Lo esencial de la vida se garantiza en gratuidad de amor.

El discípulo de Jesús debe entender que el amor está a la base de garantizar la vida.

Quien ha pecado; quien ha sido estigmatizado como pecador(zaqueo); la samaritana (ha tenido 5 hombres y con el que está no es su marido); la adúltera que quieren lapidar, etc.; ellos necesitan tener vida. Jesús quita de ellos lo que no les deja tener vida. Quita en Zaqueo seguir robando; quita en la samaritana la infidelidad y la prostitución; en adúltera quita la infidelidad para seguir viviendo.

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— elJartista (@elJartista) August 4, 2023

Jesús quiere quitar en nosotros lo que no nos deja vivir. Por eso la conversión hay que verla como un camino de vida, en la escucha de la voz de Jesús y de su seguimiento.

Jesús pone en la mirada del discípulo una consideración muy importante en el perdón: hay que perdonar hasta 70 veces 7.

En el perdón se da ocasión para tener vida. Se experimenta el perdón con la esperanza de tener vida.

Son los publicanos, pecadores y prostitutas quienes en su enfermedad necesitan del médico que los haga volver a la salud integral, que les haga recuperar la vida.

Para Jesús es importante que nos encontremos con la vida que nos da esperanza y nos levanta.

La misericordia es fundamental para comunicar esa vida que supera el pecado, el enjuiciamiento del otro.

¿Qué medicamentos espirituales y morales debemos comunicar hoy, desde un amor que sea capaz de dar vida?

Muchas veces no damos medicamentos de misericordia y compasión en gestos de pan y pescado, sino que decimos: arréglatela como puedas.

Jesús hace que los discípulos se comprometan, que sean capaces de abrir sus bolsillos y saquen lo que tienen guardado porque apremia la vida y que aprendan que Dios provee, porque siempre sobra cuando Dios es garantía de los pobres.

Por eso el profeta Isaías nos invita a ese banquete en gratuidad para saciar la sed y comer sin pagar; que no nos detenga el que no tengamos dinero.

También Mateo nos relata ese momento en el que Jesús siente compasión y, aunque atardece estando en despoblado, con solo 5 panes y dos pescados, es una escena para que se dé el compartir, repartiendo los pedazos de pan y pescado para tener vida.

Jesús es la palabra y el pan de vida. Todo en Jesús nos comunica vida; sus gestos, sentimientos, corazón, oración, caminar , imposición de manos, cuando saliva en los ojos del ciego…

Los panes y pescados repartidos van de la generosidad de los bolsillos de los discípulos, pasando por las manos de Jesús para ser repartidos. Son pan y pescado transformados para dar vida en abundancia que alcanza para todos y sobra.

A muchos nos falta abrir nuestros bolsillos para que los que no tienen vida digna se les pueda elevar a esa vida esencial y digna que les permita vivir con alegría y esperanza.

La iglesia está llamada a ser siempre un lugar donde se reciba y se promueva la vida en gratuidad de amor.

De ahí que los pobres son los que carecen de lo necesario para vivir, por eso la importancia que tienen para Jesús y deben tener para nosotros como iglesia, para que puedan tener vida.

Son los pobres que no tienen con que pagar, pero Dios es la garantía de ellos, Dios pagará por ellos: lo que hiciste a uno de ellos a mi me lo hicisteis.

La recompensa para quienes ejercen la caridad es la vida eterna, porque Dios es la garantía de los pobres.

Así San Pablo en la segunda lectura de la carta a los Romanos nos insiste en que sólo el amor nos mantendrá unidos a Jesús.

En el amor salimos siempre victoriosos y vencedores. Donde se apaga el amor se apaga la vida.

Háganos todo desde el amor en gratuidad, al estilo de Jesús.