PROBLEMA ES NUESTRO FINAL.
¿Cómo vayan a terminar la tierra, los planetas, estrellas, el universo, no es una cuestión cristiana. Tiene un interés científico, no humano, ni cristiano.
Lo que nos importa es cuál será nuestro final.
Las dos lecturas de hoy están redactadas en un lenguaje que a nosotros nos resulta muy extraño: el lenguaje apocalíptico. El libro de Daniel, el cp. 13 de Marcos (denominado “pequeño apocalipsis) del que hemos escuchado un párrafo son apocalípticos y la APOCALÍPTICA ES UNA LLAMADA A LA ESPERANZA, que es la característica principal de toda esta literatura, que no es histórica, pero que es muy gráfica, muy descriptiva.
Hemos de pensar que las cosas no ocurrirán como las narra la apocalíptica, pero de lo que podemos estar seguros es que tenemos un final, una finalización. El Hijo del Hombre no va venir como un extraterrestre, ni habrá un cataclismo, ni caerán las estrellas, etc.
Son modos de hablar del futuro, que llegará, pero no así y no sabemos cómo será.
Sin embargo, La cuestión del final o del futuro absoluto es fundamental. Y tener la esperanza de que terminamos en Dios causa una honda paz y serenidad, al mismo tiempo que es profundamente liberador.
En medio de los problemas de la vida y de los “tenderetes eclesiásticos”, lo decisivo es que terminamos en Dios.
No sé si los divorciados terminarán comulgando o no; no sé quién va será el obispo a aquí o allá; puedo no saber si la Congregación para la Doctrina de la fe dice “a” o “b” respecto del limbo. A estas alturas de la vida me preocupan poco las intrigas, los “dimes y diretes” del Vaticano y del obispado: porque me parecen cuestiones muy -muy- secundarias ante el gran descanso cristiano que me produce saber que el futuro está en Dios y en Él terminará, que es lo decisivo.
Quizás todos esos embrollos eclesiásticos han adquirido importancia porque la Iglesia ha perdido la tensión hacia el futuro, hacia el Reino, hacia la Escatología
06. ¿LA NADA LE VA A GANAR LA PARTIDA AL SER?
MIS PALABRAS NO PASARÁN.
En estas cosas del futuro, de la escatología y de la teología hablamos como buenamente podemos y sabemos, (excepto fundamentalistas fanáticos que lo saben e imponen todo).
Con un lenguaje en parte filosófico y en parte bíblico podemos apoyarnos y descansar nuestra existencia en “MIS PALABRAS NO PASARÁN”. Evocando el Génesis y el prólogo de San Juan: en el principio existía la Palabra y la Palabra era Dios … Todo se hizo por la Palabra, podemos pensar que esa Palabra creadora es el sentido (logos) de la vida, esa palabra creadora es Palabra salvífica. Y eso no pasa. Venimos de una creación y vamos hacia un final: es el designio salvífico de Dios. Cristo “alfa” y “omega”, principio y fin, decimos en la vigilia Pascual, (cirio pascual).
GENERA UNA GRAN CONFIANZA
o La Palabra, que no pasa, genera una gran confianza. Dios es la roca que me salva (Salmo 143,1).
o El futuro esperado es la serenidad del presente. Decía Viktor Frankl que lo que el ser humano quiere realmente no es la felicidad, sino la confianza en un fundamento que de sentido a su vida y así viva serenamente feliz.
MIS PALABRAS NO PASARÁN.