La política como ternura y amabilidad Leonardo Boff: "Fratelli Tutti mueve el centro: de una civilización técnico-industrial e individualista a una de solidaridad y cuidado"
"El Papa presenta una alternativa paradigmática a nuestra forma de habitar la Casa Común, sujeta a muchas amenazas"
"El Papa sugiere lo que hoy es la punta de la discusión ecológica: trabajar la región, el biorregionalismo que permite una verdadera sostenibilidad y humanización de las comunidades y articula lo local con lo universal"
La nueva encíclica del Papa Francisco, firmada sobre la tumba de Francisco de Asís en la ciudad de Asís el 3 de octubre, será un hito en la doctrina social de la Iglesia. Francisco es vasto y detallado en su reflexión, buscando siempre agregar valores, incluso desde el liberalismo que critica fuertemente. Ciertamente será analizada en detalle por los cristianos y no cristianos porque está dirigida a todas las personas de buena voluntad. Destacaré en este espacio lo que considero innovador en relación con el anterior magisterio de los Papas.
En primer lugar debe quedar claro que el Papa presenta una alternativa paradigmática a nuestra forma de habitar la Casa Común, sujeta a muchas amenazas. Da una descripción de las "densas sombras" que equivalen, como él mismo declaró en varios pronunciamientos, a "una tercera guerra mundial en pedazos". Actualmente no existe un proyecto común para la humanidad (n.18). Pero un hilo recorre toda la encíclica: "la conciencia de que o nos salvamos todos o no se salva nadie" (n32). Este es el nuevo proyecto, expresado en estas palabras: "Confío esta encíclica social como una humilde contribución a la reflexión para que ante las diferentes formas de eliminar o ignorar a los demás, podamos reaccionar con un nuevo sueño de fraternidad y amistad social" (n.6).
Debemos entender bien esta alternativa. Hemos llegado y seguimos dentro de un paradigma que está en la base de la modernidad. Es antropocéntrico. Es el reino de dominus: el ser humano como señor y maestro de la naturaleza y la tierra que sólo tiene sentido en la medida en que se le ordena. Ha cambiado la faz de la Tierra, ha traído muchas ventajas pero también ha creado un principio de autodestrucción.
Es el actual punto muerto de las "sombras densas". Frente a esta visión del mundo, la encíclica Fratelli tutti propone un nuevo paradigma: el de la hermandad, la fraternidad universal y la amistad social. Mueve el centro: de una civilización técnico-industrial e individualista a una civilización de solidaridad, de preservación y cuidado de toda la vida. Esta es la intención original del Papa. En este punto de inflexión está nuestra salvación; superaremos la visión apocalíptica de la amenaza del fin de la especie con una visión de esperanza de que podemos y debemos cambiar de rumbo.
Para eso debemos alimentar la esperanza. El Papa dice: "Os invito a la esperanza que nos habla de una realidad arraigada en las profundidades del ser humano, independientemente de las circunstancias concretas y de los condicionamientos históricos en los que vive" (n.55). Aquí resuena el principio de la esperanza, que es más que la virtud de la esperanza, sino un principio, un motor interior para proyectar nuevos sueños y visiones, tan bien formulado por Ernst Bloch. Destaca: "La afirmación de que los seres humanos son hermanos y hermanas, que no es una abstracción sino que se hace carne y se concreta, nos pone en una serie de retos que nos desplazan, nos obligan a asumir nuevas perspectivas y a desarrollar nuevas reacciones" (n.128). (n.128) Como podemos ver, esta es una nueva dirección, un punto de inflexión paradigmático.
¿Por dónde empezar? Aquí el Papa revela su actitud básica, repetida a menudo a los movimientos sociales: "No esperéis nada de arriba porque siempre viene de lo mismo o peor; empezad por vosotros mismos. Por eso sugiere: "Es posible comenzar desde abajo, desde cada uno de nosotros, a luchar por lo más concreto y local, hasta el último rincón de la patria y del mundo" (n.78). El Papa sugiere lo que hoy es la punta de la discusión ecológica: trabajar la región, el biorregionalismo que permite una verdadera sostenibilidad y humanización de las comunidades y articula lo local con lo universal (n.147).
Tiene largas reflexiones sobre la economía y la política, pero subraya: "la política no debe someterse a la economía y la economía no debe someterse a los dictados y al paradigma eficiente de la tecnocracia" (n.177). Hace una fuerte crítica al mercado: "El mercado por sí solo no resuelve todo como quieren que creamos en el dogma de la fe neoliberal; es un pensamiento pobre y repetitivo que propone siempre las mismas recetas para cualquier desafío que se presente; el neoliberalismo se reproduce como la única forma de resolver los problemas sociales" (n.168). La globalización nos ha acercado, pero ya no somos hermanos (n.12). Crea sólo socios pero no hermanos (n.101).
