La recta intención lleva siempre una bendición definitiva en Dios.

Aún cuando se tenga que pasar por sufrimiento de las malas intenciones ocultas para quien pretende Eliminar al otro de forma abusiva.

Jesús conoce de las malas intenciones de fariseos, escribas y ancianos . Sin embargo sigue de frente y adelante en su predicación y actuar.

El no teme nada, aún cuando le llega la angustia y el miedo en el huerto de los olivos. Pero toma valor y asume las consecuencias de su predicación, actuación y enseñanza en la verdad y la vida que comunica en sus palabras y acciones .

Así este domingo doceavo del tiempo ordinario, tanto el profeta Jeremías como el Evangelista Mateo nos invitan a no tener miedo en el camino de entrega a la obra de Dios.

Es definitiva la apuesta del discípulo de Jesús a la obra que se le confía. Caminar en Dios es tomar riesgos, estar conscientes de que hay cuchilleos, malas intenciones ocultas.

La firmeza de la confianza puesta en el Señor, de saberse discípulo acompañado por Dios. Él lo ha llamado y Dios siempre es fiel.

La confesión de fe debe ser firme, sobre todo ante la adversidad, la cual da la posibilidad del miedo y la cobardía, como sucede en la negación de Pedro durante el juicio de Jesús y la dispersión de los discípulos ante la condena y muerte en cruz del Maestro.

El miedo los tenía encerrados a los discípulos en un cuarto después de la crucifixión del Maestro.

El miedo es algo muy humano, sin embargo, la confianza en Dios debe ser definitiva para llevar a culmen la obra de Dios, tanto la que se confía al profeta Jeremías , en la primera lectura , como a los discípulos, referida en el evangelio de Mateo.

Una confianza en Dios con valentía, a la manera del Maestro.

Podemos sucumbir cuando el miedo se presenta, sin embargo, Dios siempre es fiel y cercano; esta cercanía se manifiesta de diferentes maneras qué hay que saber descubrir desde la fe.

La fuerza y la confianza del discípulo está en Jesucristo. El es el vencedor del pecado y de la muerte.

Nuestro llamado para estar en la gracia nos debe bastar para alimentar una confianza tal de saber que la palabra definitiva la tiene el Hijo de Dios con el Padre celestial.

El es el que hace permanecer a quien él ha elegido; El abre el paraíso a quien cree en Él como el ladrón arrepentido que pide estar en el paraíso con El.

Lo más importante es el arrepentimiento y hacer un camino de vida con Jesús.