| Fray Alfredo Quintero Campoy OdeM
El amor verdadero es una dinámica de entrega que lleva a una renuncia constante para llevarnos a plenitud.
Fijar nuestra mirada y escucha para contemplar a Dios y conducirnos en su voluntad, nos significa movernos con total disponibilidad.
Trascender en el amor desde el seguimiento de Jesús, con disponibilidad de renunciar a lo que nos es propio en la pertenencia de sangre y sentimientos de familia, es para servir a la obra de la redención.
Es un amor a dar la vida para que otros tengan vida. Esto lleva a renunciar a uno mismo por amor, dando vida.
Estar dispuesto a este camino de sufrimiento, es entender que se llega a ser grande desde Dios en el sufrimiento que nos significa un morir a uno mismo a través del dolor y la humillación.
Jesús aprendió a obedecer sufriendo, lo vemos cuando dice que sufre angustia mientras sabe que está por llegar ese momento de la pasión.
El es el Mesías, no hay otro que nos pueda redimir más que solo Jesús.
En la obra de la salvación, en la que participamos, nos toca colaborar con Dios; también nuestro llamado es personal y único, en el sentido de que también lo que nos toca a cada uno no debemos pretender que otros lo hagan por nosotros.
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