A partir de la parábola del buen samaritano, hace un análisis riguroso de los distintos personajes que aparecen en escena y los aplica a la economía política, culminando con la pregunta: "¿con quién te identificas (con los heridos del camino, con el sacerdote, el levita o con el extranjero, el samaritano, despreciado por los judíos)? Esta cuestión es cruda, directa y decisiva. ¿"A cuál de ellos te pareces" (n.64)? El buen samaritano se convierte en un modelo de amor social y político (n.66).
El nuevo paradigma de fraternidad y amor social se despliega en el amor en su realización pública, en el cuidado de los más frágiles, en la cultura del encuentro y el diálogo, en la política como ternura y bondad.
En cuanto a la cultura del encuentro, nos tomamos la libertad de citar al poeta brasileño Vinicius de Moraes en su Samba da Bênção en el tema de 1962 "Encontro Au bon Gourmet" donde dice: "La vida es el arte del encuentro aunque haya tantos desacuerdos en la vida" (n.215). La política no se reduce a disputar el poder y a la división de poderes. Afirma de manera sorprendente: "Incluso en la política hay lugar para el amor con ternura: los más pequeños, los más débiles, los más pobres; ellos deben comprendernos y tienen el 'derecho' de llenar nuestra alma y nuestro corazón; sí, son nuestros hermanos y como tales debemos amarlos y tratarlos de esta manera"(194). Y se pregunta qué es la ternura y responde: "es el amor que se hace cercano y concreto; es un movimiento que procede del corazón y llega a los ojos, a los oídos, a las manos"(n.196). Esto nos recuerda la frase de Gandhi, una de las inspiraciones del Papa, junto con San Francisco, Luther King, Desmond Tutu: la política es un gesto de amor por la gente, el cuidado de las cosas ordinarias.
Junto con la ternura viene lo que traduciríamos como bondad, recordando el profeta Bondad que en las calles de Río de Janeiro proclamó a todos los transeúntes "la bondad engendra bondad" y "Dios es bondad" al estilo de San Francisco. Así es como define la bondad: "un estado mental que no es rudo, grosero, duro, sino afable, gentil, que sostiene y fortalece; una persona que posee esta cualidad ayuda a los demás a hacer más llevadera su existencia" (n.223). Este es un desafío para los políticos, hecho también a los obispos y sacerdotes: hacer la revolución de la ternura.
"Este es un desafío para los políticos, hecho también a los obispos y sacerdotes: hacer la revolución de la ternura"
La solidaridad es uno de los fundamentos de lo humano y lo social. Se "expresa concretamente en el servicio que puede asumir formas muy diferentes y de tomar el peso de los demás para sí mismo; en gran medida es cuidar la fragilidad humana" (n. 115). (n. 115). Esta solidaridad demostró estar ausente y sólo entonces fue efectiva en la lucha contra la Covid-19. Impide que la humanidad se bifurque entre "mi mundo" y "los otros", "ellos", ya que "muchos ya no son considerados seres humanos con una dignidad inalienable, sino sólo 'ellos'" (n.27). Y concluye con un gran deseo: "Que al final no haya 'los otros' sino sólo 'nosotros' (n.35).
Para este desafío de dar cuerpo al sueño de una fraternidad universal y de amor social convoca a todas las religiones porque "ofrecen una valiosa contribución en la construcción de la fraternidad y en la defensa de la justicia en la sociedad" (n.271).
Al final, evoca la figura del hermano pequeño de Jesús, Carlos de Foucauld, quien, en el desierto del norte de África, junto con la población musulmana, quería ser "definitivamente el hermano universal" (n.287). El Papa Francisco observa: "Sólo identificándose con los más pequeños se ha convertido en hermano de todos; que Dios inspire este sueño en cada uno de nosotros. Amén" (n. 288).
Estamos ante un hombre, el Papa Francisco, que, siguiendo a su fuente inspiradora, Francisco de Asís, se convirtió también en un hombre universal, que acogía a todos y se identificaba con los más vulnerables e invisibles de nuestro cruel y humano mundo. Él da lugar a la esperanza de que podemos y debemos alimentar el sueño de la hermandad sin fronteras y del amor universal.
Ha hecho su parte. Nos corresponde a nosotros no dejar que el sueño sea sólo un sueño, sino el principio fundamental de una nueva forma de vivir juntos, como hermanos y hermanas y más naturaleza, en la misma Casa Común. ¿Tendremos el tiempo y la sabiduría para este salto? Seguramente las "densas sombras" continuarán. Pero tenemos una lámpara en esta encíclica de esperanza del Papa Francisco. No disipa todas las sombras. Pero es suficiente para vislumbrar el camino a seguir por todos.